Opinión

Izquierda Española, ante el obstáculo de la leyenda negra

Las próximas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio contarán con un nuevo contendiente: Izquierda Española. Según sus promotores, se trata de un partido ubicado en la “socialdemocracia clásica” y opuesto a los partidos sep

  • El líder de Izquierda Española, Guillermo del Valle

Las próximas elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio contarán con un nuevo contendiente: Izquierda Española. Según sus promotores, se trata de un partido ubicado en la “socialdemocracia clásica” y opuesto a los partidos separatistas, que busca centralizar determinadas competencias y “reconciliar a España con la izquierda y a la izquierda con España”. Como mínimo, ofrece algo sustancialmente distinto a los demás partidos de las izquierdas, desde el PSOE hasta Sumar, Podemos o Izquierda Unida; sumidos todos ellos en una espiral de complicidad con quienes pretenden destruir el Estado por la vía de la secesión.

A nadie se le escapa que lo tendrá difícil para lograr representación a corto plazo, y ni hablemos de obtener fuerza suficiente para aplicar su programa. En cualquiera de los dos casos, Izquierda Española se enfrenta a una realidad sociológica que limita sus opciones de crecimiento en el caladero de las izquierdas: la aversión hacia España. Y no se trata solo de un odio actual o contemporáneo, algo de lo que podríamos responsabilizar, por ejemplo, al relato separatista desde finales del siglo XIX, al apoyo indirecto que este recibió en el siglo XX por parte de la Internacional Comunista —mediante el fomento en nuestro país de la ideas de Lenin y Stalin sobre la autodeterminación y la nación—, o al franquismo y a su exitosa utilización de la idea de la anti-España. No, el problema llega más atrás en el tiempo. Tiene también que ver con la aceptación generalizada de la leyenda negra, que en palabras de María Elvira Roca Barea (Imperiofobia y leyenda negra): “es opinión, es contra España y es infundada”. 

La hispanofobia se deja ver hasta en la contradicción de que los propios hispanos prefiramos hacer uso del término ‘Latinoamérica’, evitando cualquier alusión a lo español

Este conjunto de opiniones infundadas contra España —en favor de los intereses de otros Estados, y en contraposición al conocimiento verídico de los hechos históricos—, permea la sociedad en general y las izquierdas en particular, llevándolas incluso a evitar el nombre de España —sin ir más lejos, Más Madrid decidió denominarse Más País al dar el salto al ámbito nacional—. De inmediato lo asocian con Franco, sí, pero en última instancia lo hacen con la imagen falsa que guardan de la expulsión de musulmanes y judíos, de la “cruel” Inquisición y del “genocidio” en América. La hispanofobia se deja ver hasta en la contradicción de que los propios hispanos prefiramos hacer uso del término ‘Latinoamérica’, evitando cualquier alusión a lo español.

Este hecho ha contado con la aceptación y el fomento de las propias élites españolas —que se lo digan al ministro de Cultura, Ernest Urtasun—, como recoge la misma autora en su otra gran obra, Fracasología. Siglos de falsificación de la historia no dejan impasible a nadie, y una consecuencia lógica es que nombrarse hoy ‘izquierda’ y ‘española’ produzca un rechazo inmediato en no pocos ciudadanos que se consideran de izquierdas, ante los cuales ningún argumento o programa electoral les puede persuadir de que el partido no sea un artificio, un engaño de la derecha.

Combatir la leyenda negra

Así pues, si esta nueva agrupación aspira a alcanzar mayorías y a gobernar; si está realmente decidida a “reconciliar a España con la izquierda y a la izquierda con España”, debe empezar por combatir sin cuartel la leyenda negra y promover el conocimiento veraz de la historia de nuestra nación, dentro y fuera de sus fronteras. Por extraño que pueda parecer, la lucha por el futuro comienza con el pasado.

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