En una ocasión anterior, cuando repasábamos la estrategia bursátil para 2023, señalábamos que la inflación sería el principal determinante del acontecer económico durante el año que ya empieza. Por ello hoy repasaremos dicha variable, que alguna buena noticia hay, y lo haremos, como siempre, analizando los datos y a quiénes afectan su comportamiento.
Lo crucial para España es que, como la política monetaria le viene dada, debe centrarse, a nivel nacional y europeo, en la fiscalidad, la regulación y el liderazgo, fomentando la oferta para combatir este flagelo pues, de no vencerse la espiral, terminaremos muy mal, poniéndose en peligro la propia unión monetaria y la UE.
Comparaciones odiosas
Las comparaciones, si están bien hechas, son especialmente odiosas, o suelen serlo, para quien queda mal y sus miserias y corrupciones, presentes y pasadas, quedan expuestas al resto. En la UE, todas las economías relevantes (siguiente gráfica) han hecho un techo que hay que conseguir que sea el definitivo, pues su superación sería el desastre. Los peores, con tasa interanual del 17%, son los polacos - tan odiados por el Establishment globalista de la UE -, quienes no disfrutan de la estabilidad del euro (aún con las locuras que se han hecho) y a los que se les ha desatado unos de sus peores demonios: los rusos en guerra en su vecindad, generando una crisis que lo "desquicia" todo y en la que, comprensiblemente, la buena política económica es casi imposible; además, su población ha podido aumentarles casi un diez por ciento por los refugiados ucranianos.
A la inflacionaria Polonia le sigue Italia, con 11,8%, economía zombi como la que quieren imponer a España, y cuya partitocracia anda engañándose con melonadas; cualquier cosa antes que derribar su infecta partitocracia que destruye su demografía. Luego está el desastre alemán, con 10% (UE=10,1%), donde han equivocado el modelo energético (lo vimos, junto a otros de interés, en "Entre el gas y el expolio") y ahora han reabierto las muy contaminantes plantas de lignito (que no derruyeron como ciertos "mesiánicos" idiotas); van perdiendo cuatro puntos de competitividad, nada grave para ellos aunque tendrán que hacer una restructuración profunda de su modelo económico.
La mejor, Francia, donde, gracias a su sistema electoral y a pesar de su Establishment, se atiende más a la racionalidad y van consiguiendo que no les cierren las nucleares, algunas hoy paradas por mantenimiento. La siguiente mejor es, ¡oh sorpresa!, España. ¿Y cómo ha sido eso? Veámoslo.
Parasitismo contenido
Buena parte de la contención de la inflación viene de un rubro muy tratado en esta bitácora digital y del que callan, por ignorancia o cobardía, académicos y economistas del Establishment; me refiero al coste de habitar una vivienda (línea gris, siguiente gráfica) y al transporte ((línea punteada azul). Ese tema lo denunciamos en tiempos de Rajoy - porque el saqueo es transversal y todos muerden la vena - y, más recientemente, en octubre del 21, al hablar de la "Estanflación progresista", alertando de la importancia de ambos apartados antes de que el problema inflacionario fuera grave.
La ceguera, incompetencia e intereses sobre este asunto son de tal calibre que, alarmado, tuve que calificar a la ministra Ribera, vinculada a Davos, de "ministra mata pobres" en el artículo "Inflación progresista", apelativo que se ha ganado con creces y que no se quitará con esta pausa, que ya ha avisado que todo es temporal y la agenda 2030 tiene mucho saqueo pendiente. Por supuesto que estas críticas, como en tiempos de Rajoy, no me salen gratis, porque "esto" va de pagarles sueldazos y multitud de prebendas, hacerles gratis el trabajo y llevarse las bofetadas, de ellos y/o de su ejército de parásitos activistas. Al menos a uno le queda el consuelo de que ha podido contribuir a que el coste en "uso de la vivienda" no siguiera creciendo al 33,1% anual, o el transporte al 19,2%; pensemos que estos parámetros, que los partitócratas no padecen (alimentación incluida) porque se lo pagamos nosotros, también los sufren las pymes. Eso sin entrar en la guerra a los propietarios de automóviles, a la que se han unido Feijóo y Almeida, que se ceba especialmente con los más pobres y que daña la oferta de otro sector clave.
