Opinión

¿Quién manda en los Mossos de Escuadra?

Los independentistas se llenan la boca con términos tales como opresión, dictadura, franquismo, falta de democracia o violencia policial. Se conoce que la mayoría de ellos ignora lo que era

  • Imagen tomada por un guardia de la inacción de los mossos.

Los independentistas se llenan la boca con términos tales como opresión, dictadura, franquismo, falta de democracia o violencia policial. Se conoce que la mayoría de ellos ignora lo que era correr delante de un gris cabreado. También se aprecia que, en materia de orden público, los Mossos ni están ni se les espera.

“Que les saque las castañas del fuego la Guardia Civil”

Calle Gran Vía. Barcelona. Ante la mirada de los Mossos, la Policía Nacional tiene que efectuar una carga contra un piquete que estaba interrumpiendo el tráfico en un punto especialmente complicado. En otros lugares, la policía autonómica había “negociado” con los aguerridos huelguistas de la estelada para que, al menos, dejasen expedito un carril para ambulancias y otros servicios de emergencia. Aquí, ni eso.

Uno de los asistentes, con un pasamontañas – cosa que ha sido bastante frecuente entre los alborotadores, porque ni son sindicalistas ni son huelguistas – le comentaba a un adlátere que ya les iba bien que policías nacionales o guardias civiles hiciesen el trabajo sucio. “Cuando se proclame la república será muy beneficioso disponer de una policía sin mancha”.

Sigamos. Veinte niñatos que han encontrado una excelente excusa para no acudir a clase, sentados en el asfalto con sus botellitas de agua y sus cánticos patrióticos, cortando una de las vías principales de acceso a Barcelona. Mientras se hacen selfis y wasapean con sus compis yoguis, la retención que causan es brutal y la cola de automóviles que se forma es retratada, filmada y comentada una y otra vez por los medios del régimen que, ¡ah, cosas de la vida!, no hacen ni puñetero caso a las personas que, desde sus coches, se acuerdan de la madre que parió a los independentistas. La cacareada “Huelga de país”, convocada por un sindicato menos que fantasma, la CSC, que dirige un ex terrorista, ha sido un completo fracaso como ya preveían los convocantes así que, justamente por eso, se trataba de hacer el máximo ruido posible.

De ahí que unos cuantos hayan cortado carreteras, se hayan apoderado de la estación del AVE a su paso por Girona o hayan saboteado diferentes líneas ferroviarias de Cercanías. Nada de eso modifica la situación política un ápice, pero en cambo perjudica terriblemente a los trabajadores, a la gente normal, a lo que desean ir a su trabajo, a hacer sus compras, a acudir al médico, en fin, a todo eso que conforma el tapiz de lo que venimos en denominar la vida cotidiana. Para los independentistas, sin embargo, tal concepto no existe. Lo suyo son las jornadas históricas. Que los separatistas estén gastando la poca munición que les queda intentando presionar a una sociedad que empieza a desconectar de Matrix, es lógico. Que la ciudadanía se sienta desprotegida ante los desmanes de los escuadrones del caos independentista, es harina de otro costal.

Que los separatistas estén gastando la poca munición que les queda intentando presionar a una sociedad que empieza a desconectar de Matrix, es lógico.

¿Qué ha hecho la policía autonómica, los Mossos, ahora intervenidos por el 155? Si están bajo el mando del ministro del interior de España, el señor Juan Ignacio Zoido, ¿por qué han mantenido una actitud igual a lo largo de esta huelga ful que la que tuvieron el pasado 1-O? Señor ministro ¿manda usted sobre ese cuerpo policial, manda el número dos de Trapero, el comisario Ferrán López, al que usted colocó en lugar del ex Mayor de los Mossos, manda la ANC y sus afiliados separatistas con placa policial? ¿Quién carajo manda en los Mossos? Los 17.000 efectivos de la policía autonómica catalana ¿le sirven a usted de algo? Porque, en lo que respecta al mantenimiento del orden público, parece que han sido mucho más eficaces los 11.000 policías nacionales y guardias civiles que, por fortuna, también tenemos en estas tierras.

