Las cinco noches de violencia vividas en Barcelona con calles incendiadas, mantos de adoquines cubriendo el asfalto -que previamente habían sido lanzados a la policía- o más de mil contenedores quemados ya tienen culpable: los Mossos d'Escuadra. Esta es la última perla del president Torra lanzada en el Parlament. Es decir, el máximo responsable de la policía autonómica -por encima del conseller Miquel Buch- no sólo no valora la actuación policial tras la situación de excepcionalidad que se ha vivido en las calles, sino que da la espalda a los suyos, a los que le protegen en primera persona y que se encargan de la seguridad de Cataluña.
Una cosa es ser crítico y depurar todas las responsabilidades que haga falta por una mala praxis policial -eso es actuar con profesionalidad y saber hacer autocrítica- y otra es dar la espalda por completo a un cuerpo policial del que además eres el máximo responsable. Una cosa es no representar a los ciudadanos que no son independentistas y otra, que va mucho más allá, es no representar ni a los tuyos. Resulta grave que los que más confianza deben demostrar con los que nos protegen hayan dejado de hacerlo. Porque es lo que han hecho Torra y su partido en la Cámara catalana, no en la calle ni fruto de un calentón, no, sino en una sesión de control al Gobierno. En Cataluña se ha vuelto a dar un paso más. A Torra ya no solo no le gusta no tener la independencia, es que ya no le gusta ni su policía. Asombroso.
Me pregunto para qué quiere el president la independencia si de su máxima competencia es la seguridad de la comunidad autónoma y ni tan siquiera sabe cómo ejercer ese mando. Nos está faltando altura de miras institucional y nos están sobrando campañas electorales. Pero hay una campaña electoral y unas elecciones que urge celebrar y son las catalanas. ERC debería coger el toro por los cuernos y dejar sólo al president forzando una convocatoria electoral.
Torra, con los violentos
Con Torra en la Generalitat y Puigdemont en Waterloo no hay nada más que hacer, ni por la vía institucional, ni por la constitucional ni tan siquiera por la vía independentista. Falta liderazgo, falta estrategia, al independentismo le falta rumbo y al constitucionalismo en Cataluña, también. Torra está siendo el máximo representante desleal que se precie. Tenía una gran oportunidad estos días para mostrar su repulsa a una sentencia que a la mayor parte de la ciudadanía no le ha gustado y además mostrar con contundencia su repulsa a la violencia vivida en las calles que también la mayor parte de los ciudadanos ha rechazado. Por contra, se pone al lado de una minoría que no representa a la mayoría del movimiento independentista en Cataluña. Inaudito.
Torra no solo es desleal al Estado al que representa, no solo es desleal a los ciudadanos que no son independentistas, sino que ahora ya hasta es desleal a su policía. Evidentemente, todo merece investigarse y depurar responsabilidades donde las haya, sobre todo aquellas que competen al Govern. Los gritos a la desobediencia civil han tenido graves consecuencias y quizás todos deberían tomar nota.