La noche en que actores, directores y demás profesiones del mundo artístico no solo se reúnen para pasear sus mejores trajes en la alfombra roja y repartir los galardones a los más destacados productos cinematográficos, es también la que toca enfundarse en la faceta más reivindicativa o, al menos, la que todos siempre esperamos ver para comprobar a quién toca destripar esta noche, por aquello de estar en contra de todas las injusticias que se cometen en este país. Seguramente, las secciones de cultura y política de todos los medios estén encargando ya unas pizzas que se comerán mientras están pendientes de todas las reacciones que la gala y su guion provoquen.
A lo largo de la semana ya se ha dado munición y han ido promocionando los Goya a través de listas con quinielas, fotogalerías de las películas nominadas y entrevistas a los presentadores. Eso, a lo perro de Pávlov, siempre suscita interés para verla. Sobre todo por los últimos: saber quiénes son a los que les han endilgado la faena de cargar contra todo y contra quienes todos cargarán pasada la noche. Como muchos ya sabrán, los afortunados de apechugar con tal responsabilidad han sido los humoristas Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes.
Hay quien piensa que todo esto es un complot de cuatro locas con las axilas por depilar contra ellos y sus cuestionables privilegios"
Hay cosas que ni los mejores guionistas del país podrían escribir. La repercusión mediática de los Goya, que a veces es un pelín corrosiva, ha caído sobre el titular que algunos medios seleccionaron de las declaraciones de Sevilla y Reyes. En una entrevista, donde se presentan también como los guionistas, les preguntan si la mujer tendría una presencia más destacada, siendo dos hombres presentadores. Ellos respondieron que habría un ‘sketch’ enfocado “a eso” (sic). Que la Academia tenía interés en que se rompiera con algunos estereotipos de la mujer, “como que solo puede trabajar hasta los treinta o que su único requisito es que sea atractiva”. En otra entrevista, titulada “Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes se subirán al carro del feminismo”, declararon que “este año la mujer tiene mucho protagonismo, lamentablemente, en algunos casos como los abusos, por lo que habrá mucha presencia femenina en la gala”.
Bien, antes de que ellos hayan estrujado sin remordimientos a diestro y siniestro hasta saltársenos las lágrimas de la risa, me concedo la licencia de desmenuzar sus entrevistas y la razón por la cual se han viralizado y quizá no previeron. ¿Costaba mucho poner una mujer y un hombre a presentar la cita y hacer gala de la paridad? Verán, chicos, quizá no estaba en vuestros planes que os hablaran de feminismo y os la han colado. Habéis intentado capear la situación como mejor habéis podido, de eso no tengo la menor duda. Incluso esperabais que el titular fuera otro. Pero los periodistas, ya saben, a veces van a morder justo donde duele y cuando más desprevenidos os pillan. Es la gracia. Y me ha hecho pensar en ese error que solemos cometer a menudo, de creer que por pertenecer a una minoría oprimida te contagiará un espíritu reivindicativo con todos los colectivos oprimidos. Por ejemplo, pensar que por el simple hecho de ser gay o lesbiana te convierte en una persona de natural progresista y moderno que empatiza con todas las discriminaciones que este amable mundo nos regala. O que por luchar por los derechos de igualdad para el colectivo LGTB eres más comprensivo con la desigualdad de mujeres en el mundo laboral, con el racismo, con los kokang o con los zurdos, por poner algunas minorías aleatorias.
Para subirte al carro del feminismo, primero deberás saber que tienes que bajarte del vagón del machismo"
De igual forma, decir que eres artista y sufres las consecuencias de las subidas del IVA cultural no te convierte en un feminista que ha despertado del letargo y entendiste qué significa tomar conciencia de las desigualdades tan arraigadas que soporta una mujer por el simple hecho de no ser un hombre, y apuestes, de golpe, por la paridad absoluta. Esto no te desplaza al terreno de enemigo, ni de criminal, ni violador, ni explotador. No es eso. Simplemente eres bastante más machista de lo que crees. Como todo movimiento, el proceso no es complaciente, ni un camino allanado. ¿O creían que íbamos a conquistar la cima sin llagas en los pies?
Una de los efectos de hacer que el feminismo tome una dimensión transformadora y sea transversal es que pueda pasar a ser una tendencia, una moda. Y con las modas se corre el riesgo de que lo que hoy nos cautiva, mañana lo detestemos. Y eso mismo llevo pensando hace una semana. El clic sonó en mi cabeza cuando una compañera periodista me dijo algo que, en un principio, cayó como una bomba. “Estamos quemando el feminismo a tope”. Bum. Dejé reposar esa afirmación que soltó y, en una segunda vuelta, aflojé y vi que tenía toda la razón. “Veo al demonio, lo veo…”, me dijo. Llevo meses pensando cuál es la fórmula del éxito, qué estamos haciendo mal para que sigamos hablando de derechos laborales, sexismo, discriminaciones, roles de género y no logramos erradicarlo, configurar nuestra manera de entender el mundo, ni normalizarlo como se ha normalizado el machismo durante siglos. Con la misma facilidad que el machismo ha ido empapando todas las capas de la vida hasta quedar sumergido en los más profundo de la sociedad.
En vez de presentarnos como feministas deberíamos decir que somos machistas y luchamos a diario con vocecillas internas para dejar de serlo"
Otro efecto es que podamos estar ante el despertar de la fiera misógina que algunos y algunas machistas venían hibernando. Pasan a la casilla de víctimas y creen que todo esto es un complot de cuatro locas con las axilas por depilar contra ellos y sus cuestionables privilegios.
A todo esto, según han confirmado diferentes guionistas, Cristina López García es la directora de contenidos de la gala y responsable del guion. Por no olvidar que la junta directiva de la Academia está formada por la presidenta y supervisora de los guiones, Yvonne Blake, y Nora Navas como vicepresidenta, junto a Mariano Barroso.
Son varias las personas las que me han dicho que este año será el de la revolución femenina. Que el finiquitado 2017 solo era ‘un petit tast’ de lo que está por llegar. Sinceramente, no lo creo. Creo más, en cambio, que en vez de presentarnos como feministas deberíamos decir que somos machistas y luchamos a diario con vocecillas internas para dejar de serlo. Soy machista y no quiero seguir siéndolo. Sería más sincero, leeríamos más la palabra opuesta, la que más chirría y que, sin embargo, no se pronuncia ni se repite tanto. Para subirte al carro del feminismo, primero deberás saber que tienes que bajarte del vagón del machismo.