El próximo viernes se reunirá en La Moncloa el primer Gobierno de coalición social comunista de la democracia al que, por el bien de todos y de España, hay que desearle suerte porque sin duda la va a necesitar. Pero esto no va de que la suerte te ampare, tiene que ver con el acierto, los fundamentos, las convicciones y los principios. Y del respeto a la ley. Y del cumplimiento con una estética política que aconseja no rodearse de aquellos socios que están en las antípodas de la defensa de la legalidad y de España. Y de eso el Gobierno que está apunto de nacer va escaso.
Si, ya sé, que hemos llegado a punto en el que escribir esto es tentar a aquellos que tienen el verbo pronto para llamarte fascista y no sé cuantas lindezas más. Qué más da. Aquí lo natural es que te apoye el partido de un preso, o el de esos diputados vascos que tienen grabado a fuego en la frente el hacha y la serpiente. Eso es lo propio, lo moderno, lo “normal” y democrático…
Orgulloso y feliz con su cartera
Nos dicen que habrá tres vicepresidentes y cerca de 20 ministros, que la pareja Iglesias-Montero trabajarán juntos en casa y en el Gobierno, y que Alberto Garzón, ese hombre con cara de sepulturero -y si no qué se lo pregunten a los pocos que recuerdan lo que fue Izquierda Unida-, lucirá desde esta semana como ministro de Consumo. Podía haber sido de las Cámaras Agrarias o ministro coordinador de las Confederaciones Hidráulicas. Había que ponerlo en el gabinete y ahí está, orgulloso y feliz de tener en la cartera una tarjeta que le titula ministro de la nada y de la evanescencia. Hace falta tener poco amor propio para aceptar semejante cartera con tan poco fuste. Pero será ministro. El primero que abiertamente se declara comunista y, además, lo escribe y firma en forma de libro. (Por qué soy comunista. Una reflexión sobre los nuevos retos de la izquierda. Península, 2017)
Resulta curioso que entre quien se interroga sobre los retos de la izquierda esté alguien como Garzón, que va a entrar de matute a un consejo de ministros con una cartera que aunque fuera una simple dirección general daría risa por el poco peso y cobertura que tiene desde el gobierno de España. Pero es así, y entre ese reto está llegar, y ha llegado a ministro, y aunque a esta izquierda le importe muy poco llegar a los ministerios a lomos de separatistas, filoterroristas y llorones territoriales que se inventan partidos para confirmar que aunque sus pueblos dejen de existir, ellos han llegado para apoyar a los partidos cuyas políticas dejaron a pueblos y ciudades en lo que son ahora, una raspa encima de un témpano.
Si no me falla la memoria creo que fue Jesús Fueyo, un destacado ideólogo franquista, el que al escuchar rumores sobre un nuevo gobierno exclamó eso de, ¡ministro aunque sea de marina! El caso es que Fueyo no consiguió la cartera y Garzón si. Y al joven comunista y republicano lo veremos en unas horas frente a Felipe VI prometer su cargo. Daría lo que fuera por congelar ese momento y saber qué piensa Garzón, pero sobre todo que pensará Felipe VI. No me atrevo a escribirlo, pero si a imaginarlo. Tampoco hay que ser muy despierto para saber qué hay en la cabeza de alguien que observa detenidamente a quien simple y llanamente lo quiere enviar a la cola del paro.
¿Quién lo va a defender en el gobierno que viene si Sánchez y Batet enmudecen cuando una filoetarra insulta al monarca porque hizo lo que ellos no hacen, defender la ley y la democracia?
Pobre Felipe VI, “jefe de un Estado autoritario”, que dijo la señora de Bildu cuyo nombre no quiero escribir, ante el silencio nauseabundo de la presidenta del Congreso y del que será mañana presidente del Gobierno de España. ¿Quién dijo que lo peor ya lo vivió su padre Juan Carlos I en los primeros años de la Transición? ¿Quién lo va a defender en el gobierno que viene si Sánchez y Batet enmudecen cuando una filoetarra insulta al monarca porque hizo lo que ellos no hacen, defender la ley y la democracia. ¿Quizá Garzón, Iglesias, Montero? ¿Quizá este partido de restos ideológicos que un día fue el PSOE?
Que sólo está el Rey. Pero que solo. Y sin embargo es lo único que uno puede mirar con cierta esperanza y seriedad. Lo demás está ahí. Será breve, porque lo inconsistente resulta siempre circunstancial y episódico. Habrá tiempo sin embargo para que Alberto Garzón sea ministro de la cosa del consumo, siendo como es un declarado enemigo del mercado y partidario de su intervención. ¿Es lo que parece o es que aún duran en nuestros estómagos los excesos de la Navidad?
Viendo a José María Múgica, el hijo del asesinado por ETA Fernando Múgica, sin duda lo qu uno cree es lo primero. Cómo no entender y participar de la carta del hijo del político socialista asesinado. Cómo no sentir en estos momentos primero la náusea y prepararse después para el vómito. Y eso que la infamia aún no ha hecho mas que comenzar.