Aún entendiendo que nadie puede pretender disponer de un agente del orden delante de su casa o su negocio, ¿podría indicarme, señor ministro, donde andaban los Mossos cuando los vándalos han organizado barricadas ante la entrada de diferentes facultades, impidiendo el paso a los estudiantes que querían ejercer su derecho a asistir a clase? ¿Piensa utilizarlos de cara a las acciones que ya ha anunciado la diputada de las CUP Eulalia Reguant, acerca de que los Comités de Defensa de la República piensan cortar todas las carreteras y vías de acceso “fronterizas” entre Cataluña y el resto de España? Estaría bien que contestase usted, eso sí, sin confundir Cataluña con Andalucía, ya que estamos.

Solo una policía

El fiasco que ha supuesto el cuerpo de Mossos – a pesar de que sus exégetas los pongan por las nubes – no es algo que haya aparecido de repente. Hace muchos años que se cuestiona no ya su neutralidad política – recuerden en la década de los ochenta como ya se hablaba de los famosos Mortadelos, que seguían a políticos de la oposición a Pujol-, sino su excelencia profesional. Siento decirlo, pero son agentes bastante mediocres, con una tendencia a las bajas por depresión muy por encima de los ratios europeos, dicho sea con el máximo respeto a los profesionales de categoría, que también los hay, dentro de los Mossos. Como sucede con otros organismos policiales, para acabarlo de arreglar, ha terminado por hacer mejor carrera aquel que ha sabido moverse por los pasillos politiqueando con este Conseller o con el otro que el profesional.

La mal entendida descentralización ha creado auténticos monstruos burocráticos que resultan ineficaces y, además, carísimos. Si se me permite decirlo, aunque solo sea en mi modesta condición de ex profesor en el Master de Estudios Policiales de la Universidad de Bellaterra, lo que hemos acabado teniendo en España en cuanto a modelo policial es un auténtico Frakenstein. Tienen sentido las policías locales, porque mantienen contacto más directo con la ciudadanía, de la misma forma que lo tienen los cuerpos a escala nacional. Tiene sentido la Guardia Civil, que cubre el espacio intermedio entre ambas, actuando en el territorio. Ahora bien, ¿qué pinta en todo esto una policía autonómica con competencias de policía judicial, como no sea duplicar gastos, esfuerzos y embrollar el organigrama?

“Son competencias autonómicas”, soltará algún político con cara de úlcera de estómago. Lo son, claro, pero no deberían serlo, porque la defensa, la educación, el orden público, las relaciones internacionales y la sanidad deberían ser competencias exclusivas del estado. A la que hemos querido no descentralizarlas, sino cederlas a los diferentes reinos de taifas que son las autonomías ha salido perdiendo el contribuyente. Esto sea dice muy poco de los políticos, que han mercadeado con ahora te cedo los servicios sociales a cambio de tu voto en la investidura, por decir algo. Ahora, en el terreno de la seguridad se debería haber tenido más rigor. ¿No recuerda nadie los reproches que, a propósito de los criminales asesinatos yihadistas perpetrados este pasado mes de agosto, se cruzaron entre Mossos, Policía Nacional y Guardia Urbana? ¿Nadie entiende, entre los gobernantes de España, que con una alerta cuatro, y teniendo como tenemos en Cataluña la mayor concentración de mezquitas salafistas de toda Europa, la descoordinación policial es un error rayano en el crimen? ¿Tan complicado es decirle a la gente que no podemos pagar tantos organismos duplicados o exponernos a más problemas de orden público?

No recuerda nadie los reproches que, a propósito de los criminales asesinatos yihadistas perpetrados este pasado mes de agosto, se cruzaron entre Mossos, Policía Nacional y Guardia Urbana?

No crean que todas las culpas son para independentistas y populares, porque lo que vivimos ahora en materia policial fue propiciado por los ínclitos miembros del Tripartito. Querían desplegar a los Mossos sin tener ni idea, hicieron replegarse a la Benemérita y a la Policía Nacional con los resultados evidentes que padecemos ahora. Un puñado de agitadores se pone a cortar carreteras, vías de trenes o calles y aquí ni pasa nada ni se detiene a nadie. Los Mossos se lo miran, hacen un par de carguitas para que no se diga y, hala, mañana será otro día.

Son tiempos de bandoleros y asalta caminos. El Duque de Ahumada debe estar revolviéndose en su tumba.

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