Pablo Benegas (San Sebastián, 1976) comienza recordando su presencia, a sus siete años de edad, en un mitin político con más de 10.000 asistentes en febrero de 1984. Era, aquel año, la campaña de las elecciones autonómicas en el País Vasco. A esa edad el niño subió al escenario del acto en el velódromo de su ciudad natal, y se encontró con Enrique Casas, quien le situó en la mesa que presidía.
El mitin era del PSOE, y en él intervenía entre otros su padre, Txiki Benegas (“uno de los grandes” de aquel PSOE; “Tengo que añadir que Benegas es para mí uno de los mejores políticos españoles del siglo XX”, tal y como le calificó con acierto total Alfonso Guerra en “La rosa y las espinas; El hombre detrás del político" (La esfera de los libros, 2023).
Cinco días después de aquel mitin, el 23 de febrero de 1984, Enrique Casas fue asesinado a tiros en su casa, ya en el cierre de aquella campaña electoral. Pablo Benegas conoció ese crimen viendo a su madre, Maite Urabayen, con “su llanto roto, sin ritmo, entrecortado, con congoja (…) Con toda mi ingenuidad recurrí a unas palabras que ella todavía recuerda: yo creía que las madres no lloran (…) aquella tarde descubrí que llorar no era patrimonio inmaterial de los niños”.
Pablo Benegas, el autor de “Memoria”, es el fundador, compositor y guitarrista del grupo musical “La Oreja de Van Gogh”, fundado en 1996 y sobradamente conocido desde entonces en España y en medio mundo, sobre todo en América. Ha escrito ese libro, publicado por Plaza y Janés en mayo de 2024 (Penguin Random House Grupo Editorial).
Lucidez e inteligencia
No es normal que el fundador y miembro clave de ese archiconocido grupo musical escriba su “Memoria” a base de recordar su infancia, adolescencia y juventud no sólo en relación con la música, cuyo relato llega hasta el otoño de 1998 con motivo del primer gran concierto de La Oreja de Van Gogh, en las fiestas del Pilar de Zaragoza. En aquel momento su canción “Soñaré” era ya el nº 1 de Los 40 Principales, en su primer disco, “Dile al sol” que vendió un millón de copias. Lo que sigue hasta hoy, música y canciones de gran emoción, lucidez e inteligencia, es bien conocido por los españoles.
Junto con la historia de La Oreja de Van Gogh y de sus diversos componentes, Memoria habla en extenso de lo que había sido durante décadas un mundo podrido de violencia terrorista en la ciudad natal de Pablo, San Sebastián, a manos de la banda terrorista ETA y sus secuaces.
Por el libro discurren numerosos asesinatos, secuestros y atrocidades que Pablo Benegas vio en primera persona y que describe con numerosos detalles. El motivo es su actitud personal y el origen mismo de La Oreja de Van Gogh. Fue su conducta reiterada durante largo tiempo, de organizar la respuesta de la sociedad civil frente a aquellas monstruosidades que recuerdan todos los españoles. El libro no sólo está espléndidamente escrito, es todo él una lección de humanidad y generosidad.
