Pla citaba a su manera al sabio francés, que, en realidad, dijo Certes, c’est un sujet merveilleusement vain, divers et ondoyant que l’homme. Il est malaisé d’y fonder jugement constant et uniforme lo que, traducido más o menos, significa que el hombre es un tema maravillosamente inútil, diverso y ondulante, resultando complicado fundamentar un juicio constante y uniforme sobre él.
Como sea que el separatismo va sobradísimo de juicios, los penales, no los filosóficos, hete aquí que Quim Torra deberá ponerse delante del de negro en una semana. Ondoyant, pasa de la alegría de haber ganado un diputado más en Madrid a las miserias diarias del que delinque a sabiendas. Se enfrenta a una pena de un año y ocho meses de inhabilitación especial junto con una multa de 30.000 euros por un delito de desobediencia. Recuerden: el vodevil de pancartas y lacitos amarillos en edificios públicos en las últimas elecciones municipales. Torra, que vive de espejismos igual que el Rodolfo de Murger descansaba en la Providencia, no le concede ninguna importancia al asunto, pero la tiene, y mucha. Porque con la batahola electoral, el batacazo de Ciudadanos – ya hablaremos en los próximos días – y de que socialistas y podemitas hayan bajado en votos y escaños, hecho al que casi nadie hace referencia, nos hemos olvidado de que el córner del separatismo está desangrándose en lucha vivísima para ver quién acaba por quedarse la razón social Pujol y Cía.
Algún día deberemos reflexionar acerca del por qué la ex Convergencia se entiende muchísimo mejor con las CUP o los CDR que con Esquerra
Vuelan hostias como panes, con perdón por mi castellano recio y robusto, y ya ni siquiera intentan disimular. Son demasiados padeciendo humillaciones, los de Esquerra, y demasiado tiempo tragándose el sapo de estar al lado de los traidores republicanos, según los otros. Algún día deberemos reflexionar acerca del por qué la ex Convergencia se entiende muchísimo mejor con las CUP o los CDR que con Esquerra, aunque los primeros aseguren ser los más súper-mega-ultra radicales.
Por eso, la inhabilitación de Torra supondría un momento singularmente importante en una Cataluña en la que ya está todo el pescado vendido, con un Govern que ni es tal ni ejerce como lo que debería ser, y un PSC al que los dedos se le vuelven huéspedes. Los comuns van a la suya, es decir, a remolque de seguir donde sea como sea aunque sean lo que son, y tanto PP como Cs están en una fase que podríamos denominar Mecano, a saber “Mujer contra mujer”.
Si a Torra le dicen aquello tan catalán de passi, passi, que veurà el pisset , pase, pase que verá el pisito, expresión falsamente cortés ante un invitado pesadísimo, enviándolo a practicar el siempre noble arte de la papiroflexia con las páginas de La Vanguardia, preferentemente las que contengan artículos de Pilar Rahola o Francesc Marc-Àlvaro, el camino quedaría expedito para que Artur Mas pudiera caminar por una cómoda pasarela de cara a ser candidato de JxCat en las próximas e inevitables autonómicas.
Que en Cataluña, singularmente, la dimisión de Albert Rivera tiene todo el peso del mundo es tan cierto como verídico; pero si Torra se marcha por estar inhabilitado, teniendo, además, a un Puigdemont en estado similar al de aquel desdichado rey Jorge, no me negarán que la cosa sería dinamita. Veríamos emerger, insisto, de las aguas del charco putrefacto sito en medio del oasis catalán a un radiante Artur Mas, que se presentaría ante el agostado nacionalista como la salvación y el freno a CDR y otras comparsas. La vie est ondoyante.
Tiene cojones.