Opinión

La parte contratante del 155

El cruce de cartas entre el president de la Generalitat y el del Gobierno de España es cualquier cosa menos serio. El primero niega la mayor y el segundo insiste

  • El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont (d), conversa con el vicepresidente Oriol Junqueras (i)

El cruce de cartas entre el president de la Generalitat y el del Gobierno de España es cualquier cosa menos serio. El primero niega la mayor y el segundo insiste en que ha de portarse bien o lo castigará de cara a la pared. Un provocador y un tibio entregados al marxismo más absoluto. De los Hermanos Marx, se entiende.

El Govern toca la lira y Rajoy templa gaitas

Lo de Cataluña es puro surrealismo, un dislate de tamaña magnitud que cuesta creerlo si no se vive desde dentro. Además de ser unos jetas de cuidado y unos vagos que no han pegado palo al agua en su vida, los responsables de esa independencia en diferido, que ni viene ni va, tienen una capacidad para producir las situaciones más insólitas que se han visto jamás en este país. Veamos algunos ejemplos de este lunes en el que Carles Puigdemont y Mariano Rajoy han seguido pasándose la pelota como si de dos chiquillos se tratase.

Según la dirigente de Esquerra Marta Rovira, entrevistada, bueno, enjabonada y oportunamente masajeada, en TV3 esta mañana, la independencia tiene mayoría en Cataluña, tiene apoyo internacional y todo acabará con la proclamación de la República Catalana. La señora se ha quedado tan ancha, ella y la pseudoperiodista que la jaleaba como una cheerleader cualquiera. Uno diría que antes que intervenir las competencias de Mossos o Educación, lo primero que sería beneficioso para todos sería dar sepultura a esa casa de enchufados, pelotas, politicastros y medianías que es TV3. No es casual que el conspicuo independentista Toni Soler, propietario de una productora, accionista del diario Ara, ex comisario del Tricentenario del 1714, presentador de un programa diario en la cadena y con los bolsillos harto holgados de moneda esté ya rasgándose las vestiduras ante tal posibilidad. Vivir del cuento sin ser Calleja o Samaniego es lo que tiene.

Volviendo a los delirios de Rovira, se han complementado a la perfección con otra entrevista que ha concedido el conseller de Interior Joaquim Forn a la Marianne de la independencia Mónica Terribas en Catalunya Ràdio. Más de lo mismo. Esto está hecho, las cargas policiales y la represión española, el derecho a votar y a ser independientes y tralalá. Lo dicho, puro surrealismo, pura locura, pura intoxicación de tanto opio adoctrinado. Ustedes se dirán ¿pero éstos se lo creen? Pues sí, en los dos casos citados se lo creen, y mucho. Cuesta aceptar que personas hechas y derechas se traguen las bolas que fabrica el independentismo, bolas que no resisten el menor análisis económico, político o, si me apuran, meramente racional. Pero las creen, ellos y los que les siguen como borregos. Es el mundo de los Hermanos Marx en el que la astracanada y lo imposible son los cánones que seguir y por los que se rige la lógica de la ilógica. Ellos están convencidos de que lo que hace Puigdemont es poco menos equiparable a lo que escribió Maquiavelo, Sun Tzu y Churchill, a saber, una obra maestra de sutileza y astucia política. Defienden a pies juntillas que la gente votó, ¡votó!, masivamente el pasado 1-O por la independencia y que tienen un mandato histórico. Son como los niños malcriados que se empeñan en no tomarse la sopa o no dejarse poner la inyección que les ha de curar y gritan, patalean, marranean. Por descontado, sin un padre o una madre que les dé un cachete, no hay quien los pare.

Pero como lo de que un cachete a tiempo evita muchos disgustos no es algo que los pedagogos de Comisiones Obreras defiendan, al gobierno de Mariano Rajoy le entra el canguelo y no se atreve a decir que basta ya, que no se le puede tomar el pelo al estado y que con las cosas de comer no se juega. De ahí que la banda de los separatas se crezca por momentos, porque no tiene nadie que los frene. Este lunes la noticia debería ser que los dirigentes de la ANC y Òmnium, sumados al jefe de lo Mossos, han tenido que ponerse delante del juez para aclarar sus conductas presuntamente delictivas. La imagen de lo dos primeros dando un mitin secesionista encima de los coches destrozados de la Guardia Civil, que debían, por cierto, proteger los Mossos y ya se ve con que eficacia lo hicieron, sería suficiente como para escandalizar a cualquier estado mínimamente civilizado. Aquí aún se saldrán de rositas, ya lo verán.

