Opinión

Una moción condenada al fracaso

Cuando se anunció solemnemente y con ruidoso alborozo la moción de censura contra el Gobierno de la Región de Murcia presidido por Fernando López Miras por parte del Partido Socialista

  • El presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Fernando López Miras. -

Cuando se anunció solemnemente y con ruidoso alborozo la moción de censura contra el Gobierno de la Región de Murcia presidido por Fernando López Miras por parte del Partido Socialista y de Ciudadanos con la aquiescencia pasiva de Podemos, sus promotores cometieron el clásico error de vender la piel del oso antes de cazarlo. El Grupo Parlamentario de Cs en la Asamblea murciana tiene seis miembros, cada uno de ellos con sus condicionantes, personalidades, intereses políticos y personales, maridos, esposas, hijos, familiares diversos, amigos, historias y fidelidades no necesariamente ligadas al servicio público -se ha hecho de uso corriente la expresión “compañeros de pupitre”-. ¿Investigaron los asaltantes a fondo todo este material, en parte visible, en parte invisible y en parte imprevisible? ¿Amarraron bien cada hilo de esta enredada madeja antes de lanzarse alegremente a una operación que, en caso de alcanzar el éxito, les proporcionaría el poder, sin duda, al precio, eso sí, de consagrarles como unos oportunistas sin escrúpulos, desleales y dispuestos a desestabilizar una región de gran relevancia económica y social en plena crisis económica y sanitaria, con el riesgo de extender este desorden al conjunto de España, tal como, por cierto, ha sucedido en la Comunidad de Madrid? Afortunadamente, el incendio no se ha desbordado por el sentido de la responsabilidad y la seriedad del comportamiento de los equipos de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid y en las Comunidades andaluza y castellano-leonesa.

La cabecilla de la rebelión es ingeniero de caminos y se le supone una cierta proclividad al pensamiento racional y a la ponderación de los distintos factores de un asunto complejo

Hay una regla elemental antes de impulsar una iniciativa que implique peligro y que esté sujeta a incertidumbre. Se trata simplemente de realizar un prudente análisis riesgo-beneficio. Curiosamente, la aspirante a presidir el nuevo Ejecutivo y la más ardorosa defensora del abordaje puñal entre los dientes no es ninguna iletrada, una cabeza de chorlito capaz de perpetrar un disparate por carencia de conocimientos y ausencia de criterio. Nada de eso, la cabecilla de la rebelión es ingeniero de caminos y se le supone una cierta proclividad al pensamiento racional y a la ponderación de los distintos factores de un asunto complejo. ¿Por qué, entonces, se precipitó a la piscina cuando su cerebro seguramente la avisaba de que la probabilidad de encontrarla vacía no era despreciable?

Hace dos mil quinientos años Sófocles nos avisó de que los dioses ciegan a los que quieren perder y en el caso que nos ocupa es obvio que la combinación de una ambición desmedida, una vanidad desatada y un deseo indomeñable de subir hasta lo más alto de la pirámide institucional nubló la cabeza de esta mujer desdichada a la que le espera seguramente un futuro de irrelevancia, rechazo social y olvido. En el caso del otro estratega que preparó el dislate, nuestro ministro de Transporte de maletas de contenido desconocido procedentes de narcodictaduras caribeñas, no es necesario recurrir a explicaciones tan sofisticadas ni remontarse a la tragedia griega. El hombre da de sí lo que da y no hay nada que añadir.

Políticas alucinógenas

Más allá de las miserias humanas que han aflorado en este bochornoso episodio de nuestro sainete político habitual, es interesante explorar un posible trasfondo de este mini terremoto que ha encendido los titulares durante unas horas efímeras. Es una verdad incontestable que Sánchez no puede encarar la próxima legislatura con un Gobierno que a ojos de Bruselas es lo más parecido a un museo de los horrores y que la condicionalidad de los Fondos Next Generation no casa con el conjunto de alucinógenas políticas que proponen Podemos y sus compinches separatistas. Por consiguiente, el apolíneo inquilino de la Moncloa debe buscar nuevas compañías que le liberen por fin de la panda de orcos que le hacen la vida tan difícil. La maniobra de establecer una red de coaliciones con Ciudadanos a nivel autonómico y municipal desplazando al PP al frío exterior mientras Vox va creciendo imparable es un escenario grato a medio plazo para Pedro Sánchez, su gurú de cabecera y sus centenares de asesores áulicos, cuya misión exclusiva es urdir martingalas para que su líder se perpetúe en La Moncloa. El primer ensayo, el murciano, no ha funcionado y era clave por el efecto contagio que podría haber desencadenado. Esto es lo que pasa cuando se encomienda un trabajo para profesionales a meros aficionadillos. Ahora Sánchez ya sabe que el próximo movimiento lo ha de planear mejor, asegurarlo y ponerlo en manos de gente competente.

Hemos asistido al primer acto de una comedia cuyo argumento parece trazado y que nos proporcionará, si no la seguridad, la prosperidad y la calidad institucional que tanto necesitamos, sí nuevas ocasiones de asistir al terrible espectáculo de la política transformada en una mezcla bien dosificada de fuegos de artificio, trucos arteros y total carencia de escrúpulos. ¡Qué diferente sería todo si dispusiésemos de una amplia, sólida, moralmente armada y bien vertebrada oposición!

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