Opinión

Amancio Ortega y la caridad de los ricos

No todos los ricos destinan una parte de su dinero a causas benéficas, ni de manera tan cuantiosa

  • Imagen de archivo de Amancio Ortega

Algo que no cambia en España es la eterna discusión cada vez que los más ricos del país hacen un acto de caridad, se apelliden Roig, Botín u Ortega. Pero es este último quien suele armar más revuelo, pues su fundación homónima realiza multitud de proyectos a nivel educativo y sanitario, entre los que destacan los relativos al tratamiento del cáncer. Según los datos que ofrece, estaríamos hablando de 449 millones de euros entre 2019 y 2023, y de una proyección de 682 millones entre 2024 y 2028. Y por si fuera poco, tras el desastre ocurrido principalmente en la región de Valencia, ha anunciado un fondo con 100 millones para los servicios sociales de los municipios afectados.

Con estas cifras, es normal que muchos se pregunten dónde está el problema, especialmente los ideológicamente más cercanos al liberalismo. Lo habitual, en ese caso, es entender que Amancio Ortega ha ganado honradamente su fortuna dentro de la legalidad, y que puede hacer lo que estime oportuno mientras se mantenga dentro de ella. Partiendo de dicha premisa, su caridad se ve como un acto generoso ante el cual no cabe sino agradecimiento, y más teniendo en cuenta que no todos los ricos destinan una parte de su dinero a causas benéficas, ni de manera tan cuantiosa.

En cambio, ¿cómo lo ve alguien próximo a la socialdemocracia —a la que quede sin contaminar por la tercera vía— o al comunismo de raigambres marxistas? Si prescindimos de etiquetas maniqueas de buenos y malos, bastante comunes en el jimenezlosantismo, debemos acudir al origen. Para un marxista, y tal vez para los descafeinados que integran Podemos o Sumar —a quienes podríamos incluir en lo que el filósofo español Gustavo Bueno llamó la «izquierda indefinida»—, el pecado original se encuentra en la forma de conseguir la riqueza en el sistema económico en que vivimos, es decir, en la extracción que el empresario realiza de la labor de sus trabajadores. Si Amancio Ortega tiene esa fortuna, piensan, se debe a lo generado por otros y no íntegramente retribuido. No obstante, como dice Santiago Armesilla: «El plusvalor no es un robo, es una apropiación legítima y legal del capitalista dentro del derecho burgués. Lo que hay que hacer, según Marx, es subvertir ese derecho burgués».

Actos generosos puntuales y arbitrarios

De este modo, considerar que esa riqueza tiene un origen injusto puede cambiar por completo la percepción que se tiene del uso caritativo de una parte. Sin entrar en cuestiones revolucionarias, una de las críticas recurrentes es que el fundador de Inditex, el más pudiente de España y el noveno del mundo, con un patrimonio valorado en 120.200 millones de euros, ha amasado su capital a costa de pagar bajos salarios —en comparación con los beneficios empresariales— y de ofrecer condiciones laborales mejorables, dentro y fuera de nuestro país. Siguiendo el hilo, se trataría de una caridad sufragada con una fortuna que, en circunstancias más justas, habría sido menor en favor de la de sus empleados y de las arcas públicas. Los que así piensan, más que actos generosos puntuales y arbitrarios —sujetos a la voluntad del donante—, preferirían una contribución salarial y tributaria más justa donde la cuantía aportada regularmente a la sociedad superase a la ahora donada; lo cual no implica necesariamente la ausencia de agradecimiento, aunque sí su contextualización.

Y además de la cuestión del origen de la riqueza y de la caridad, hay quien también ve un problema en que una persona disponga de tal cantidad de dinero. Por ejemplo, alguien que recele de los poderes ajenos al control del Estado democrático verá con una sana desconfianza el crecimiento desmedido de la fortuna y el poder de las grandes empresas. No olvidemos que Amancio Ortega atesora un patrimonio equivalente al 8% del PIB español, mayor al de algunos Estados más pequeños. No es cualquier cosa.

Asimismo, en un país de tradición católica como es España, para bien o para mal sigue pesando aquello de san Mateo: «El que es rico entrará muy difícilmente en el Reino de los cielos». Siguiendo con el Evangelio, la frase «es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los cielos» haría referencia a la necesidad que tendría éste de liberarse de sus cargas materiales y de postrarse con humildad, para poder pasar por la estrecha puerta que conduce a la salvación del alma. Ya ven, el debate está servido.

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