Opinión

Otegi ‘coordina’ la victoria de Feijóo

Que Sánchez se viera obligado a hablar de ETA en la Casa Blanca, que Alegría suspendiera la rueda de prensa del lunes y que BIldu haya tenido que salir al quite, transmite imagen de un PSOE a la defensiva

Que el pasado viernes Pedro Sánchez se viera obligado a hablar de Bildu en la mismísima Casa Blanca nada más entrevistarse con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, da la medida del roto que le ha hecho su socio parlamentario Arnaldo Otegi con la inclusión de asesinos de ETA en las candidaturas municipales; una inclusión corregida aprisa y corriendo ayer, una semana más tarde, por los propios candidatos, que han anunciado que no tomarán el acta de concejal si son elegidos. A buenas horas…

Lo sucedido representa la peor dosis de recuerdo, y en el peor momento, de unos pactos que el electorado -incluido el votante socialista- rechaza de forma generalizada; es decir, indirectamente, Otegi y los suyos están haciendo la campaña al PP, a Vox y, sobre todo, a un Alberto Núñez Feijóo que -no lo olvidemos- el 28 de mayo ha convocado un imaginario referéndum sobre Sánchez aprovechando que hay que elegir alcaldes y presidentes autonómicos.

Seguro que allí, en los jardines de la Casa Blanca, el presidente del Gobierno tomó conciencia de que, por no haber hablado sobre los etarras candidatos ante el Congreso español dos días antes, acababa de deslucir el viaje más importante, el más cuidadosamente preparado de todos cuantos ha realizado en sus cinco años en La Moncloa; en definitiva, había empañado la foto por antonomasia que ansía cualquier mandatario. Pero, probablemente, ya entonces primó en él la urgencia por frenar la hemorragia.

¿Cómo es posible que Sánchez no se diera cuenta in situ de que algo debía decir al Congreso cuando Gamarra estaba golpeando donde más duele con la portada de ABC y las caras de los asesinos, y que, si no, tendría que hacerlo más temprano que tarde?

Suma y sigue: 72 horas más tarde, la ministra de Educación y portavoz del PSOE, Pilar Alegría, suspendía su habitual rueda de prensa de los lunes en Ferraz por temor a que todas las preguntas de los periodistas giraran sobre Bildu, y la sustituyó por unas declaraciones suyas enlatadas sobre… Bildu y el PP, que es muy malo porque está aprovechando esa vía de agua.

La espantada de Alegría ante los periodistas, después de lo de Washington, constituyó la mejor prueba de que Arnaldo Otegi y los suyos han situado la campaña socialista a la defensiva con un asunto que interpela la moral ciudadana y que ni siquiera el gesto cosmético de los etarras anunciando que no van a coger el acta de concejal si son finalmente elegidos va a poder disimular.

Para empezar: ¿Nadie de esa pléyade de asesores que rodean al presidente en La Moncloa le advirtió el martes 9 por la noche, o la misma mañana del miércoles 10, justo antes de su enfrentamiento con Cuca Gamarra en la sesión de control del Congreso, de que no cabía dar la callada por respuesta ante semejante escarnio a las víctimas que los españoles habían conocido 24 horas antes? ¿Fue una sobrada del propio Sánchez imbuido del típico ”a mí el PP no me dirige la campaña”?

¿Cómo es posible que alguien tan hábil en el regate corto no se diera cuenta que algo tenía que decir in situ, justo cuando la portavoz del Grupo Popular le estaba golpeando donde más duele al enseñar a toda España la portada de ABC con las caras de los asesinos impresas, porque, si no, tendría que hacerlo más temprano que tarde? ¿De verdad nadie tuvo los reflejos de recordar al jefe del Gobierno que su siguiente comparecencia ante los periodistas iba a ser en la trascendental cita de Washington y mejor zanjar el asunto antes? ¿En serio?

Escuchar a Patxi López decir ”no me gusta nada” que Bildu meta asesinos en sus listas de concejales recordó al chiste del vasco que pregunta a otro de qué ha hablado el cura en misa y éste responde lacónico: “del pecado, que no es partidario”… un sindiós

Escuchar al portavoz del Grupo Socialista y ex lendakari, Patxi López, ese mismo miércoles en que el presidente daba la callada por respuesta, decir ”no me gusta nada” la idea de que Bildu meta asesinos en sus listas de concejales, pues qué quieren que les diga… recuerda al chiste de los parroquianos vascos en que uno le pregunta al otro de qué ha hablado el cura en misa y éste responde lacónico: “del pecado, que no es partidario”… un sindiós.

¡Faltaría más que al lendakari en el que estuvieron depositadas las esperanzas de no pocos demócratas vascos y del resto de España en la primera década de este siglo, el inquilino de Ajuria-Enea cuando ETA declaró el cese de la violencia sin contrapartidas, le pareciera bien lo que está ocurriendo ahora!… El problema no es ese, Patxi. Creo que la inclusión de asesinos en las listas no gusta a nadie que no sea de la órbita de los abertzales.

La pregunta es otra lendakari; la pregunta es: ¿Qué atemoriza de Bildu a este PSOE para llegar a aparecer ante la opinión pública tan titubeante en un principio, calculador al máximo tras una primera semana de campaña? ¿la próxima investidura de Pedro Sánchez? ¿No se dan cuenta en La Moncloa de que todo lo que hagan de aquí al 28 de mayo es performativo; que los españoles han tomado nota en este asunto que interpela a la ”decencia” (Sánchez dixit) tanto como las pensiones o a la posibilidad de ir al cine por dos euros si eres jubilado?

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