Mientras los políticos siguen a sus cosas, distrayéndonos con temas del pasado lejano, con inventos de todo tipo e imponiendo de nuevo el guerracivilismo, incluso a costa de cargarse nuestro entramado institucional para evadir sus responsabilidades, la economía sigue a su ritmo y los españoles, con el peor Gobierno que se recuerda, intentamos salir de la enorme recesión en que no encontramos.
Como saben, la fase del ciclo que sigue a la recesión es la recuperación, que es en lo que deberíamos estar todos enfrascados. Ese es el tema que exploraremos hoy, la recuperación de económica, centrándonos en el comercio al detalle o minorista; además, ya tenemos los datos de agosto, que ayudan a valorar el rebote por la apertura, y los de julio, que es el mes con mayores ventas tras diciembre, siendo pues de lo más oportuno analizarlos para calibrar la salida del cierre de la economía.
Consumo y recuperación
Cuando se analiza el Producto Interior Bruto nominal desde el lado del gasto, encontramos que el Consumo (final) representa casi un77% del total (particulares es un 57% del PIB), siendo el resto Inversión, con casi el 21%, y el saldo comercial, con casi un 2,5%. De modo que, explorando el comercio minorista, podemos tener una buena idea de la situación del principal componente del PIB y de la economía en general.
En la siguiente gráfica pueden ver el índice que estima las ventas mensuales descontada la inflación (línea azul), o ventas reales, es decir en volumen o cantidades; luego tienen la línea roja, que es una media móvil de doce meses, para ver las ventas anuales. Si observamos esta última, lo primero que destaca es que, antes de la pandemia, estábamos casi 20 puntos por debajo del máximo de 2008 y que la caída por el confinamiento (línea azul) ha sido tan profunda como toda de la depresión de 2008-2013, quedando julio 2020 unos cinco puntos por debajo del año pasado.
Para todo 2020, si las cosas no las ponen peor los políticos, la caída del año podría estar en torno al 8%, que es una barbaridad. Destaca también que, en términos anuales, las ventas en agosto fueron menores en un 3,1% respecto al mismo mes del año anterior; lógicamente, ha de considerarse que había consumo pendiente y que aún no se nota del todo los efectos de las quiebras y despidos, los de una forma de gobierno disfuncional o el ensañamiento con Madrid de esta izquierda talibán, siempre lacaya de los nacionalistas, enemiga de la Navidad, del comercio y del consumo popular; del de ellos no, claro, que es tráfico y consumo de "la elite" (de patanes y plutócratas).
Daño sectorial
Por supuesto que no todos los subsectores minoristas están igual, e incluso hay uno que hasta se ha beneficiado del cierre económico. Si vemos las estaciones de servicio (línea naranja, siguiente gráfica), sector ya machacado por los impuestos verdes para ponerse morados y que los pobres le paguen el coche eléctrico a los "ricos", el hundimiento ha sido superior al del sector y en agosto pierde casi el 8% respecto al año pasado. En cuanto a grandes almacenes (línea verde), lo hicieron peor que la media durante el confinamiento pero rebotan mejor y en agosto pierden el -1,5% respecto al mismo mes de 2019.
Tiendas y cadenas
Las ventas en las tiendas independientes, normalmente especializadas (alimentación, ropa, electrodomésticos, etc.), vienen de un largo proceso de restructuración - que también afectó a los Grandes Almacenes - debido a la irrupción de las grandes cadenas de tiendas (línea ocre, siguiente gráfica), de modo que el punto de venta tradicional (línea marrón) o agrupado en pequeñas cadenas (línea azul), pasó de ir por encima de la media (línea negra) a una posición inferior y, tras la apertura de la economía, siguen hundidos con altas tasas de pérdidas., casi -14% respecto al agosto anterior para las pequeñas cadenas (dramático) y algo mejor, casi -4%, para las tiendas independientes, dejando unas secuelas terribles.
Tema muy distinto es el caso de las grandes cadenas minoristas que, en conjunto, casi no han sufrido en sus ventas los efectos del cierre y, de hecho, respecto a agosto del año anterior han crecido un 2,4%, a lo que hay que sumar la inflación que se ha dado en alimentos que mejora aún más el valor de sus ventas; en el resto de tiendas ha ocurrido lo contrario: menos volumen y/o peores precios, por no hablar de las pérdidas en productos estacionales.
Sin duda, este buen resultado se debe en gran parte a las grandes cadenas de tiendas de alimentación, que podrían terminar el año creciendo un 10% (real) en 2020, que además han acelerado sus ventas por internet y el reparto a domicilio, aunque también es cierto que, al disponer, normalmente, de estacionamiento y ser establecimientos muy amplios, se mantiene mejor el distanciamiento social, por no hablar de la rapidez y profesionalidad con la que aplican las medidas de seguridad, demostrando que haciendo las cosas bien se genera confianza y superan las limitaciones. La cruz de esto es que buena parte de la nueva demanda viene de la debacle del sector de bares y restaurantes, quienes, cierre aparte, en julio perdió casi el 14% de las ventas reales respecto a las de julio de 2019.
Confianza y recuperación
La fase de recuperación empieza una vez la recesión ha tocado fondo y, con la mejora de algunas condiciones, empieza a generarse confianza. Vistos los datos y los resultados de la OCDE (siguiente gráfica), ya podemos decir que, si no se empeoran las cosas, como cierres urbanos innecesarios, todo es cuestión de generar confianza, un tema que va bastante mal (línea negra), como en los peores momentos de la anterior y larga depresión, que es lo que parece que le gusta a la izquierda española, ansiosa de crear su Estado clientelar para asegurarse que les paguemos sus vicios; cualquier cosa menos una economía para que los españoles tengamos el mayor grado de libertad posible.
Otro aspecto clave del ciclo de corto plazo es el nivel de inventarios, ya que su reducción mejora las expectativas, aumenta la demanda y la disposición a contratar personal. Como pueden ver en la siguiente gráfica, ni siquiera en los comienzos de la anterior depresión los gestores de empresas habían manifestado que estaban tan altos de inventarios como los de este agosto pasado (línea aguamarina, siguiente gráfica), de ahí el nivel bajo de futuros pedidos aunque, afortunadamente, la disposición a emplear más trabajadores, aún siendo mala, que son casi el 10,5% del empleo total, ya no está en los mínimos de hace doce años.
Sermoneo y partitocracia
Las condiciones para la recuperación estarían dadas si no fuera por el pésimo gobierno que padecemos, lleno de dogmas e intereses espurios y cuya gestión de la pandemia que potenció, ya sea de los aprovisionamientos, del endeudamiento con la UE o en la imposición de restricciones, roza, en mi opinión, lo criminal. Tal es el desastre que hasta la hoja parroquial del globalismo, The Economist, se alarma de la situación aunque, eso sí, la atribuye a los políticos en general, callando la verdadera causa: la partitocracia, que es la que produce los miserables a los que sermonea.
¿Y por qué The Economist no lo ve? Pues porque, al igual que la 'casta', desean que gobierne una élite al margen de las naciones, es decir, una forma de gobierno donde los votos de los ciudadanos no cuenten, como aquí, donde el sistema electoral proporcional de listas de partido ha eliminado todo rastro de representación y de representatividad, no teniendo nada que ver con el español medio. Así las cosas, esta pandilla igual nos hace perder otra década, destruyendo una recuperación tras otra y llevándonos a un cambio de orden por las malas, lamentablemente.