La semana en la que el PSOE, en sus cuentas oficiales, se vanagloria de haber aprobado los Presupuestos Generales del Estado con “188 votos patrióticos y valientes” -Gabriel Rufián debe de ser el patriótico y Arnaldo Otegi el valiente- la opinión publicada, esa que marcan ciertos medios y tendencias en las redes y la mayoría de las tertulias, se distraía con un chat y dos cartas de un minúsculo grupo de militares jubilados que, más allá de a sus conmilitones con los que se juntan una vez al año, no representan a nadie más.
En privado primero y luego públicamente, 73 militares que ya no están ni en la reserva –de lo contrario, cometerían delito- se mostraban preocupados “por la deriva” del país, entraban en política como cualquier tertuliano –el castellano, la libertad de información, el ataque a las instituciones desde el Gobierno- y pedían reaccionar. Nada delictivo -al menos las cartas- y sólo algo chapucero el haber intentado dar a entender –en un primer borrador- que Felipe VI compartía el contenido de la misiva enviada a la Casa del Rey.
"Patriotismo de sofá, café y puro" lo ha descrito el periodista Pablo Romero, hijo del teniente coronel Juan Romero asesinado por ETA cuyos ¿compañeros? de promoción han querido utilizar. "Hay que insistir, además, en que todos los miembros de la XIX promoción del Aire están retirados. Por tanto, opino que no parece que exista valentía alguna en sus acciones: dan la cara porque nada tienen que perder", insiste en su misiva, esta vez sí, mi compañero.
Pero el desahogo en un chat que huele a cerrado de estos viejos militares –que en un principio no recabó ni tres docenas de adhesiones y que no suscribieron nunca los más listos de la promoción- ha sido aprovechado para meter al Ejército en un barrizal del que ni el cabreo de la ministra de Defensa –de ella, habrá que contar un día lo que la están preparando desde su propio Gobierno para sacarla del Ejecutivo y lanzarla a pelear en otros campos- ha evitado las salpicaduras.
Ahora, toca sacudir al Ejército -una de las instituciones mejor valoradas en el CIS por su papel en la pandemia- y hacer causa general a partir de los desvaríos en privado de un grupo de espadones jubilados"
Entre otras lindezas, en el chat de los espadones se reclama fusilar a 26 millones de rojos, se habla del "irrepetible", se añora un pronunciamiento militar… Y desde las terminales mediáticas cercanas al Gobierno se llevan las manos a la cabeza, se pide a la justicia que actúe “por incitación al delito de odio” y se extiende, en fin, la sospecha a todo el estamento militar, desde el primer soldado hasta, sobre todo, el capitán general de los tres Ejércitos: es decir, otra vez el Rey en la diana.
¿Alguien en su sano juicio puede colegir que las boutades de un grupito de ancianos militares en un chat privado son extrapolables a lo que piensan nuestras Fuerzas Armadas? Es más, ¿alguien quiere extender la causa abierta por la Fiscalía a todo el Ejército? La respuesta –después de ver cómo se ha cuestionado la Constitución, el régimen del 78, el castellano y el sistema de las autonomías- es sí: ahora, toca sacudir al Ejército.
Es curioso que, en el último CIS de noviembre, que ofrece la valoración de los españoles sobre el comportamiento de las instituciones durante estos meses de pandemia, el Ejército había mejorado su percepción para el 52% de los entrevistados, por encima incluso del sector sanitario (49,4%) y solo superado por las ONG (60,5%) y la Guardia Civil y Policía Nacional (54,8%).
¿Adivinan qué institución era la que más empeoraba en valoración por su comportamiento durante estos meses de coronavirus? Efectivamente, el Gobierno de PSOE y Podemos, con un 60% de opiniones en contra, superando a los medios de comunicación (47,7%) y a los Gobiernos autonómicos (47,1%). En la retina de todos, aún estaban los militares desinfectando residencias, trasladando ancianos o enterrando los muertos que los políticos habían sido incapaces de salvar. Y eso, algunos no lo soportan.
¿Alguien se imagina abrir causa por violencia de género contra Pablo Iglesias por su chat privado de Telegram en el que deseaba “azotar a Mariló Montero hasta que sangrara”? ¿Y juzgar a Jorge García Castaño por torturador porque “creo que ha llegado el día de empalar a Toni Cantó”?
Por ello, se pretende abrir –a partir de los delirios de un grupo de militares nostálgicos jubilados que se retroalimentaban en su chat privado- una causa general contra el Ejército, una institución que a algunos –sobre todo a los nuevos socios “valientes y patrióticos” que apoyan al Gobierno y le han aprobado las cuentas esta semana- les provoca especial urticaria y quieren dejar sin presupuesto.
¿Alguien se imagina abrir una causa por violencia de género contra Pablo Iglesias por su chat privado de Telegram en el que deseaba “azotar a Mariló Montero hasta que sangrara”? ¿Y juzgar a Jorge García Castaño por torturador porque cree que "ha llegado el día de empalar a Toni Cantó”? ¿Y encausar a Pablo Soto por pedir probar “matar a Gallardón” o “matar a un ministro, ¿Cuántos años de cárcel son”? ¿Y procesar a la hoy ministra Montero por su #FelipeNoSerásRey que vienen nuestros recortes, y serán con guillotina”? Con la diferencia de que, salvo el de Iglesias, eran todos mensajes públicos difundidos en las redes fuera de un chat privado.
El precedente de Carmena
Las palabras de los militares jubilados ya están en manos de la Fiscalía por decisión –hace bien en dar ejemplo- de la ministra Robles. En condiciones normales, el futuro de una causa judicial por lo dicho en un chat privado tendría el mismo futuro que el chat de la Policía Municipal de Madrid en el que se lanzaron alabanzas a Hitler y se insultaba y se deseaba la muerte a la entonces alcaldesa Manuela Carmena.
El juez archivó dos veces el chat de 200 policías municipales que insultaban a Carmena y deseaban su muerte. Pero entonces, en la Fiscalía no mandaba Dolores Delgado. Y ya saben: "¿La Fiscalía de quién depende...?"
El juez, por dos veces, archivó la causa porque “esos comentarios se produjeron en el ámbito privado” y “el número de personas a las que llegó fue muy reducido”. Claro que, entonces, la Fiscalía también pedía el archivo por los mismos motivos. Ahora, al frente de la Fiscalía está Dolores Delgado. Y ya saben lo que dice Pedro Sánchez: “¿La Fiscalía, de quién depende? Pues ya está”. Pues eso.