Opinión

Memoria histriónica

Lo habitual hasta ahora era referirse a las campañas guerracivilistas del Gobierno con el recurso columnístico de la ‘memoria histérica’, pero es bastante más apropiado el adjetivo “histriónica”. Y lo es porque en el fondo no hay convulsiones n

  • Ángel Víctor Torres en Mauthausen

Lo habitual hasta ahora era referirse a las campañas guerracivilistas del Gobierno con el recurso columnístico de la ‘memoria histérica’, pero es bastante más apropiado el adjetivo “histriónica”. Y lo es porque en el fondo no hay convulsiones ni excesos emocionales verdaderos, sino puro teatro. Los mensajes afectados y los gritos arrebatados no son más que escenas de una obra escrita hace mucho tiempo. Asistimos como público involuntario a un monólogo falso, machacón y estudiado que deja un sabor a óxido, a sangre vieja. Aquel “¡No pasarán!” de Adriana Lastra, el hundimiento sentimental de Yolanda Díaz en el plató de La Sexta y la inolvidable escena de Reyes Maroto sosteniendo la foto de una navaja sobredimensionada formaban parte del mismo programa insoportable que nunca termina; cine de barro. Y lodo, y bulo, y énfasis e indignación impostada.

La última película ha tenido como protagonista a un sandwich y a un periodista debutante en El Comidista, portal gastronómico asociado a El País que también ha acabado convertido en un amplificador del partido. Un sandwich falangista, concretamente. Así están las cosas. Cualquier debut en El País, en La Sexta o en la Ser es menos incierto si incluye las etiquetas adecuadas. Da igual la sección. Árbitros franquistas, películas reaccionarias, canciones machistas y ahora gastronomía falangista. El debutante se estrenó en el portal de El País Gastro con un reportaje sobre los sandwiches de Rodilla, empresa que acaba de cumplir 85 años y que ha contado en su aniversario con la presencia de varios representantes del gobierno de la Comunidad de Madrid. Es decir, de Ayuso. Es decir, una inmejorable oportunidad para colocar algún artículo que toque las teclas correctas.

El periodismo de memoria histórica no puede salirse un milímetro de la verdad pautada: Rodilla, Ayuso y Falange se alinean perfectamente en el sistema métrico de Maestre y sus discípulos

El comienzo de la pieza ya dejaba ver la estructura de siempre. “La franquicia, que acaba de lanzar el sándwich ‘Madrid’, despierta críticas por sus relaciones con el gobierno de la Comunidad y el pasado de su fundador. ¿Son tan buenos y saludables sus bocadillos?”. En Twitter el autor era menos sutil y se dejaba de preguntas retóricas. Afirmaba directamente que el fundador de Rodilla era falangista. Preguntado por sus fuentes, el Woodward de nuestra generación aclaraba cómo había sido la investigación que le había permitido sostener la afirmación: sencillamente, había visto pasar un tuit de Antonio Maestre. Y ya. Eso era todo. Un tuit del siempre certero y riguroso Antonio Maestre y pum, Rodilla falangista. Al parecer, el fundador había donado dinero a Falange. En plena Guerra Civil. En Ceuta. Ni se le pasaba por la cabeza que podría haber gente obligada a significarse, o que a lo mejor el momento y el lugar no permitían otra cosa. El periodismo de memoria histórica no puede salirse un milímetro de la verdad pautada: Rodilla, Ayuso y Falange se alinean perfectamente en el sistema métrico de Maestre y sus discípulos.

A las pocas horas, Pedro Corral compartía algunos documentos que apuntaban en otra dirección. El fundador inequívocamente falangista había sufrido incautación de bienes durante el franquismo, y el régimen también había sancionado a su padre y su tío por desafectos. Probablemente se debía a que el padre del fundador era simpatizante del Partido Radical Socialista, y de ahí las donaciones. Pero para qué complicarse. Falange, Ayuso y rodillo.

En el intercambio surgido por la pregunta sobre sus fuentes, el joven aprendiz de escriba sacó incluso el comodín del nazismo. Las empresas que colaboraron con los nazis eran equivalentes a la franquicia madrileña. Dos semanas antes, nuestro ministro de Política Territorial y Memoria Democrática se había ido hasta Mauthausen para dar un poco más de impulso al bulo de siempre, con mención a un inexistente informe “de la ONU”. Hay cosas que no se pueden discutir. Todos los republicanos luchaban por la democracia, los únicos excesos durante la Guerra Civil fueron cometidos por los alzados y el fundador de Rodilla era falangista. Cualquier desviación respecto de las líneas trazadas por Maestre y discípulos es revisionismo y un ataque frontal contra los derechos humanos, según algún informe de la ONU o de La 1

Nos cuenta que un socialista siempre es bueno, que un comunista siempre es un héroe y que un derechista siempre es un monstruo

Pero dentro de diez años los histriones tendrán que enfrentarse a un público menos amaestrado. Hoy lo primero que nos sale cuando se insinúa que no sé quién era falangista es intentar demostrar que la afirmación es falsa o exagerada. Nos sale porque suele serlo, pero también porque seguimos instalados en el relato pendular sobre la Guerra Civil. Dentro de diez años es posible que afirmaciones del estilo se encuentren con respuestas distintas. “Era falangista, vale. ¿Y?”. La memoria democrática, histérica e histriónica es un relato más. Nos cuenta que un socialista siempre es bueno, que un comunista siempre es un héroe y que un derechista siempre es un monstruo. La historia muestra las cosas como son. Muchas veces es desagradable, incómoda, compleja. Otras veces permite identificar fácilmente acciones heroicas, cobardes e indecentes. Y cualquiera puede acceder a ella.

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