Opinión

La hiperinflación no fue suficiente para hacer ganar a Milei

Desde una perspectiva externa la situación de Argentina no podría ser peor: un pa

  • El candidato presidencial Javier Milei. -

Desde una perspectiva externa la situación de Argentina no podría ser peor: un país en el que los precios varían tanto y en tan poco tiempo que ni los gimnasios ofrecen cuotas anuales, prefieren ir cobrando poco a poco para así subir los precios al ritmo del IPC, una economía en la que toda transacción medianamente importante se ejecuta en dólares ante la desconfianza que genera la moneda oficial. Ante un panorama así la pobreza de la población no ha dejado de crecer -supera el 40% del total- puesto que el poder adquisitivo de las familias se reduce por momentos, algo que se aceleró con la pandemia. Pero esto no es nuevo; no debemos olvidar que los problemas inflacionarios de Argentina no tienen nada que ver con la situación mundial, en la que la subida de los precios fue mínima durante más de una década y sólo se vio un repunte ya muy avanzado 2021 con la recuperación económica postpandemia y en 2022 con la agresión rusa a Ucrania. En Argentina el dato más bajo de IPC los últimos 15 años fue un +16,6% en 2019.

"En Argentina el dato más bajo de IPC los últimos 15 años fue un +16,6% en 2019".

Y es que mientras que en el mundo desarrollado aún hay polémica entre los que creen que la inflación actual se debe a factores externos (cuellos de botella, subida del coste de las materias primas…) y quien piensa que se debe a las políticas de los bancos centrales (seguramente hay una mezcla de ambas y la duda es en qué proporción), el problema en Argentina tiene que ver sobre todo con la emisión masiva de dinero sin respaldo, y es por eso que la moneda nacional no despierta confianza y provoca la hiperinflación que actualmente vive el país. El último dato es un +138% de subida del IPC interanual. Las decisiones convencionales del Gobierno argentino, muy influidas por el FMI de cuyo crédito vive el país desde hace muchos años, para luchar contra la inflación son muy limitadas y muy poco efectivas: subir los tipos de interés oficiales (133% es el último dato) y establecer un tope de precios (medida que pretende copiar en España Yolanda Díaz) que no sólo no funciona, es que además empeora el acceso de la población a muchos productos.

Ante un panorama como este, tiene sentido que los argentinos se vieran seducidos por el discurso de Javier Milei, un personaje que, aunque desconocido en España, ya lleva un par de años siendo famoso en su país precisamente por lo distinto que es y por la radicalidad de lo que defiende. Es tan profundo el cambio que pregona que pocos le daban posibilidades reales de llegar a algo, y sin embargo, encabezaba las encuestas hasta este fin de semana. ¿Quién es este personaje más allá de los adjetivos que suelen dedicarle la mayoría de los medios para descalificarle? Resumiendo mucho, Milei tuvo una infancia difícil, sufrió abusos de sus padres y en el colegio, consiguió remontar gracias a sus aptitudes como portero de fútbol, si bien se decidió por la economía (con brillantes notas) y el apocado adolescente se convirtió en un profesor famoso por sus buenas dotes comunicativas. Pero hasta 2021 no es famoso como político, al presentarse como candidato a diputado del partido Libertad Avanza, al que rápido se tacha de ultraderechista si bien su discurso es ultraliberal, algo que choca mucho con el estatismo habitual en Argentina. Él poco tiene que ver con líderes del pasado argentino, especialmente militares, que sí llevaron a cabo una política de derechas, su ideología, aunque sea profundamente anticomunista, es liberal. Se hace famoso porque en sus discursos no guarda las formas habituales, se atreve a insultar al papa Francisco, casi un héroe para la mayoría de los argentinos, y defiende cosas tan polémicas como la legalización de la venta de órganos.

"En sus discursos no guarda las formas habituales, se atreve a insultar al papa Francisco, casi un héroe para la mayoría de los argentinos, y defiende cosas tan polémicas como la legalización de la venta de órganos".

Pero donde consigue atraer a gran parte del electorado es cuando, en este año tan negativo para los bolsillos de los argentinos, defiende cambiar radicalmente la política económica que casi siempre se ha practicado en el país, y eso atrae a millones de votantes cansados de intentar una y otra vez lo mismo sin conseguir solucionar los problemas. Promete sustituir el peso argentino por el dólar estadounidense e incluso renunciar a tener un banco central, además de medidas de ahorro público que incluye el cierre de ministerios o que deje de ser gratis la educación pública. No son las únicas medidas pero sirven para hacernos comprender cómo Milei se convierte en el símbolo del cambio y la lucha contra la casta política (que ya sirvió de trampolín en España a otro político de ideología contraria). Ese es su triunfo pero también ha sido lo que le ha conducido a no conseguir el primer puesto en las elecciones de ayer: en Argentina más de la mitad de la población vive de ayudas estatales (¡más de la mitad!), es muy complicado que se vote masivamente a alguien que defiende recortar ese gasto social, que busca una reforma total que, aunque seduce a muchos que esperan pueda ser positiva en el medio y largo plazo, puede provocar un deterioro a corto plazo en la vida de muchas familias.

Con ese miedo ha jugado el candidato oficialista, peronista por supuesto, Massa, que ha conseguido el primer puesto, prometiendo hacer lo mismo de siempre, aunque se ve claramente que no funciona. Pero le ha bastado, el temor a un cambio radical al final ha pesado en los votantes que quizás no estaban preparados para algo así. Con todo, el 19 de noviembre Milei puede convertirse, tras la segunda vuelta, en el primer economista en llegar a la presidencia del país y posiblemente el primer anarcocapitalista (un defensor del no-estado) que llega al poder en un país tan importante. Lo tiene difícil porque tiene a casi todo el mundo en contra e incluso si gana, será muy difícil que pueda llegar a hacer realidad muchas de sus propuestas pero… la carrera sigue.

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