Alimentación y aprendices de brujo
Empeñados en no dejarnos vivir (literalmente), el desgobierno del supuesto doctor de la Moncloa ha puesto su atención en la alimentación, destacando ese cenizo que cada vez que habla sube el pan, un "lamebotas" de los dictadores especialistas en hambrunas Fidel Castro y Hugo Chávez, y que responde al sonoro nombre de Garzón; menos mal que este aguafiestas que, como el resto de talibanes del gabinete, odia la Navidad, no ha dicho ni mu, pues se reservaba para fin de año para incluir en su guerra al marisco. Su penúltima butade iba de largar contra la carne de res, producto minoritario en la dieta, en un país con un nivel ínfimo en emisiones y en que parte de la producción, al ser de pastos naturales, es "carbon-neutral". Como el resto del Gobierno, no tiene criterio y hace lo que le dicen de fuera, aunque reviente el país que detesta pero en el que medra y que es el nuestro. Todo un ejemplo de los activistas que quieren vivir del cuento y que tanto daño nos hacen.
Mientras los señoritos del lobby de los insectos nutritivos están a sus fantasías para vivir del trabajo ajeno y cargarse otra industria en la que España es puntera, la agroindustria; los alimentos, un rubro muy afectado por el salario mínimo, el transporte, la energía, los fertilizantes (tema del que llevamos más de una año alertando), insecticidas, etc. se han disparado al 15,3% anual (línea roja punteada, gráfica anterior). Aprovechando esa calamidad, la ministra de Transición Ecológica ha venido a salvarnos y nos ha perdonado (de momento) un impuesto sobre los plásticos con el que quiere recaudar otros 800 millones de euros, otro insumo necesario en una actividad que ha debido industrializar más su distribución minorista, dadas las cargas que suporta la actividad y una población expoliada que hace más horas que un reloj para pagar tanto invento parasitario. No teniendo suficiente, en otro más de sus alardes de sadismo globalista y mientras tiene a los españoles a dos velas mordiendo la acera, nos mete una campaña acusándonos de derrochadores. Así hasta que les pongan una camisa de fuerza.
Monopsonio energético progre
Por supuesto que le echarán la culpa a la guerra, pero si vemos los precios del petróleo, comprobaremos que anteriormente han estado más altos durante mucho más tiempo y ahora muchos insumos van en niveles récord. Es lo que tiene pechar al sistema productivo y apropiarse del diferencial de precios y de las ganancias de productividad anteriores, y con qué fin: beneficiar lobbies y amigos, repartir paguitas y cebar al ejercito de parásitos activistas que defiende su trampantojo progre bien engrasado por el oligopolio mediático y su telebasura, no para el bien común sino para su negocio del experimento demográfico globalista.
La UE, siguiendo al G7, intenta un monopsonio - término ignorado por los académicos del régimen -, un "monopolio" de compradores con el que quieren fijarle a Rusia los precios al gas y petróleo. Lo preocupante de esta acción, a la que Rusia ya ha reaccionado, es que, junto con las sanciones, destruya parte de la industria rusa, cuya peculiar estructura productiva exploramos ya antes de esta guerra, poniendo a peor la oferta global de petróleo, aparte que casi el 70% de la economía mundial, que temen que les hagan cosas parecidas, no nos seguirán, con lo que sería otro tiro en el pié muy típico de la UE. Eso por no hablar de los contratos ya firmados y de la absurda prohibición (¿corrupción?) del fracking en Europa.
¿Pero, de dónde sale esta gente que nos gobierna, que tanto daño han hecho a nuestra demografía, y que ahora van obsesionados con adoctrinar a los niños y autorizarles una mutilación que solo debería permitirse a un adulto muy bien informado? La respuesta la conocen, la hemos tratado aquí muchas veces, la última al analizar el interés de España y la OTAN, sale del sistema electoral, uno que produce dos consecuencias ineludibles: una, la mala toma de decisiones, la otra, que cada vez genera peores gobernantes. Con esa mala forma de gobierno se ha de vencer la espiral inflacionaria y hacer lo más difícil: políticas de oferta. En todo caso y aunque podría ser mucho mejor, que tengan Ustedes un muy feliz 2023.
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Cierto, el PP, como éste PSOE repleto de antiguos militantes del PCE,lcr,pt,MC,etc, no tienen otro programa que la prohibición del vehículo privado y convertirnos en la china de los sesenta. Pero el cierre de las nucleares, de la industria, la discriminación laboral por edad, los insultos continuados a los parados, etc, se ha dado en los gobiernos anteriores. Éste presidente habla idiomas y tiene alguna formación científica,y en medio de circunstancias excepcionales tiene la inflación más baja entre los países grandes y una deuda sobre el PIB menor que la italiana y semejante a la francesa, con incremento récord en ciencia y tecnología, y en defensa. No se puede cambiar éste chorragobierno por un gobierno pepero todavía peor que deja sin medios de vida a los mayores de 52 a 55 como el último de rajoy