Opinión

López Obrador debe pedir perdón a México

No se trata de que el actual presidente mexicano se disculpe por sus desastrosas políticas para la economía y el bienestar de los mexicanos (incluidos los indígenas), ni por los

  • Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

No se trata de que el actual presidente mexicano se disculpe por sus desastrosas políticas para la economía y el bienestar de los mexicanos (incluidos los indígenas), ni por los ataques que están sufriendo periodistas, ni por la falta de seguridad o trabajo, ni por tantas cuestiones criticables de una presidencia marcadamente populista. De eso ya tendrá ocasión de rendir cuentas en las urnas. Todo ello si no llega a tiempo de convertir a México en una Nueva Venezuela.

No obstante, sí ha llegado el momento oportuno de exigirle que pida disculpas en nombre de sus antecesores. No por las supuestas atrocidades que pudieran cometer hace cinco siglos sus ancestros españoles, cuyo legado además niega a pesar de que corra abundante sangre española por sus venas. Lo que no puede evitar asumir es la herencia por las decisiones de sus antecesores en el cargo: desde los fundadores (criollos) de la República de México hasta la actualidad. Estas acciones y omisiones, por ser más recientes y tener continuidad en el tiempo, sí tienen una influencia directa en la situación de México y no las otras. Incluso podemos quitar de esta lista al “emperador” Maximiliano, por haber sido impuesto por una potencia extranjera, pero que sirvió para demostrar en poco tiempo lo que podría haber sido México de haber sido conquistado por franceses. También pueden preguntar a Haití.

López Obrador, en primer lugar, debe pedir disculpas por el engaño constante que los dirigentes mexicanos llevan sometiendo a su pueblo durante los dos últimos siglos. Todo valía, y sigue valiendo hoy, con tal de no asumir su propia responsabilidad sobre el desastre político, social y económico que supuso la independencia para México.

Tardaría más de un siglo en recuperar la renta media que disfrutaba cuando era un “terrible” Virreinato. Pero esto no se enseña en las escuelas

Debe pedir disculpas porque los nuevos dirigentes, en poco tiempo, lograron que Nueva España, de ser el polo comercial más importante del mundo y contar con una industria del primer nivel (Humboldt dixit), acabara convirtiéndose en un territorio pobre y eternamente deudor de los bancos ingleses y norteamericanos. Tardaría más de un siglo en recuperar la renta media que disfrutaba cuando era un “terrible” Virreinato. Pero esto no se enseña en las escuelas.

Debe pedir disculpas por la actitud servil hacia el vecino del norte, a pesar de las humillaciones sufridas desde el minuto cero de la independencia, primero por el robo de territorio, luego por la doctrina Monroe.

Debe pedir disculpar por perder en muy poco tiempo más de dos tercios de su territorio —que llegó a alcanzar hasta Alaska— en una terrible guerra con los EEUU (con muertes de niños y violaciones incluidas) de la que nadie habla. Ni siquiera cuando desde el norte se deprecia a los hispanos que llegan como emigrantes o tratan de construirles muros en una tierra que no hace tanto tiempo fue suya.

Debe pedir disculpas por no haber explicado el papel que ha jugado el mundo anglosajón en la política de México, en lugar de atacar a los españoles por ser diana fácil al no soler defenderse. Recientemente, el profesor Marcelo Gullo ha destacado que, de acuerdo con papeles desclasificados por los propios servicios secretos norteamericanos, al menos tres presidentes mexicanos ejercieron de agentes al servicio de intereses del norte, destacándose estos precisamente por hacer especial hincapié en difundir la leyenda negra hispanófoba. Deberemos esperar bastantes años para saber si algo semejante puede predicarse de los actuales dirigentes. Aunque, si alguien viste casco de bombero, uniforme de bombero, botas de bombero y lleva en la mano un hacha de bombero, no resulte descabellado concluir que es un bombero.

