Opinión

Otro premio socialista para Intxaurrondo

El premio gordo se lo llevó cuando Sánchez decidió ponerla al frente de ese pseudo informativo mezcla de la agencia Tass, el Granma cubano y el No-Do

  • Silvia Intxaurrondo -


La gratitud es la grandeza de las almas nobles, decía Esopo. A tenor de este pensamiento podemos colegir que Pedro Sánchez debe ser el alma más noble de todas las Españas y territorios de ultramar. Ahí tienen ustedes como muestra el botón que le han concedido en forma de premio los de la socialistísima Fundación Ramón Rubial a esa entrañable compañera del metal llamada Silvia Intxaurrondo, de profesión animadora sanchista en la televisión del régimen. Claro está que el galardón no se le otorga por estar cada día de lunes a viernes en la uno por la mañana intentando aleccionarnos a los fachas que todavía no reconocemos las virtudes del régimen. No sean malpensados.

Le dan el premio, cito textualmente, “por su inestimable contribución a la sociedad a través de su labor informativa”. Amos anda. Será por contribuir al blanqueo de este gobierno que no miente más porque los días tienen solo veinticuatro horas. Pero el caso es que, como Juan Palomo, ellos se lo guisan, ellos se lo comen y ellos se dan los premios. Hasta aquí, nada que objetar porque cada uno es libre de reconocer o no méritos y deméritos en quien le acomode. Pero es que aquí hay trampa, señoras y señores.

Decimos esto porque la Fundación Ramón Rubial -si aquel digno socialista que tuve el honor de conocer, Ramón Rubial, levantase la cabeza os corría a gorrazos a todos- recibe 300.000 euracos al año de subvención y no lo dice servidor, los dice el Tribunal de Cuentas. Así que estamos sufragando la fiesta a una entidad que premia a su gente en detrimento del resto y, encima, lanza ditirambos acerca de la premiada alabando su compromiso con la información veraz. ¿Really, George? Porque estamos hablando de la Intxaurrondo, la que firmó un manifiesto vergonzoso y sectario a más no poder en contra de los medios que critican al gobierno; es la Intxaurrondo que dijo públicamente que el novio de Ayuso era un “defraudador confeso”, motivo por el cual el injuriado se ha querellado en contra de la, digamos, periodista; es la Intxaurrondo que en la televisión autonómica vasca ETB entrevistó a uno de los fundadores de ETA diciendo de él, con una sonrisa que ni el gato de Cheshire, que era “un hombre de larga trayectoria política”; es la Intxaurrondo que habla de lawfare y de “golpismo judicial y mediático”; es la Intxaurrondo que considera que la imputación de la mujer de Pedro Sánchez, Begoña, es “un ataque de la ultraderecha mediática y judicial”.

El premio gordo se lo llevó cuando Sánchez decidió ponerla al frente de ese pseudo informativo mezcla de la agencia Tass, el Granma cubano y el No-Do

Con esos antecedentes, y más que se quedan en mi tintero, unos socialistas subvencionados bien pueden pensar que la susodicha es un modelo de ecuanimidad, buen hacer profesional y pluralismo informativo. Y darle un premio. Bien, darle “otro” premio. El premio gordo se lo llevó cuando Sánchez decidió ponerla al frente de ese pseudo informativo mezcla de la agencia Tass, el Granma cubano y el No-Do. Por un pastizal, obviamente. Pero no la envidio, si les soy sincero. Primero, carezco de ese feo defecto que debe ser el único que no tengo; segundo, porque como dijo el magnífico poeta argentino José Hernández, “Gracias le doy a la Virgen, gracias le doy al Señor, porque entre tanto rigor y habiendo perdido tanto, no perdí mi amor al canto ni mi voz como cantor”.

Nunca perder tu propia voz, aunque sea para predicar en el desierto.

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