Opinión

Lecciones de economía básica de Juan Roig

Mercadona intentó frenar aumentos de precios en productos a pesar de que a ellos les llegaban mucho más caros

  • El presidente de Mercadona, Juan Roig

En unas jornadas marcadas por la crisis motivada por bancos centrales que, desde hace años, inyectan dinero inventado a tipos de interés ridículos, quiero hablar hoy de la economía real, de las empresas que consiguen darnos un servicio a cambio de un margen. Nuestras administraciones llevan años poniendo palos en las ruedas a estas empresas: más y más normas que implican más coste, a veces con la excusa de lo ecológico, otras con la ampliación de los permisos de paternidad, pasando por el obligado aumento del salario mínimo (que implica que arriesgarse a contratar, por ejemplo, a un joven sin experiencia sea mucho más caro cada año) y, cómo no, la mayor presión fiscal generalizada.

Esto se aplica a todo tipo de negocios, desde micro pymes (las más numerosas en nuestro país) a las cotizadas en el Ibex. Sin embargo, gran parte de éstas últimas cada vez dependen menos de su negocio nacional por lo que todo esto les afecta menos que a las más pequeñas y más enfocadas en clientela española. Es decir, que los obstáculos que los gobiernos han puesto últimamente para la iniciativa empresarial no sólo son negativos, además son insolidarios ya que afectan más a las empresas más pequeñas y, en última instancia, a los autónomos.

Una empresa puede crear miles de empleos, pagarles por encima de la media del sector, cuidar por la igualdad salarial sin tener en cuenta el sexo de sus trabajadores, procurar que la mayoría nunca tenga que trabajar en domingo ni días festivos, darles una paga extra para repartir con ellos parte de los beneficios, incluso puede subirles el sueldo en la misma proporción que el IPC del año pasado, lo que supone un coste enorme. De hecho, todos conocemos una gran empresa española que ha hecho todo esto: Mercadona. Y si lo hace es porque quiere hacerlo, pero sobre todo lo hace porque puede.

Esto es una perogrullada pero es evidente que si esta compañía no ganara dinero no podría hacer todo esto. Un negocio (privado, otro día hablaremos de Correos o RTVE) que pierde dinero no crea empleo (de hecho, suele reducirlo), no puede ser generoso con los salarios, no puede repartir beneficios, no suele subir los sueldos, y lo más probable es que sus intentos desesperados para ser más productivos le lleven a exigir a sus empleados más sacrificios de todo tipo. Sólo por eso ganar dinero es mejor que perderlo, sin entrar en que los proveedores y el fisco también ingresan más en el primer caso que en el segundo. Por eso tan absurdo criticar a una empresa por ganar dinero, especialmente si quien lo hace es un ministro.

Aunque sus beneficios han aumentado un 5,5% (han vendido más que nunca) ha realizado una contribución de 2.263 millones de euros, bastante más que los 718 millones de beneficio, a las arcas públicas de España y Portugal

Pero a los de Podemos les ha dado por criticar a Mercadona, empresa con 99.000 trabajadores, de forma absurda ya que la presentación de resultados de esta semana ha confirmado lo que ya comentamos hace algunas semanas: que no se han aprovechado de la subida de precios generalizada. Esto se ve en que la empresa obtuvo 0,025 euros de beneficio neto por euro vendido frente a los 0,027 de 2021. Además, aunque sus beneficios han subido un 5,5% (han vendido más que nunca) ha realizado una contribución de 2.263 millones de euros, bastante más que los 718 millones de beneficio, a las arcas públicas de España y Portugal: un 12% más, con subidas de dos dígitos tanto del impuesto de sociedades, como de la parte del IRPF de los trabajadores como de la partida del IVA. Juan Roig quiso aportar argumentos ante las críticas (aunque por lo que se ha visto estos días, el fanatismo de algunos no entiende de explicaciones) y puso ejemplos de cómo Mercadona intentó frenar aumentos de precios en productos a pesar de que a ellos les llegaban mucho más caros. Incluso se molestó en explicar cómo el precio del gas disparó el precio de los tomates en origen o cómo el aumento de la demanda en China hizo lo propio con el cerdo: "O pagamos más por la carne y subimos el precio o no tenemos carne de cerdo, porque se lo llevan otros. Mandan la oferta y la demanda, no es una decisión nuestra".

Lo cierto es que si no se suben los precios finales cuando los productos suben en origen, no hay negocio, y sin negocio hay desabastecimiento

También explicó algo que es obvio pero que explica por qué los populistas se ceban con Mercadona: "Hablamos más sobre la alimentación y sobre empresas como Mercadona porque todo el mundo consume alimentación y tiene una experiencia de compra, pero está ocurriendo en casi todos los sectores". Sin embargo, muchos se han quedado con la frase "Hemos subido los precios una burrada, pero no hacerlo habría sido un desastre" y por maledicencia se ha sacado de contexto. Lo cierto es que si no se suben los precios finales cuando los productos suben en origen, no hay negocio, y sin negocio hay desabastecimiento. Esto nos lo ha enseñado la Historia ya que ha pasado allí donde ha habido una economía planificada que no ha tenido en cuenta la iniciativa privada, como la Europa soviética o Cuba, aunque el mejor ejemplo es China, país que pasó de tener millones de muertos por hambre a tener excedentes gracias a permitir el incentivo de los beneficios.

Si se ponen topes a los precios no sólo no se frena la subida (Argentina los tiene y su último dato de IPC interanual es de ¡tres dígitos!), provoca menos oferta (en Cataluña se ha podido comprobar tras topar los precios del alquiler, ya que menos gente saca al mercado sus viviendas) porque nadie quiere arriesgar su capital si no hay una expectativa de beneficios razonables. Del mismo modo, sin un salario pocos trabajarían y del mismo modo nadie compraría una acción en la bolsa si no esperara ganar algo. Juan Roig también se explicó al respecto: “Toparíamos si el proveedor nos topara, cosa que no ocurre. Nos cobra más cuando es más caro. Los precios dependen de la oferta y la demanda". De todo lo que dijo en la presentación de resultados, muy recomendable porque sus palabras rebosan sentido común, me quedo con esta frase: "Lo realmente ideal para las empresas de distribución es bajar precios. Nada nos da más satisfacción que lograr un buen producto más barato que el de la competencia para captar más clientes.”. Lógico.

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