Opinión

Pasaron las europeas y dicen que crecieron los Pirineos

Los resultados de las elecciones europeas fueron absolutamente previsibles en casi toda Europa. En mi columna previa

  • La dirección nacional del PP celebra en Génova la victoria electoral de este 9-J. -

Los resultados de las elecciones europeas fueron absolutamente previsibles en casi toda Europa. En mi columna previa a la elección, el pasado domingo en este mismo medio, cité a Scholz y Macron como los futuros grandes perdedores. Ellos mismos se atrevieron, mostrando una osadía rayana en la inconsciencia, a anunciar en el influyente Financial Times que no entendían absolutamente nada de lo que sus respectivos pueblos sentían y qué tipo de liderazgo necesitaban. Ese escrito conjunto no fue un disparo en un pie, fue un tiro directo al parietal izquierdo sin que se observe un orificio de salida por el momento.

Pasó lo mismo en los alrededores de ese eje decadente, también belgas, holandeses, austriacos, italianos, en fin, la inmensa mayoría de los pocos europeos que votaron lo hicieron en consonancia con franceses y alemanes.

Los españoles se encuentran perdidos en un laberinto inextricable, construido por Sánchez y sus afanes autocráticos. Soportan el único gobierno abiertamente bolivariano del continente

Ya ha corrido bastante agua bajo el puente en estos días, los resultados electorales arrojaron un flujo torrencial de análisis más o menos coincidentes. Europa toda dio varios pasos hacia la derecha, con una abstención que da calambres, a causa de otro producto importado del sur, el hartazgo infinito.

Lo cierto es que España no fue la excepción, el crecimiento de Vox y la entrada furibunda de Alvise Pérez en su mapa político lo confirman.

La diferencia radica en que los españoles se encuentran perdidos en un laberinto inextricable, construido por Sánchez y sus afanes autocráticos. Soportan el único gobierno abiertamente bolivariano del continente y este dato, como los imponentes Pirineos, los separan del resto de Europa.

Por eso llegaron a estas elecciones confundidos y bombardeados por la técnica populista de partición del átomo, otra copia calcada de la que usó el kirchnerismo en mi querida Argentina durante años. Para partir un átomo se lo bombardea desde todos los ángulos con isótopos. Y en estos regímenes de deriva autocrática, la sociedad es el átomo y los isótopos se transforman en noticias inventadas multiplicadas por medios y periodistas comprados, alimentadas por una narrativa épica de victimismo, mortalmente agravado por los propios victimarios.

Al igual que en Argentina, eso parte a la sociedad en dos, y a la postre provoca una reacción en cadena que aún no ha sucedido, pero es inevitable, y Sánchez lo sabe. Ya le ha copiado a Kirchner casi todo, ahora necesita imponer en España ¨la grieta¨. La famosa grieta abierta en el país sin embajadora dejará a la política española sin un centro atractivo, el centro se transforma en un abismo al que nadie quiere ni asomarse.

Y, lamentablemente en España, la oposición no concibe esta idea. La derecha centrista ha ganado, es verdad, pero el margen ha sido estrecho y esta pelea no se gana por puntos, solo sirve el knock out.

Les pasó en las generales recientes, pero no aprenden, no se dieron cuenta de que no alcanza con ganar por poco contra el socialismo del siglo XXI. Pecan de inocentes, para no llamarlos timoratos

Sánchez tiene un manual caribeño y lo aplica sin piedad ni pudor, mientras los populares intentan mantener un ¨statu quo¨ que ya no existe, daría la impresión de que, más que observar y pensar cómo cambiar las cosas, intentan continuar cuidando su parcela a toda costa. Les pasó en las generales recientes, pero no aprenden, no se dieron cuenta de que no alcanza con ganar por poco contra el socialismo del siglo XXI. Pecan de inocentes, para no llamarlos timoratos.

Sánchez es en realidad uno de los más nítidos políticos antisistema que habitan en España. El sistema incluye la división de poderes y él no quiere dividir nada más que a la oposición. Sabiendo que perdía, acorralado por acusaciones múltiples de corrupción y atropello de las instituciones, elige desafiar la realidad y huir hacia adelante, además de entrar en modo Drácula y minimizar los daños clavándole sus afilados colmillos a un aliado, Sumar.

Así, literalmente suma, y evita perder por 8 puntos para perder por 4 y cantar victoria. Porque no importa perder, importa retener el poder, y para eso hay que saltarse todos los semáforos rojos que haya en el camino. Ojo, es literal, hay que incluir aquí a absolutamente todos los límites, desde los éticos, hasta la Carta Magna.

Lo ayuda mucho el PP, claro está, con una comunicación anodina y un candidato que no erotiza al electorado. Esa es la clave. Y lo expreso con muchísima pena. En mi primera juventud, en Buenos Aires, solía acompañar a mis padres a votar en el consulado español, ellos venían de Galicia y votaban entusiasmados por la flamante democracia española.

Aquí parece que nadie está dispuesto a sacudir una estructura partidaria anquilosada para que entre aire fresco por la ventana de la casa española, no hay más que tibieza y buena conducta

Sin embargo, mi carrera como consultor político comenzó en la Argentina enfrentando el mismo problema que hoy enfrenta el PP, nos tocó un candidato aburrido, y tuvimos que arriesgar mucho al comunicarlo y hasta alejarnos de su partido centenario para ganarle al peronismo.

Aquí parece que nadie está dispuesto a sacudir una estructura partidaria anquilosada para que entre aire fresco por la ventana de la casa española, no hay más que tibieza y buena conducta. Y con eso no se le gana al kirchnerismo, perdón…al sanchismo.

Vetada la imagen del perdedor

Sánchez, como Cristina, está luchando por su libertad personal y la de su familia, no por las libertades de su pueblo. Es mentira que hace lo que hace para quedarse en Moncloa, se iría inmediatamente a cambio de una preciada impunidad, porque lo bolivariano siempre es desprolijo a los ojos de la justicia y para faltarle el respeto al estado tan descaradamente, hay que dejar muchas huellas marcadas sobre la superficie de la ley.

De cualquier manera, es evidente que Sánchez sabe lo que hace, o mejor dicho, lo que no debe hacer. Para muestra, basta un botón, el de la foto. Sánchez no dejó que lo fotografiaran perdedor, él sabe que una imagen vale más que mil palabras y lo que no está en discusión es que el manual del socialismo del siglo XXI puede recitarlo de memoria.

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