Opinión

El pulso de Garoña y una posible fusión Endesa-Gas Natural

El debate no es Garoña sí o Garoña no. Hay muchas más aristas.

  • Central nuclear de Garoña.

Apenas aporta el 0,5% de la producción de energía en España. Un volumen insignificante en términos absolutos. Sin embargo, Garoña es el epicentro de la lucha de poderes del mapa energético español. La vieja central nuclear es el gran órdago del ministro de Energía Álvaro Nadal hacia Iberdrola. Un pulso directo con Ignacio Sánchez Galán. La ausencia de ‘feeling’ es bidireccional. Y Garoña se articula como piedra rosetta en la estrategia energética del ministro. Detrás de las luchas palaciegas sobre su reapertura se esconde la recomposición del mix energético: aumento del peso de la nuclear, con apoyo del carbón, y un abaratamiento de las energías renovables. La estrategia choca de bruces con los intereses de Iberdrola, virada a las energías limpias, y de su núcleo de accionistas extranjeros, menos sensibles al intercambio de favores políticos. El debate no es Garoña sí o Garoña no. Hay muchas más aristas.

Galán no quiere Garoña. Y no lo esconde. “No es viable”, dijo abiertamente hace pocos días ante los accionistas de Iberdrola. Pero hubo más mensajes hacia Nadal. “Se hace demasiada política con la energía”, aseguró antes poner en revisión la viabilidad de todos los activos nucleares de la compañía. Iberdrola es accionista mayoritaria en las dos centrales de Almaraz y posee al 100% la de Cofrentes, que alcanzará los 40 años de operación en 2025. Tres activos vitales en la estrategia nuclear de Nadal, ávido del apoyo de Endesa, el socio de Galán en Garoña, pero también en las dos sedes de Almaraz. La eléctrica de Borja Prado posee un 36% en las dos centrales de Almaraz, que serán las próximas en llegar a los 40 años de operación comercial (en los años 2023 y 2024). También en 2024 alcanzará este hito Ascó I, propiedad íntegramente de Endesa, y algo más tarde Ascó II (85% Endesa). El futuro del plan de Nadal está en el resto, en las que empezaron a operar en plena democracia. Y la primera piedra de ese futuro está, precisamente, en la última del pasado. De nuevo, Garoña.

Galán no quiere Garoña. Y no lo esconde. “No es viable”, dijo abiertamente hace pocos días ante los accionistas de Iberdrola

Endesa no se cierra a sacrificar Garoña, a perder dinero allí, a cambio de lograr más años de funcionamiento del resto. Las condiciones impuestas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para que Garoña vuelva a funcionar hacen prácticamente inviable la puesta en marcha del reactor. Paradójicamente, el dictamen del organismo supervisor supone, al mismo tiempo, la cara y la cruz para la instalación. La cara, porque abre la posibilidad de que el Gobierno atienda la petición de su operadora, Nuclenor (participada al 50% por Endesa e Iberdrola) para prolongar la vida útil de la planta hasta los 60 años. La cruz, porque amortizar las inversiones necesarias, un desembolso que podría superar los 300 millones, para cumplir con las condiciones del CSN y las ya realizadas en los años anteriores es prácticamente un imposible. El futuro de Garoña pasa por varias alternativas, desde la venta de la participación de Iberdrola en Nuclenor hasta, incluso, una hipotética nacionalización de la central. Nadal no se cierra a esta última opción como vía para ofertar energía barata a la industria. Uno de sus grandes anhelos desde su época en la Oficina Económica de Moncloa: lograr un crecimiento de la inversión industrial a través del abaratamiento de la energía.

El próximo día 26 de abril marcará el próximo hito en el camino de Garoña. En esta fecha, Endesa celebra su junta general de accionistas, en la que alguno de sus principales directivos podría hacer alguna mención al futuro de la central nuclear, en respuesta a las palabras Galán. No obstante, los directivos de Endesa podrían encontrarse con otro mensaje de Iberdrola y sin mucho tiempo para reaccionar. A primera hora de ese mismo día, la eléctrica vasca presenta sus resultados del primer trimestre, a través de una conferencia con analistas en la que es más que probable que alguna de las preguntas se refiera al futuro de Garoña. Si le faltaban tazas al caldo, es más que probable que Nuclenor, la sociedad que opera la central, celebre ese mismo día un consejo de administración que aborde la posibilidad de solicitar el desistimiento de operación, un asunto que los representantes de Iberdrola pondrán encima de la mesa del consejo. Esta importante reunión podría incluso venir acompañada de una junta extraordinaria de accionistas para tratar de ratificar los acuerdos, si finalmente se pacta alguno.

El futuro de Garoña pasa por varias alternativas, desde la venta de la participación de Iberdrola en Nuclenor hasta, incluso, una hipotética nacionalización de la central

En la partida de Garoña se juega también el futuro de las primas a las renovables. De nuevo, choque de trenes entre Nadal y Galán. El ministro no se opone a las renovables. La apuesta por las renovables, impuesta desde Bruselas, marcha por buen camino. Las previsiones de la Comisión Europea apuntan que en España se producirá un 20,9% de energía con fuentes renovables en 2020, casi un punto por encima de lo exigido. Pero sí es cierto que una de las líneas rojas del ministro es la rebaja sustancial de las primas a las renovables. En 2019, pasado mañana, expira el plazo de las subvenciones a un primer paquete de inversiones en energías renovables. Inversiones efectuadas durante los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero a cambio de unas abultadas primas. En la mano de Nadal está alargar el plazo y el nivel de esas primas, que nunca llegarán a los niveles de las firmadas por el Gobierno socialista. ¿Y quién se juega más en esta decisión de Nadal? Iberdrola, que realizó una importante inversión en parques eólicos.

Predominio nuclear, primas a las renovables… y el futuro equilibrio de poderes en el sector energético. Es la tercera arista del pulso de Garoña. El devenir del duelo entre Nadal y Galán puede determinar la necesidad de un importante contrapunto a Iberdrola. Además, si hay un político que defienda la importancia estratégica de la energía en la política económica de un país ése es Álvaro Nadal. En el sector no se descarta que el desenlace de la crisis de Garoña provoque una posible alianza entre Endesa y Gas Natural. La operación cuadra con la estrategia del fondo GIP, nuevo accionista de Gas Natural, un socio con vocación de permanencia. Incluso, es de su agrado. Los italianos de Enel, dueños de Endesa, no descartan estudiar ofertas si el precio es satisfactorio. Otro ingrediente. Isidro Fainé ganaría peso en el sector, sin duda Gas Natural se convertiría en el campeón nacional de la energía en toda regla, y, de paso, se limarían las asperezas por la falta de apoyo de Nadal, todo lo contrario que el ministro de Exteriores Alfonso Dastis, en la crisis colombiana de Electricaribe. Movimientos políticos aparte, los movimientos de concentración también están alentados por la propia dinámica del negocio en España. El mercado está ya maduro, existe un exceso de generación que apenas deja márgenes, por lo que las compañías se han orientado a ser meras redistribuidoras y comercializadoras de energía. Todo depende de Garoña. La mecha del futuro mapa energético.

@miguelalbacar

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