Opinión

Occidente Gulag

En Occidente Gulag la disidencia sólo procura escarnio, exorcismo social e institucional, con pena de ostracismo, y gracias. Se ha derribado la estatua de la libertad

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La felicidad, la seguridad y el confort está en los círculos y la dirigencia. Nada placentero ni estimulante existe ya fuera de ellos. La libertad no embriaga, la igualdad en cambio emborracha como nunca. El Gobierno es la sociedad y la sociedad es el Gobierno. La democracia representativa se ha superado. En Occidente Gulag se toca con la punta de los dedos la democracia plena, la auténtica, la definitiva; el sistema que integra gobernantes y gobernados bajo un catecismo común, un activismo desenfrenado y un alineamiento estricto con misiones históricas ya inaplazables. La disidencia sólo procura escarnio, exorcismo social e institucional, con pena de ostracismo, y gracias. Se ha derribado la estatua de la libertad y han levantado la estatua de la igualdad; Mark Twain o Harper Lee son autores subversivos, los museos presentan exceso de masculinidad, los libros escolares son relatos coloniales inaceptables. En Suecia han dejado de usar marcadores en las competiciones deportivas para no crear trastornos a los «competidores» menos aptos para la competición, y en un lugar todavía llamado España se sugiere a los niños que no quieran ser como su padre.

El género neutro

La igualdad y sus perversiones ya rigen en Occidente Gulag, donde «siempre quedará mucho por hacer», cosa que hay que recordar insistentemente para que nadie piense que el programa llega a su fin. La ecología y otras ideas-fuerza a ella anudadas lo dirigen, el cuestionamiento en cambio es una amenaza. No queda ya un sólo ámbito de actuación o manifestación humana que no se atenga al dictado establecido. Algún verso suelto queda todavía por ahí, pero son insignificantes, como esos profesores que dudan si utilizar el género neutro en sus clases y comunicaciones, no vaya a ser que sus alumnos o compañeros de oficio les señalen. Otros, en cambio, atrevidos y desafiantes, pero en Occidente Gulag ya se trabaja para reeducarles, y llegado el caso, aplastarles. Primero al son de la opinión pública, luego ya se verá… Porque la opinión pública debe ser voluntad general en Occidente Gulag, un consenso que parte del corazón y no de la razón ni de los argumentos, y por eso los procedimientos jurídicos hay que institucionalizarlos para garantizar la máxima satisfacción de los presupuestos y objetivos comunicacionales. Sólo así se perfeccionará Occidente Gulag y también el nuevo imperio de la verdad, con sus correspondientes comités.

Puede que usted no sea aún consciente, pero Occidente Gulag es un prodigio de la creación humana. Los curanderos sociales y chamanes de toda latitud ya lideran movimientos sociopolíticos que se entienden con sus semejantes y también con las grandes corporaciones. Un logro inesperado que sólo se explica por profundos y oscuros motivos, o tal vez no, pero esta conjunción ayuda a alcanzar el tipo de sociedad que siempre desearon lo más enajenados colectivistas. Sus modelos de sociedad y gobierno, bajo propias condiciones nacionales, conservarán siempre el poder y podrán perfeccionar su programa sin gran resistencia, que no se detiene ni en situaciones calamidad pública.

No hay límite presupuestario para asegurar y ampliar los círculos vinculados, tampoco restricción para dinamitar los derechos individuales, las libertades públicas y la disidencia

En Occidente Gulag, la dirigencia y su Administración pública son espada, escudo y amenaza. No hay límite presupuestario para asegurar y ampliar los círculos vinculados, tampoco restricción para dinamitar los derechos individuales, las libertades públicas y la disidencia. Inaceptables frente a las incontrovertidas necesidades sociales y globales. La libertad individual debe convertirse en propiedad del Gobierno bajo un clima de asfixia ideológica constante y el control paralelo por el grupo social o círculo al cual se le encomienda esta misión, en internet, en el trabajo o en el domicilio. Así es como se conseguirá que en Occidente Gulag la libertad y la individualidad no se censure por el valor que ésta pudiera tener, sino simplemente por existir. Los círculos acabarán primero con la voz del discrepante, luego harán lo propio con la de cada uno de sus miembros.

Perder la dignidad

La corrección de desigualdades respetando la libertad y promoviendo el esfuerzo es anacronismo e incluso herejía en Occidente Gulag; mejor erradicar la libertad para crear igualdad. La desigualdad sólo existirá entre quienes están conectados a la organización política, aunque sea por un hilo, y quienes no lo están. Estos últimos acabarán, no sólo perdiendo su dignidad, sino auto-inculpándose por existir, porque en Occidente Gulag la propia existencia pone en riesgo algunos de los fines colectivos propuestos por la nueva clase dirigente. Pocos se alarman, menos se escandalizan, porque Occidente Gulag hace perder la percepción del peligro, y este es precisamente el éxito del modelo.

Leí una vez que la tiranía promueve a su vez la libertad, pero también aprendí que, llegados a este punto, el secreto para sobrevivir sin renunciar a uno mismo es dejar tan pocas pistas como sea posible.

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