Feijóo tiene sólo dos maneras de hacer oposición. En primer lugar, cada vez que se conoce un nuevo escándalo del Gobierno -cada cuatro días más o menos- sale a decir que menudo escándalo. O manda a Cuca Gamarra a decirlo. Menudo escándalo. Cómo puede ser. Esto es inaceptable. Tenemos el peor Gobierno de Europa. El ministro -el que toque esa semana- debe dimitir. Los españoles no aguantan más. Sánchez debe recapacitar.
El segundo modo es aún peor. Con el segundo modo recuerda permanentemente a los españoles que la alternativa que él representa es ineficaz, patética y profundamente desleal. Su principal programa de oposición es un continuo ofrecimiento fracasado a fuerzas que no quieren ni abrirle la puerta. Y, en la mayoría de los casos, son fuerzas a las que él mismo no debería abrir nunca la puerta.
Llama primero a Europa, porque ya se sabe que a Europa le preocupan las instituciones, el iliberalismo, los derechos humanos, la verdad y la luz de la Ilustración. El regeneracionista Feijóo lo tiene claro: España es el problema, Europa la solución. Ellos, insisten los populares, van a solucionar la imposibilidad de estudiar en español en España, las amnistías del PSOE a socios del PSOE, la política penitenciaria y memorialística respecto a la izquierda terrorista, los decretos para poner las leyes al servicio del partido. Van a hacer todo lo que el PP es incapaz de hacer. Confiemos en Europa, nos dice. Y Europa responde como se espera. Teresa Ribera será vicepresidenta de la Comisión Europea.
La segunda llamada, que es la de estos días, es siempre para el PNV y Junts. El partido de Arzallus y el de Puigdemont. El partido golpista y el partido para el que “golpe” suena a bolsa de nueces. Feijóo confía en esos nacionalistas porque “no son de izquierdas”, y porque él tampoco es que sea muy de derechas. Apela al entendimiento mutuo no entre españoles, no vayamos a provocar, sino entre políticos. Compradme una moción, hombre. Y los nacionalistas, que han traicionado innumerables veces al PP y, lo verdaderamente importante, a España, responden como se espera. Moción al PP y miembros fundadores del Gobierno progresista.
Sánchez, al contrario que Feijóo, tiene una idea de España. Y en la España de Sánchez y del PSOE el que no cabe es Feijóo. Ni el PP. Ni Vox. Ni Ciudadanos. Ni UPyD. Ni los católicos. Ni los ciudadanos que no creen en la necesidad de que el Gobierno socialista deba tener un poder ilimitado
A continuación prueba con los socialistas buenos, porque al menos tienen “una idea de España”. Los votantes socialistas son mejores que esto, los barones socialistas son mejores que esto, el PSOE de antes es mejor que esto. Charlas amistosas con Felipe González, añoranzas de Alfonso Guerra. Ah, el buen socialismo viejo de Vera y Barrionuevo, Filesa, los GAL. Rebelaos, hombre. Si el cortijo va a seguir siendo vuestro. Poned a un socialista al que podamos votar. Y los socialistas responden como se espera de un partido con los 140 años de terrible historia del PSOE. Unidad absoluta en torno al líder y desprecio absoluto al vendedor ambulante de mociones.
La última llamada de Feijóo es la mejor de todas. La que caracteriza realmente al hombre y al partido. Apela, qué cosas, al propio Sánchez, porque es “rehén de sus socios”. Todo lo que ha dicho y hecho estos años no es suficiente. Feijóo aún confía en Sánchez. En que nada de lo que ha dicho y hecho provenga de su voluntad y de su militancia en el socialismo. Confía en que dentro de un mes se dé cuenta de que preferiría gobernar con los votos del Partido Popular. Pero Sánchez, al contrario que Feijóo, tiene una idea de España. Y en la España de Sánchez y del PSOE el que no cabe es Feijóo. Ni el PP. Ni Vox. Ni Ciudadanos. Ni UPyD. Ni los católicos. Ni los ciudadanos que no creen en la necesidad de que el Gobierno socialista deba tener un poder ilimitado. Ni los periodistas que no están al servicio del Progreso™. Ni los españoles que se niegan a que España sea troceada por el PSOE y sus socios. Todos esos, nunca se han cansado de repetirlo, son ultras, mentirosos, propagadores de bulos, fascistas.
La España de Sánchez es la España de sus votantes, de Page y Lambán, de Madina, de Intxaurrondo, de RTVE, de los funcionarios que filtran preguntas a los suyos, de los sindicatos al servicio del partido, de Marlaska, de Ribera, de Robles, de Patxi López, de Bolaños, de García Ortiz, de Conde-Pumpido, de Mercedes González, de Diana Morant, del jefe de la UME, de Miguel Ángel Oliver, del jefe del Estado Mayor que trabajaba para “minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno”, de los comités de expertos siempre atentos a las consignas del partido, del entendimiento con los antiespañoles fanáticos y organizados, de los indultos y las amnistías.
Liderazgos asimilados como Moreno Bonilla
Y la única marca distintiva de Feijóo y del PP es la búsqueda constante de un socialista que los legitime. Por eso surgen liderazgos ideológicamente asimilados como el de Moreno Bonilla y María Guardiola. Por eso se mantienen liderazgos inoperantes como el de Mazón en Valencia. Por eso no se dan cuenta de lo que reflejan declaraciones como la de Ester Muñoz en esRadio.
“No hay ningún presidente en la Unión Europea que tenga a su mujer imputada, a su hermano imputado, al Fiscal General del Estado imputado y al que fue número dos en su partido y ministro de su Gobierno imputado”, decía hace un par de días.
Lo que habría que preguntarse es cuántos partidos de la oposición en la Unión Europea tienen a la mujer del presidente del Gobierno imputada, al hermano del presidente del Gobierno imputado, al fiscal general imputado, a antiguos ministros imputados, a un gobierno tan corrupto, tan sectario, tan incompetente, tan autoritario y tan hostil a la nación como el que tenemos… y aun así son incapaces de dejar de estar en la oposición.