Javier Milei fue la gran estrella política de Viva 24, el encuentro anual organizado por Vox que acoge a otros partidos soberanistas. El presidente de Argentina animó la actualidad con sus mandobles a Pedro Sánchez y señora, pero el debate sustancial que puso sobre la mesa fue otro: "La idea de la justicia social es de resentidos, envidiosos, algo aberrante, porque implica un trato desigual ante la ley, porque implica violencia, porque para hacer una política redistributiva se lo tienen que robar a otro", defiende. Por supuesto, no puede decirse algo así en un país católico sin recibir todo tipo de respuestas contundentes.
Juan García-Gallardo, vicepresidente de Castilla y León, no tuvo que responder porque ya había fijado su postura poco antes del discurso de Milei: “En el Día Internacional de las Familias hay que recordar que no hay familias sin un hogar estable y que eso es imposible si no se facilita el acceso a los jóvenes a una vivienda. Sin casas para los jóvenes no hay matrimonios, no hay hay natalidad, no hay familias, no hay pensiones”, escribió adjuntando una noticia sobre la brecha de propiedades entre los treintañeros y sus padres y abuelos. Como habrán imaginado, le cayó un chorreo de insultos, desde "comunista" hasta "falangista", como si no existiera una cosa llamada Doctrina Social de la Iglesia.
Hace poco menos de un siglo, la encíclica 'Quadragesimo Anno', de Pío XI, advirtió de lo que se nos venía encima
Por supuesto, también hubo quien aprovechó para fabricar titulares tipo “Vox se acerca a Podemos”, para gran regocijo de los detractores del partido verde adictos a los bulos. La mejor respuesta de Gallardo fue un artículo de José Luis Ruiz Bartolomé, jurista y diputado de Vox. El texto comienza con un dato clave, recogido en un informe del Banco de España: la tasa de vivienda en propiedad de los menores de 35 años se desploma desde un 70% en 2011 al 31% de 2022, momento en el que se recogen los datos. Si a esto es progreso, que baje Dios y lo vea. “Hasta hace muy poco tiempo, España era el país de Europa occidental con mayor tasa de vivienda en propiedad. Un país en el que era difícil encontrar una familia en que los padres no animaran a sus hijos emancipados a adquirir un piso”. ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Por qué la izquierda habla ya solo de alquiler y nunca de compra? ¿Puede empeorar esta desposesión inmobiliaria?
¿Propietarios o proletarios?
Lo que estamos viviendo en España, explica Ruiz Bartolomé, es la progresiva proletización de las clases medias, ejecutada con la imprescindible complicidad del bipartidismo. Frente a esto, recuerda la potencia del distributismo católico, que consiste en considerar una sociedad más justa cuanto más repartida está la propiedad, algo que no cumplen ni el comunismo (donde el grueso de la propiedad es estatal) ni el neoliberalismo (que genera niveles de desigualdad crecientes, además de amplias capas de desposeídos). Ruiz Bartolomé reivindica la inteligencia conservadora de Chesterton, el compromiso del ministro franquista José Luis Arrase con la sociedad de propietarios (en vez de proletarios) e incluso la decisión de Boris Yeltsin de repartir entre los rusos la vivienda estatal cuando cayó el comunismo.
¿Es la justicia social una aberración? De ninguna manera, lo aberrante es -entre otras cosas- el ritmo al que los fondos de inversión extrajeros compran sectores claves de España y disparan los precios de los pisos, empeorando el acceso de las capas más pobre. Hace poco menos de un siglo, la encíclica Quadragesimo Anno, de Pío XI, ya advirtió de lo que se nos venía encima: “Salta a la vista que en nuestros tiempos no se acumulan solamente riquezas, sino que también se crean enormes poderes y una prepotencia económica despótica en manos de muy pocos (…) Últimas consecuencias del espíritu individualista en el campo económico, venerables hermanos y amados hijos, son las que vosotros mismos estáis viendo y deplorando: la libre concurrencia se ha destrozado a sí misma; la prepotencia económica ha suplantado al mercado libre; al deseo de lucro ha sucedido la ambición del predominio; toda la economía se ha hecho extremadamente dura, cruel, implacable”, advierte. La justicia social también es una herramienta para salvar al liberalismo de sus monstruos.
