El proyecto lleva algún ejercicio entre los temas pendientes de Dimas Gimeno. La salida a Bolsa de El Corte Inglés aparece y desaparece como el gran objetivo financiero una vez que las tempestades de los números parecen estar encauzadas. Lejos queda aquel agosto de 2013, la fecha en la que El Corte Inglés desnudó sus números (y detrás de ellos la dura realidad de su negocio) ante la banca acreedora para refinanciar una deuda de 4.900 millones. Cuatro años después, la hoja de ruta marcada por los bancos aparece sin tachaduras. El Corte Inglés ha reducido su estructura de deuda neta total al entorno de los 3.800 millones, mediante dos emisiones de bonos por 600 millones cada una a través de Hipercor y un lento y silencioso proceso de desinversiones en activos inmobiliarios y créditos morosos. En ese contexto se enmarca la venta del histórico centro en el centro comercial de Parquesur en Leganés (Madrid) dentro de un plan de desinversión de activos, para los próximos trimestres, por valor de 150 millones. Un paquete inmobiliario que engloba otros centros de Burgos, Valencia y Madrid.
"Son pasos necesarios pero no suficientes para que se produzca la salida a Bolsa", aseguran quienes monitorizan la salud financiera de El Corte Inglés de forma recurrente. El seguimiento de la banca sigue siendo constante. Una vez al trimestre, las entidades reciben un informe del líder de la distribución sobre el cumplimiento de los convenants (compromisos de pago) y del resto de acciones suscritos dentro del plan de refinanciación. De forma continua, además, se producen también otro tipo de encuentros para estudiar operaciones puntuales de desinversión encaminadas a aligerar la carga financiera. Pese a todo, el esfuerzo que tiene que soportar El Corte Inglés en el repago de su deuda sigue siendo caro en relación a los actuales precios del mercado. En 2013, la firma de grandes almacenes firmó unas condiciones para su reestructuración a unos tipos de entre el 3,5% y el 3,8%, en la línea con las operaciones de refinanciación que rubricaban otras grandes compañías en aquellos momentos. Malos tiempos para la lírica, sin duda, con un cocktail explosivo entre deuda empresarial y escasa solvencia de las entidades financieras. Pero volvamos al asunto. El acuerdo se renegoció dos años después, en 2015, pero las condiciones apenas sufrieron modificaciones ante la pretensión de algunas entidades de incluso elevar los costes del crédito.
La firma de grandes almacenes considera que ha llegado el momento de definir una nueva estructura del capital, con la actualización de los plazos de amortización y el análisis de nuevas fórmulas de financiación que abaraten el coste de las obligaciones. Sin embargo, la banca no parece dispuesta a una tregua de precios hasta que no se produzcan dos grandes hitos. De un lado, solicitan que los niveles de deuda sufran todavía algún tipo de rebaja. Actualmente, la deuda del grupo se eleva algo por encima de 4 veces ebitda (beneficios antes de impuestos). En 2015, últimos datos conocidos, El Corte Inglés logró un beneficio bruto de explotación de 912 millones, un 10,4% más, tras un incremento de las ventas de un 4,3% hasta alcanzar los 15.219 millones. La banca se plantearía una rebaja de costes cuando la deuda frente al ebitda quede por debajo de ese 4%, en entornos algo superiores al 3,5%, un objetivo factible a lo largo del próximo ejercicio, según explican fuentes financieras.
Los bancos exigen que se reduzca el clima de tensión que existe en el actual consejo de El Corte Inglés en el que el socio catarí
Sin embargo, la segunda gran línea roja que plantea la banca plantea más dificultades para Dimas Gimeno. Los bancos exigen que se reduzca el clima de tensión que existe en el actual consejo de El Corte Inglés en el que el socio catarí, el jeque Hamad bin Jassim bin Jaber, ha pedido una renovación de parte de este órgano de gobierno para que se diluya el poder de los históricos dando entrada a consejeros independientes. La banca considera que esta renovación del consejo, para ajustarlo a los nuevos estándares de governance que se están imponiendo en el mundo empresarial, con una incidencia especial en las empresas cotizadas, debe ser un paso obligado antes de volverse a sentar para hablar de una mejora en las condiciones de los números.
El asunto no es menor para Gimeno en un momento en el que el peso de las hijas de Isidoro Álvarez, Marta y Cristina Álvarez Guil, es creciente en las decisiones del grupo y chocan con los deseos aperturistas del socio catarí. Poseedoras del control mayoritario de la compañía gracias a su influencia en la Fundación Ramón Areces y en Cartera IASA han hecho valer su poder en la empresa para ascender a directivos afines y nombrarlos nuevos miembros del consejo de administración. En este contexto se entendería la salida de Juan Hermoso, que argumentó motivos personales, el nombramiento de Jesús Nuño de la Rosa para el consejo y, especialmente, la designación de Víctor del Pozo como consejero delegado, en un movimiento que se ha interpretado en algunos círculos como un intento de quitar poder a Gimeno.
"Es necesario que se rebajen esas tensiones en el Consejo porque hay que adoptar todavía alguna decisión estratégica de cara al futuro de la compañía", explican fuentes financieras. Una de estas decisiones sensibles, sin duda, se articula alrededor de la reorganización de plantilla. Para ello, Gimeno fichó a José Luis Romero, director de Recursos Humanos de compañías como Heineken, Iberia o Sanitas, con el fin de desarrollar un plan de reducción de plantilla en diferentes tramos para la salida de un mínimo de 3.600 trabajadores mediante bajas incentivadas. Sin embargo, Romero decidió abandonar la compañía en febrero pasado en pleno proceso de salidas. Apenas dos meses después, la compañía decidió paralizar la salida de 500 empleados que esperaban la prejubilación en base al plan de bajas ideado por Romero.
Todo este ruido interno impide a la compañía presidida por Gimeno una novación del préstamo de 2013 hacia un sindicado con mejores condiciones. En definitiva, unos precios más bajos. No será hasta que se produzca este abaratamiento en la refinanciación de su deuda cuando el grupo de distribución pueda empezar a diseñar un calendario para el salto al parqué. "Este año hay que descartarlo. De momento, no hay ningún movimiento", explican fuentes financieras. El toque de campana no será hasta 2018, como pronto.