Mientras Puigdemont y Rajoy emulan a Chico y Groucho Marx cortando a trocitos el contrato y discutiendo acerca de si la parte contratante de la independencia es la parte contratante de la segunda parte, pisan un cuerpo que yace a sus pies. Este cuerpo se llama Cataluña y, por cierto, casi ya no puede respirar por el ahogo que siente ante tanto pisotón.

Mientras tanto, las CUP

En la misma ínclita TV3 han entrevistado también, y en el mismo programa, para que la dosis de proceso sea abundante y que no farte de , al diputado cupaire Benet Salellas. Este pollo cobra al año de nuestros impuestos, como el resto de sus compañeros de las CUP y el conjunto de parlamentarios catalanes autonómicos, la bonita cifra de 37.330 euros. Esperen, que la cifra no hace más que empezar. Si el diputado, ignoro si es el caso, vive a ochenta kilómetros del Parlament percibe unas dietas de 2.006 euros al mes; si viven en lugares como Lleida, Girona o Tarragona, la cosa se va a los 2.172.

Total, entre pitos y flautas, la mayoría de sus señorías se lleva a casita cada mes unos seis mil pavos del ala. Eso aparte de si eres presidente de una comisión o miembro de la mesa del Parlament, que ya te pones en unos ocho mil mensuales, o si eres la presidenta, como Carme Forcadell, que cobra diez mil. Bueno, pues con estos sueldazos que para sí quisiera la mayoría de españoles, incluyendo a los catalanes, por descontado, el tal Salellas hablaba de revolución, de proclamación ya mismo de la república catalana, de insumisión al estado y de no sé cuántas cosas más. Su parte contratante es jugosa, mientras que la de lo que le sufragamos el gasto es más bien paupérrima. Amenazaba, además, con que las CUP podrían abandonar la actividad parlamentaria si la cosa no marchaba como ellos querían, sin dimitir, claro, que es un pastizal lo que se llevan, y ha dicho greguerías tales como que para aprobar la independencia no hace falta votar nada en sede parlamentaria porque eso ya se hizo con el referéndum. Oiga, y sin que moviesen un músculo ni el ni la periodista que, es un decir, lo entrevistaba.

A ver, Don Mariano Rajoy, a mi me parece muy bien que haga salir a Doña Soraya Sáez de Santamaría a decir levantando la ceja que uy, están ustedes muy enfadados, que Puigdemont ha de volver a la legalidad y todo ese rollo de que aún está a tiempo de evitar un desastre, pero ¿sabe lo que le digo?, que el 155 me parece poco para poner en vereda a esa panda de mantenidos del sistema. ¿O es que aún no se ha enterado que estos no piensan bajarse del burro, como dijo muy acertadamente Albert Rivera? ¿Así es como piensa defender a los catalanes, así es como quiere evitar la sangría de empresas que se van, es esta la manera que tiene usted de aplicar el estado de derecho?

Mientras usted juega a discutir la parte contratante con alguien que no tiene la menor intención de respetar nada que no sea su santa voluntad, la vida sigue, y los mercados se van alejando de Cataluña y de España, no lo olvide. Lo de darle ahora hasta el jueves de plazo al señor del flequillo para que reaccione es humor negro, créame. Lo de no presidir usted el consejo de ministros el viernes por estar ausente en el extranjero, no quiero ni decirle lo que me parece.

Es insólito, es terrible, es vergonzoso. A fin de cuentas, los separatistas son mentirosos, van a la suya, se pasan por el forro todas las leyes, incluso la de desconexión que aprobaron ellos por el artículo 33, pero usted debería ser firme y dar ese cachete que se merecen todos estos que han creído que las instituciones son un cromo para intercambiar en el patio.

Si yo fuese el director de esa escuela chillona y ramplona en la que se ha convertido la política española, los ponía a Puigdemont y a usted de cara a la pared castigados por desobedientes y malos estudiantes. Previo cachete, claro.

Porque ya estamos hasta la epiglotis de partes contratantes.

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