Yorick
La justicia social no es un sueño: es una pesadilla.
JaimeRuiz
La justicia social es una aberración y Milei lo expresó con absoluta claridad. Primero, porque como bien se preguntaba Thomas Sowell, ¿hay alguna justicia que no sea social? Justicia social es un nombre de la propaganda socialista, presente en todos los fascismos y muy marcadamente en el primer franquismo. Lo señalaba José Ángel Valente y para el que quiera comprobarlo copio el enlace. https://elpais.com/diario/1996/01/17/opinion/821833202_850215.html# Naturalmente que la propiedad y la libertad genera desposeídos porque ¿qué es desposeído? Una persona que nace hoy en Malaui ¿qué parte de Apple tiene? Ninguna, ha sido desposeída de la propiedad de Apple. Suena a disparate, pero eso es exactamente lo que se usa como desposeídos. El columnista miente como Echenique o alguien así con el cuento de que el "neoliberalismo" genera pobres, es extraño que no huyeran de los Estados Unidos de Reagan a la solidaria Cuba. La doctrina social de la Iglesia ya la definió Voltaire antes de que tuviera ese nombre, Cándido llega al Paraguay de las misiones, donde los padres lo poseían todo y la gente no poseía nada. Por eso la justicia social que siempre han promovido los jesuitas, fuera con Onésimo Redondo o con Ernesto Guevara, es lo que define a las sociedades hispanoamericanas, las únicas que no existían antes y son hijas de la Iglesia, por eso son todas miserables. Sólo la libertad redime, sólo en la libertad hay sociedades prósperas en la que todos tienen oportunidades. Gracias a la justicia social del fascismo Europa y América se van quedando atrás y serán sólo regiones de segundo orden cuando levanten cabeza las sociedades del Índico.
parlando
Su Sanchidad se ha gastado mil millones de euros de dinero público en cologar a su amiguito de tesis (falta) como Consejero de Telefónica. ¿Para cuántos pisos sociales da mil millones de euros? Pues, a poco, unos cien mil. ¿Le interesa a Su Sanchidad que haya vivienda social? Tanto como las hojas de los rábanos. Le interesa que le voten los viejos gagás para mandar y gobernar al son de la gran banca y de los fondos internacionales. Porque mientras no haya vivienda social, los precios estarán disparados, las hipotecas muy buenas para la banca, y el sector inmobiliario será acaparado por los fondos buitres. Pero el amiguito de SuSanchi tiene puesto en Telefónica. Es lo que maaás importa. ... Además de los devaneos y favores de su mujer.
Alon101
Milei tiene toda la razón del mundo. La Justicia no tiene calificativos. Es dar a cada cual lo suyo. Hay otros conceptos compatibles, como pólizas de seguros, solidaridad, caridad ...., pero son otra cosa.
Perhaps
¿Por qué supone usted que el alquiler no es un acceso digno a una vivienda? De hecho el alquiler facilita la movilidad de los ciudadanos. Unas leyes de alquiler aceptables y no lo que hay subsanarían el acceso a la vivienda. Suponer que la propiedad es el único acceso aceptable a una vivienda es ridículo. Para una persona mayor que vive sola, situación que tiende a aumentar, la propiedad es una carga sin sentido. Y más si piensa en los herederos. Se lo dice un propietario que vendió su vivienda para irse de alquiler.
Norne Gaest
Bastante de acuerdo con los comentarios de RafaR, Wesly y Vallecas. Encontrar el equilibrio entre un mercado competitivo, libre, y la protección de los más débiles por parte del estado, procurando cierta igualdad de oportunidades; este es el reto del liberalismo. Hoy lo que presenciamos en España es un Estado hipertrofiado por la superestructura política, un castigo a los autónomos, empresarios y emprendedores, y el derroche del dinero público, lo que produce un endeudamiento que estamos y pagaremos todos. En cuanto a la vivienda, un detalle: me parece que está abandonada la vivienda de protección oficial.
