El PP, estandarte de los 'muy españoles y mucho españoles', ha tenido que encontrarse de frente con el PNV, partido que defiende los intereses de los vascos, para que los jubilados de este país tengan la promesa de una subida de pensiones acompasada al IPC. Ni el final de una de Alfred Hitchcock es tan retorcido.
Lo complicado ahora es tener palabra. Una cosa es entonar el sí, quiero, y otra muy distinta materializarlo en un sí, puedo. Como dicen que querer es poder, el Cristo de los Santos Impuestos, Montoro, ya ha encontrado un padrino para la boda, aunque de parentesco tire más a primo. El banquete cuesta unos 1.800 millones.
Es una perdigonada sin precisión. Atañe a las que él llama 'grandes tecnológicas'. Poco más explica. Tampoco hay que ser un lumbreras para saber a quién apunta esta nueva tasa. Movistar, Vodafone y Orange no son pequeñas. Tampoco Google o Facebook. Mucho menos Huawei, Samsung o Apple.
Al final la subida de las pensiones la pagarán -redoble de tambores- los propios pensionistas
A muchos ver pagar una tasa impositiva a este tipo de compañías les pintará una sonrisa sardónica, por aquello de los datos que de nosotros tienen Google y Facebook, por las subidas de precio de los operadores o por lo que cuestan los teléfonos móviles.
Dice Montoro que este impuesto no recaerá en ningún caso sobre el ciudadano. Excusatio non petita, accusatio manifesta. Huele a chamusquina. Al final, como siempre, pagará el ciudadano. A ver si piensan que el sector tecnológico se tragará el sapo estoicamente, sin repercutirle nada al cliente.
No hay ya casi jubilados sin teléfono en casa, móvil de última generación ni fibra en casa. Muchos tienen además cuenta en Facebook y WhatsApp -hay que compartir las fotos de los nietos-. Vamos, que al final la subida de las pensiones la pagarán -redoble de tambores- los propios pensionistas. Y usted y yo, claro. Los de siempre. Que siga la fiesta, hay barra libre.