“Os imagináis amigos, esta crisis en Cataluña, con la mitad del Gobierno defendiendo la Constitución y la otra mitad del Gobierno, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos en Cataluña, y defendiendo el derecho de autodeterminación en Cataluña.¡Dónde estaría España!¡Dónde estaría la izquierda!”
Son palabras que pronunció el presidente del Gobierno en un mitin multitudinario durante la última campaña electoral, grabadas en un vídeo que circula velozmente por las redes sociales. La imagen y las frases de Pedro Sánchez son impresionantes, impresionantes porque acierta con ellas al describir esa posibilidad, y son impresionantes porque ahora son una probabilidad, sólo que con un elemento añadido, que algunos supuestos presos políticos pueden formar parte de la mayoría que sustentará su investidura….
Tremendo problema. Pienso que Pedro Sánchez creerá que podrá disciplinar o integrar con la Constitución a sus posibles socios de Gobierno y de mayoría gubernamental. Hablo de creencia, pero no veo en prospectiva ni en perspectiva asomo de fe en esos apoyos parlamentarios. De creencias o de ingenuidades que causaron la crisis de la II República, y también la más horrenda Guerra Civil de nuestra historia, se habló en el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, al presentar una nueva edición del libro: Manuel Azaña: Sobre la autonomía política de Cataluña. Selección de texto y estudio preliminar de Eduardo García de Enterría. Epílogo de Antonio Pau, publicado por Tecnos en su colección 'Clásicos del pensamiento'.
Fue evidente que nuestra circunstancia presente estuvo en la presentación de un libro que se refería a los convulsos años treinta del siglo anterior. Se encargaron de su exposición, Yolanda Gómez, directora del centro; Eloy García, profesor universitario y director de la colección 'Clásicos del Pensamiento'; Javier García de Enterría, hijo de don Eduardo y catedrático de Derecho Mercantil; y los profesores y notables juristas Tomás Ramón Fernández, Manuel Aragón, Santiago Muñoz Machado (director de la RAE) y Antonio Pau (autor del Epílogo).
Fue una tarde inolvidable por lo que se dijo, y el escalofrío que yo, al menos, sentí al escuchar sus intervenciones. De nuevo la querella entre los Antiguos y los Modernos: no hubo nadie en el acto que ahora tuviese responsabilidad política, en el Gobierno o en la oposición. Nadie, por tanto, nos devolvió una mínima tranquilidad, tras escuchar los parlamentos de los presentadores. Así que cuando, al menos yo, después vi el vídeo del mitin de Pedro Sánchez, aumentó automáticamente mi preocupación. Tampoco hubo quien nos dijera que aquello no pasaría hoy en día, pues él y su partido, aunque no apoya la investidura de Sánchez, tiene soluciones alternativas al tremendo problema actual.
El estudio preliminar que hizo Eduardo García de Enterría a los escritos de Azaña referidos a Cataluña, entre 1930 y 1940, poseen una estremecedora actualidad. Es recorrer un itinerario que comienza con la alianza esperanzadora entre los republicanos nacionalistas catalanes y los republicanos que Azaña representaba, cuando se inicia la II República, y que termina con su dimisión como presidente de la misma, en medio del descomunal derrumbamiento de los ideales democráticos en los que él había creído, y por los cuales había asumido las más altas responsabilidades institucionales.
"Claro está que si al pueblo español se le coloca en el trance de optar entre una federación de repúblicas y un régimen centralista, unitario, la inmensa mayoría optaría por el segundo"
En pocos años Azaña pasa de la ilusión de su discurso de 1930 en Barcelona -“Gracias al catalanismo será libre Cataluña; y al trabajar nosotros apuntalados por vosotros, trabajamos por la misma libertad nuestra y así obtendremos la libertad de España.”-, a sus trágicas observaciones contenidas en su Cuaderno de La Pobleta (Valencia, 1937, donde residió Azaña al dejar Madrid por la guerra): “La Generalidad, cuyo Presidente, como recuerda ahora Companys, es representante del Estado, ha vivido no solamente en desobediencia, sino en franca rebelión e insubordinación…Claro está que si al pueblo español se le coloca en el trance de optar entre una federación de repúblicas y un régimen centralista, unitario, la inmensa mayoría optaría por el segundo”.
Buena parte de los que presentaron el libro de Enterría (y los textos de Azaña) subrayaron que la actual Constitución ha diseñado el modelo autonómico con elementos muy similares a los que existieron en el modelo descentralizado de la II República. Su patrón más acabado es la Generalidad de Cataluña -en la República y en el Estado Autonómico-, y si Cataluña fracasa, fracasará la arquitectura territorial de la Constitución de 1978. Creo que esa preocupación debería estar presente en las próximas decisiones de los partidos políticos, que dicen ser leales a la Constitución española.