Tony010
D. Víctor, construya Vd. más pisos, masivamente, como hizo Franco, y ya verá cómo cae el precio y acceden los jóvenes. Eso es liberalismo, oferta y demanda. Ah! Pero si es q no se puede construir porque las Administraciones locales y regionales lo impiden, solo especulan, porque la especulación es un 30% de sus ingresos vía plusvalías! Ah, pero eso es justicia social. D. Víctor qué fácil es caer en la trampa de la demagogia socialcomunista.
vallecas
¿Qué entiende usted por justicia social? ¿Cree que es lo mismo que lo que entienden los demás? ¿Cree que es un concepto claro y entendible por todos? Justicia Social es en sí un concepto erróneo, tan amplio que es muy fácil perderse en él. Igualdad de oportunidades es un mejor concepto. Vivo en Madrid donde hay una excelente sanidad pública, la mejor de España y sin duda una de las mejores del Mundo. Si a la SALUD le sumamos la formación (estudiar es posible para todo el que quiera estudiar, ¡¡claro está'¡¡) solo nos falta la VIVIENDA. Este es el único asunto que falta, pero nuestro gobierno social-comunista está mas interesado en controlar Telefónica que en solucionar un asunto tan importante para los más necesitados. Salud, formación y vivienda, es lo que necesito, lo demás para ustedes. Esto es la Justicia Social.
Wesly
Cuando los políticos, especialmente los políticos de izquierda, promocionan la "justicia social" como el derecho a exigir que sean los demás quienes resuelvan nuestros problemas en realidad están promocionando la ausencia de libertad, la extraccion coactiva de recursos a los emprendedores, la desigualdad, la concesión de privilegios a unos pagados obligatoriamente por otros. Están fomentando la vagancia y están desincentivando el esfuerzo. La solidaridad obligatoria ha de ser muy cuidadosa, muy justificada y muy controlada para evitar sus efectos negativos, en especial la injusticia social que supone la concesión de privilegios y la desincentivación del esfuerzo, y la falta de recompensa al mérito. La injusticia social conduce a la decadencia, a la pobreza, a la deuda pública, al clientelismo (compra de votos) y a una sociedad dependiente y ruinosa.
RafaR
Tiene usted razón en que la justicia social no es aberrante. Sin embargo, hay que tener cuidado con lo que se denomina justicia social. En España el concepto de los dirigentes de justicia social es poner trabas a los ricos y pagas a los pobres. Y eso, perdone que le diga, no es ni justicia ni socialmente aceptable. En España, en la que, efectivamente, se está proletizando a las clases medias, se ha desprestigiado el concepto "empresario", se ha desprestigiado el "capital", se ha endiosado a papá Estado y se ha promovido el acceso a la paguita, al cargo, al funcionariado. Cuando la progresía ha logrado imponer su discurso estatalista, ha destrozado la educación y ha desterrado el fomento del mérito y el esfuerzo personal, no podemos asombrarnos al ver los resultados: universidades llenas de parados en potencia con la única aspiración de, una vez terminados los estudios, hacer una oposición y conseguir una paguita. O trabajar de camarero, de peón o de comercial de lo que sea para tener un sueldito que poder gastar en cañas o en la disco durante el finde. Lo de ahorrar, lo de esforzarse, lo de formarse de verdad, si acaso para otros. Cuando durante la juventud no se plantan los cimientos... no podemos esperar que sean otros los que nos faciliten la "justicia social". Si se crea riqueza, avanzamos todos. Pero no es eso lo que se ha fomentado. Y la caridad cristiana es algo muy bueno, no lo pongo en duda, pero no olvidemos que la caridad empieza por uno mismo. No hay nada contradictorio entre la doctrina cristiana (no necesariamente de la Iglesia o de este Papa) y el pensamiento liberal. Para mí la justicia social es ayudar al que, realmente, no puede. Pero pretender ayudar a todos a base de subvenciones, paguitas, empleo público y demás es una ruta segura al desastre.
Mazarino
¿De qué vas Pache?
Ganuza
Ascensor social roto porque la educación está rota. Lo dice el artículo y estoy de acuerdo. A los ricos les da igual porque su hijos se educan en instituciones de élite que sólo ellos pueden pagar. A los no ricos o sencillamente pobres se les cierra el casi único modo de prosperidad. El otro es que te toque la lotería.