En cuanto al estudio del lenguaje corporal, Charles Darwin escribió La expresión y las emociones en el hombre y en los animale”, que publicó en 1872; o sea que el tema viene de lejos. A partir de los años 60 del siglo pasado se comprobó que el impacto total de un mensaje es un 7 % verbal (palabras solamente), un 38 % vocal (incluye el tono de la voz, los matices) y un 55 % no verbal (gestual).
También es verdad que los gobiernos meramente ideológicos, como el de Pedro Sánchez, no se manejan nunca muy bien en el mundo de los hechos reales y extraordinarios. No están preparados para lo práctico. Cuando lo fáctico los supera y la realidad no puede deformarse o esconderse, cometen errores garrafales. Los gobiernos basados en lo puramente ideológico se incomodan y no saben cómo gestionar la comunicación cuando el asunto es tan poco manipulable como lo fue la Dana de Valencia.
Un golpe así los paraliza, los retrata y los desespera. Porque no pueden intervenir con palabras y fotos bonitas, tienen que lidiar con un hecho innegable, cuando la especialidad de la casa es negar siempre todo lo que los moleste, generando hechos paralelos y contando cuentos ficticios que deformen lo que realmente haya sucedido.
La imagen del presidente huyendo en solitario de la ira de la gente se entendió muy bien en todo el mundo, en todos los idiomas. Puedo dar fe, porque se percibió con claridad, aunque el relator hablara en árabe y yo no le entendiera una palabra.
En este caso, claramente no han podido, y entonces cometieron errores que quedarán para siempre en la historia. Por motivos de trabajo viajo con frecuencia y esto de la Dana me ha pillado bien lejos, más precisamente en Asia. El primer día me he quedado clavado frente a la tele, y lo he visto todo en otro idioma. Uno que ni siquiera entiendo, pero tengo muy en claro que las imágenes valen más que mil palabras, y que hablan por sí solas.
Los gobiernos ideológicos son audiovisuales, calculan las palabras y editan imágenes convenientes mientras el pueblo no sabe qué pensar, y ellos consiguen confundirlos. Y ante la duda, el favor es del reo. Sin embargo, evidentemente, sucesos como el ocurrido en Valencia los desborda, como a los ríos la maldita gota fría. Y pierden el control del audio y del vídeo, sobre todo del vídeo. Normalmente son muy cuidadosos con la imagen y la editan armónicamente con el dialogo que imponen y establecen gracias al control de los medios de comunicación. Sin embargo, si pierden ese control férreo de la imagen el desastre comunicacional resulta patético.
La imagen del presidente huyendo en solitario de la ira de la gente se entendió muy bien en todo el mundo, en todos los idiomas. Puedo dar fe, porque se percibió con claridad, aunque el relator hablara en árabe y yo no le entendiera una palabra. Pedro nunca debió decir que pidan ayuda si la necesitan, nunca, ha sido un error gigantesco. Pedro es lo peor que le pasó al PSOE en muchísimo tiempo, basta con recordar a Felipe González mandando el ejército a Bilbao en horas ante una emergencia.
Lo gestual comunica en forma mucho más contundente que los comunicados más arteros que los equipos de Sánchez no tardaron en fabricar. Solo que esta vez fabricaron el insumo equivocado
Pero menos aún, y jamás debió, sonreír al llegar a la zona de desastre, caminando con un meneo propio de un paseo por los jardines de la Moncloa. Uno de los valores de Sánchez es su imagen, arrogante pero guapo, irreverente, desenfadado. Pues en estos días ha perdido el control de esta materia. La prueba está en el contraste que su huida pavorosa ha mostrado frente a la actitud del Rey y de la Reina, a quienes deja solos cuando las papas queman. Eso vieron España y el mundo entero. Ellos también estaban bajo el fuego de la indignación del pueblo, pero resistieron, se quedaron, soportaron, entonces aparecieron como valientes y sensibles. Sus imágenes abrazando a personas desesperadas, incluso recibiendo quejas airadas y altisonantes, dieron a España una señal clara de donde está la dignidad y el liderazgo.
Llegó el momento de que se vayan
El desastre comunicacional de uno y el éxito de la pareja Real le dieron a la sociedad una señal muy clara. Sánchez es un cobarde impresentable y el Rey es un señor, eso ya no lo cambia ningún asesor multimillonario ni ningún relato nuevo, por bueno que sea. Lo gestual comunica en forma mucho más contundente que los comunicados más arteros que los equipos de Sánchez no tardaron en fabricar. Solo que esta vez fabricaron el insumo equivocado, y lo hicieron mal, simplemente. Si no pueden transformar cualquier circunstancia en un dilema ideológico, se pierden.
El lenguaje corporal de Sánchez en Paiporta no se arregla con apuntes como los que se anotó de puño y letra la ministra del tuit borrado, ese que publicaron torpemente. Tales instrucciones absurdas que los asesores de Sánchez le hicieron anotar a las apuradas, surgieron porque no saben qué decir sin una guía que devuelva la discusión al terreno de las ideologías. Y no construían un relato adecuado tampoco. En fin, tal vez una:” Este es nuestro momento”. Eso es verdad, llegó el momento de que se vayan.