Podría ser culpa de los medios afines a la extrema derecha, los tabloides digitales que desinforman o la máquina del fango como ente etéreo que genera noticias falsas, incluso podría ser cosa de la fachosfera en su conjunto, ese contubernio judeo-masónico que mueve los hilos para que descarrilen los trenes o se multipliquen las incidencias y los retrasos en el transporte de ciudadanos… Pero la verdad es la realidad y no puede ocultarse: España vive una época de caos ferroviario, y miles de ciudadanos, paganos de la incapacidad de quienes son responsables del servicio, pueden atestiguarlo, y el responsable último es el Gobierno de España. Y ni las mentiras ni los bulos fabricados en Moncloa pueden evitar que la realidad se termine sabiendo, porque la sufrimos en nuestras propias carnes, por mucho que Óscar Puente, ministro del ramo y, por lo tanto, máximo responsable, nos diga entre risas que no es para tanto.
Óscar Puente fue quien llamó 'puto amo' a Pedro Sánchez en soflama partidaria y mitinera como agradecimiento por los servicios prestados (haberlo convertido en ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, recompensa a su vez otorgada por Pedro Sánchez por su performance en la fallida investidura de Nuñez Feijóo, cumbre del matonismo y las malas formas parlamentarias). Pero el auténtico 'puto a'mo es el propio Óscar Puente, quien domina el escenario con la solvencia y la chulería a las que aspiran algunos políticos profesionales, característica habitual especialmente de quienes son de izquierdas y representantes de la progresía oficial y, por tanto, infalibles en sus análisis y en sus políticas… hasta que fallan estrepitosamente. Ese desparpajo barriobajero es una indecencia extravagante pero a veces se convierte en ventaja, sobre todo si los ciudadanos te la consienten, ya que tal cosa te permite mostrarte ufano y seguro de ti mismo cuando se te debería caer la cara de vergüenza. Sánchez es de la misma escuela, ciertamente, pero es más fino y más guapo.
No solo no se disculpa ni baja la cabeza para ponerse en el lugar de los afectados sino que casi pide que seamos nosotros los que le pidamos perdón a él por haberlas denunciado
La última grave crisis en el transporte de ciudadanos ha sido la ocurrida este pasado fin de semana, la última de una larga lista de incidencias acaecidas a lo largo de los últimos meses. En esta ocasión se vieron afectados nada menos que quince mil pasajeros. Al parecer, ocurrieron dos hechos que provocaron el caos: por un lado, un tren se desprendió del tren que lo remolcaba y se estampó contra la pared del túnel que une Atocha y Charmartín; por otro lado, una persona amenazó con lanzarse a las vías dos horas después de la primera incidencia, lo que provocó el corte de tensión de catenaria de todas las vías. Yo no digo que estas cosas no sean cosas que pasan, lo sorprendente es que sucedan tantas veces y, sobre todo, la insolencia del ministro ante estas incidencias y su incapacidad para evitar que se repitan. Y no solo no se disculpa ni baja la cabeza para ponerse en el lugar de los afectados sino que casi pide que seamos nosotros los que le pidamos perdón a él por haberlas denunciado; es el cinismo hecho ministro.
Así que, no sé si porque Óscar Puente es ministro pero desde que lo es, nos encontramos en la red de transportes con una avalancha de problemas e incidencias cada vez más graves, y la puntualidad, tanto en Cercanías como en media distancia, se ha desplomado. Y lo dice hasta la Cadena Ser, así que multipliquen. Se ha incrementado la inversión, ciertamente, por lo que se vuelve a demostrar que la cuestión no es gastar más sino gastar mejor e invertir bien y allí donde es necesario. Y gestionar como se debe. Pero si los máximos responsables son políticos amigos en lugar de expertos en la materia y gente fiable, la cosa se complica y el caos se multiplica.
Sea como fuera, tanto si los problemas se multiplican por casualidades de la vida o por pura incompetencia de los responsables o por ambas cosas al mismo tiempo, al máximo responsable habrá que pedirle explicaciones y exigirle que asuma sus responsabilidades ante tanto desastre ferroviario. Y si no sabe cómo resolverlo, que dimita. Hasta ERC, Junts y Podemos se unieron a PP y Vox para reprobarlo en el Congreso de los Diputados, iniciativa sin incidencia alguna, como la mayoría de las iniciativas políticas de la oposición, al menos de momento. Que esa es otra, la incapacidad de la oposición para morder políticamente hablando.
Respondió que para qué iba a estar en Madrid si ya estaban ahí los técnicos en la materia, como si las formas en política no fueran el fondo. Como si fuera aceptable que se ría de la gente
Así que concluyo que Óscar Puente es el auténtico 'puto amo'. En esta última ocasión, en lugar de quedarse en Madrid, dar ejemplo y asumir sus responsabilidades, ni siquiera disimuló: se trasladó a Lugo para recibir un premio y "disfrutar del día", según sus propias palabras, lo cual solo puede entenderse como una provocación y un insulto a la ciudadanía. El propio ministro, al ser preguntado por la cuestión, respondió que para qué iba a estar en Madrid si ya estaban ahí los técnicos en la materia, como si las formas en política no fueran el fondo. Como si fuera aceptable que se ría de la gente. Para asistir a inauguraciones del tipo que sean corren que se las pelan, pero para dar la cara ante los problemas nunca hay tiempo o no es necesario.
El presidente de Renfe dijo este lunes que no está habiendo más incidencias sino que estas son más mediáticas. Y quizás por ello el objetivo sea acallar a los medios que las cuentan en lugar de reducir las incidencias o hacer propósito de enmienda para que estas no se reproduzcan cada cierto tiempo. Que no se vean o no se hable de ellas. Y es que para el Gobierno de España los escándalos son un problema mediático, y si estos se judicializan, el problema es de los partidos o los particulares que los denuncian o de los tribunales y de los jueces que se avienen a investigarlos para depurar responsabilidades y dictar sentencia. Y en lo que tiene que ver con el caos ferroviario ocurre lo mismo que con el resto de materias: los escándalos son tantos que se solapan unos a otros. Y en lugar de dar explicaciones, no tanto a la oposición política sino sobre todo a la ciudadanía, se opta por el silencio, la tergiversación o la mentira. Y hasta la próxima incidencia ferroviaria o la próxima fechoría política.