“El germen de lo que fue ETA no se ha esfumado. El odio al “otro” sigue ahí. Lo sé porque su brisa ya ha acariciado a alguno de mis pequeños y es desolador comprobar cómo todavía hay padres que no han aprendido nada"
Como dice Pablo: “ETA logró dividir a la parte de la sociedad vasca que estaba en contra de sus asesinatos entre los que tenían conciencia de ello y los que no; es decir, los que sentían irremediablemente la necesidad de responder pacíficamente como sociedad a la agresión que suponía el asesinato de un vecino, y aquellos a los que no se les movía nada dentro cuando esto ocurría aunque estuvieran en contra. Consiguió bloquear el sentimiento de compasión que hace que sintamos el dolor ajeno y nos lleva a ayudar a quien lo sufre. Ese 'yo no quiero líos' o 'paso de esas movidas' hicieron muy fuerte a la banda terrorista. La indiferencia de esa parte de la sociedad a la que le costó reaccionar en la calle le dio mucho aliento, mucha vida; auspiciada también por algún partido político vasco que jugó a la ambivalencia durante mucho tiempo y que supo sacarle rédito político”. Y prosigue: “Somos padres de la primera generación de niños que van a crecer sin terrorismo en Euskadi y siento que tenemos la responsabilidad de contarles qué pasó. Por la dignidad de las víctimas y su memoria no podemos dejar que circule el olvido” (…) “El germen de lo que fue ETA no se ha esfumado. El odio al “otro” sigue ahí. Lo sé porque su brisa ya ha acariciado a alguno de mis pequeños y es desolador comprobar cómo todavía hay padres que no han aprendido nada. Nuestros hijos son la generación que puede mantener latente ese odio y seguir transmitiéndolo hasta que vuelva a brotar o, por el contrario, la que comience a enterrarlo” (…) “Los valores opuestos al totalitarismo y el asesinato tienen que estar muy claros en una sociedad. Si no están bien apuntalados, parecerá que exponerse es inútil y será fácil adoptar cualquiera de las posturas cómodas que inevitablemente desembocan en no hacer nada: dejar que otros odien permite que el odio se desarrolle; no desmontar ese odio con argumentos favorece que se siga propagando; no compartir los medios, pero despreciar igualmente a la víctima, es ayudar a que ese odio circule abiertamente” (págs. 170–171).
Una sola fotografía
Lo transcrito es una significación humana a carta cabal y de primera calidad. Y es así todo el libro, que entrelaza el nacimiento y los primeros pasos de La Oreja de Van Gogh, cuyas canciones acarician la piel y el cerebro en sus discos y en sus conciertos. Es inevitable quedarse con ese Pablo Benegas de una extraordinaria sensibilidad. Combina la subida al escenario de las personas que al bajar ya son diferentes, y reivindica la memoria y la lucha contra el olvido.
El libro Memoria sólo tiene una fotografía, en su última página. En ella se ve –bajo la expresión La Paz– cómo sobresale la cabecita de un niño sobre un escenario junto a la mirada tan cálida y humana de Enrique Casas. Es el escenario que Pablo Benegas y Enrique Casas compartieron juntos cinco días antes de su asesinato.
Y Pablo Benegas ha escrito unos agradecimientos tan hermosos que vale la pena recordar:
“A Eider, por regalarme su tiempo, que es sobre todo amor, para que pudiera escribir”.
“A mi madre, porque en sus ojos se visten mi paz y mis miedos y aún no he tenido el valor de decirle todo lo que la quiero”.
“A la memoria de mi padre, por dedicar toda su vida para que la de sus nietos pudiera ser en libertad”.
“A mi hermana Teresa, porque es la mujer de mi vida”.
“A Luis, Xabi, Haritz, Álvaro y Amaia, por su generosidad permitiendo que sea mi mirada la que cuente nuestra historia”.
“Y a mis amigos de ayer, hoy y siempre, os quiero”.
Y por fin, la inolvidable dedicatoria a sus cuatro hijos: “Porque hay cosas que no os he contado y deberíais saber”.
Tiene pleno sentido la lectura del libro de Pablo Benegas, más que digno heredero de su padre, Txiki, y de su madre, Maite. Es un ejercicio de salvación completa, personal, familiar y social.
En estas fechas ya sólo cabe desear feliz verano. Y aprovechar para sugerirles que lean “Memoria” de Pablo Benegas. Es una obra excepcional, imprescindible y original, escrita por un autor generoso y especial.
Fdo.: José María Múgica.
1961chesterton
!! pablo , pareces un buen tipo !! , me alegro que no hayas caido en la indiferencia moral que todavia se lleva en esa sociedad vasca ( sectores importantes ) , personas como tu , supongo que ayudara a que el tiempo haga su trabajo
vallecas
Hay muchas formas de ser miembro de una organización criminal. Una persona que vigila e informa de un coche de Policía. Un médico que cura a un terrorista, sin informar a las autoridades. son Miembros de una organización Criminal. La ETA está y la ETA manda. Ya no necesita matar para alcanzar sus objetivos. Sacar a España de Euskadi. La actriz Itziar Ituño es de la ETA, los papás que llevar a sus hijos a hombros a homenajes de asesinos de la ETA , son de la ETA. Los 340 mil votantes de Bildu son etarras..... Y Usted, D. José María y Pablo Benegas son unos farsantes.