Albert Rivera protagonizó el miércoles un desayuno de esos a los que acude el todo Madrid. Más de 600 políticos, periodistas, empresarios, embajadores, hasta enviados de la Casa Real, fueron a ver y a dejarse ver con el hombre del momento, a quien presentaba un alto cargo que lo fue de los gobiernos del PSOE y del PP, Eduardo Serra... ¡Ojo!, a la misma hora en que uno suponía a esas mismas élites entregadas a la tarea de escuchar al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en una muy publicitada entrevista en Onda Cero.
Viene esta reflexión a cuento de ese intangible que se llama liderazgo y que requiere de una condición sine qua non: saber transformar las debilidades en fortalezas. Ciudadanos es, desde su nacimiento, inseparable del hombre, algo que no puede decirse del PP (Mariano Rajoy) ni del PSOE (Pedro Sánchez), potentes maquinarias de poder a prueba de bombas durante cuatro décadas. Rivera, a diferencia de estos dos, es antes que una marca que ha construido con la técnica del atrapalotodo.
Y en esa técnica destaca su continua exhibición de buen rollo con Felipe González, José María Aznar, y con todo dirigente nacional o extranjero que se deje hacer un selfie político; lo cual no hace sino dejar en evidencia a sus rivales; particularmente al secretario general de los socialistas, porque Rajoy, al fin y al cabo, después de seis años en La Moncloa, está de salida, se presente o no a las próximas elecciones. Pero Sánchez es/era el futuro hace tan solo nueve meses, cuando realizó la gesta de ganar las primarias del PSOE a la favorita, Susana Díaz.
"Si preguntas hoy en la calle, la sensación de que Rivera puede llegar a La Moncloa gana a la de que pueda a hacerlo Pedro"
Desde entonces, su estrella no se ha apagado, pero tampoco ha ganado en intensidad de brillo como la de Rivera. Lo reconocen hasta los suyos: "Si preguntas en la calle, la sensación de que Rivera puede llegar a La Moncloa gana a la de que pueda a hacerlo Pedro", señala apesadumbrado un ex dirigente, siendo en realidad esto mucho más difícil, porque la diferencia de 32 escaños (C's) a 85 (PSOE) no la va a salvar el de Ciudadanos solo a base de selfies.
Aún así, algo falla en la estrategia de Sánchez cuando el titular más destacado de las últimas intervenciones de Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba o Javier Fernández, expresidente de la gestora socialista, ha sido en negativo: "No hablo con Pedro Sánchez". En el caso de Rubalcaba, agravado por la idea transmitida desde Ferraz de que el ex secretario general iba por libre en su reciente reunión con la secretaria general del PDCat, Marta Pascal.
¿Qué necesidad tenía Pedro Sánchez de dejar claro ante el mundo, de que no solo no se habla con Rubalcaba, sino que los ex dirigentes del PSOE le están haciendo la cama? El manual de la vieja política dice en su página 2 -la 1 recuerda eso de comerse un sapo todas las mañanas- que el líder deberá superar la debilidad del que acaba de llegar apropiándose en positivo de toda acción, incluso del selfie de Rubalcaba con Pascal... que ese sapo le va en el sueldo.