La condesa de Miravalle vive en Granada y el titular del condado de Moctezuma (al que de desde 1766 acompaña el grado de “Grande de España”) ha venido viviendo en Extremadura

Debe pedir disculpas por el desprecio constante hacia los verdaderos creadores del México moderno: Cortés y doña Marina. El primero diseñó en sus Cartas de relación un sistema de gobierno ejemplar, amén de fundar tres hospitales de su bolsillo. La segunda, indígena, consultora y primera mujer intérprete de lenguas.

Debe pedir disculpas por el menosprecio a la dinastía Moctezuma, cuyos herederos, descendientes también del mestizaje con españoles, viven hoy en España (¿por qué será?) con títulos nobiliarios. La condesa de Miravalle vive en Granada y el titular del condado de Moctezuma (al que de desde 1766 acompaña el grado de Grande de España) ha venido viviendo en Extremadura.

Debe pedir disculpas por deshonrar a los mejores hijos de México. Por ejemplo, Juan de Oñate (1550-1626), nacido ya en Nueva España, concretamente en la ciudad de Pánuco, tan o más mexicano que López Obrador. Fue explorador, fundador y gobernador de la provincia de “Nuevo México”; sólo el nombre elegido demuestra su amor por México. Si este territorio pertenece hoy a los EEUU no fue culpa suya ni de los españoles. A pesar de ello, es atacado por haber sofocado la revuelta de Acoma, aunque mucho no debiera odiar a los indios pues se casó con Isabel de Tolosa Cortés de Moctezuma, bisnieta de Moctezuma y nieta de Hernán Cortés.

Debe pedir disculpas por el trato inferido a los indígenas, “después de la independencia”. Por de pronto, Porfirio Díaz persiguió a los yaquis (ocasionando 20.000 muertos, muchos más que Oñate) y llevó al práctico exterminio de los mayas. Otros dirigentes criollos también respaldaron agresivas campañas contra los indígenas, causando por de pronto su empobrecimiento. Cuando España se fue, el 50% de la población mexicana eran indígenas, hoy no llega al 30% los que se reconocen como tal. ¿Dónde ha ido la diferencia?

Debe pedir disculpas a la Virgen de Guadalupe, al indio Juan Diego y a todos los católicos mexicanos pues cuando se desprecia el legado español se insulta a su fe y a sus creencias ¿Era mejor la religión que exigía sacrificios humanos? También a los constructores de la Catedral de Ciudad de México, cuyo esfuerzo al parecer sería baldío e ilegítimo, a pesar de ser la más grande de América y nada inferior a las europeas.

Debe pedir disculpas a todos los estudiantes y profesores que pasaron por las aulas de las Universidades de México (1551), Mérida (1624) y Guadalajara (1792) por no poner en valor su esfuerzo y sus producciones académicas.

Debe pedir disculpas a todos los médicos y personal sanitario que trabajaron en los casi 300 hospitales que se abrieron durante los tres siglos que duró el Virreinato, en algunos de los cuales se practicaba la medicina y la farmacopea mestiza, mezclando lo mejor de las técnicas europeas y las de la medicina de los chamanes.

Debe pedir disculpas a Octavio Paz, Carlos Fuentes, Juan Rulfo, Sor Juana Inés de la Cruz (primera feminista de las Américas norte y sur), Laura Esquivel y tantos otros por despreciar la lengua en la escribieron sus obras.

Por último, debe pedir disculpas a los mexicanos de hoy por hacer el ridículo, amenazando con romper relaciones con la España que ha acogido a miles de sus compatriotas (la tercera comunidad más numerosa de mexicanos en el exterior y la primera de Europa). Y es que cuando el objetivo prioritario es huir de la responsabilidad propia buscando chivos expiatorios y suministrando cuentos de miedo para distraer a su pueblo, se corre el peligro de que estos pierdan el sueño y se pregunten: ¿no hay alguien más, con algo de sentido común, para representar los intereses reales de México?

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