Opinión

¿Por qué permitimos que nos engañen tan descaradamente?

Si repasan las noticias que han acaparado titulares y cabeceras en los medios de comunicación las últimas semanas el resultado es bochornoso. Empezamos con

  • Pedro Sánchez junto a Carles Puigdemont -

Si repasan las noticias que han acaparado titulares y cabeceras en los medios de comunicación las últimas semanas el resultado es bochornoso. Empezamos con el descuartizamiento en Tailandia, seguimos con apocalípticas nuevas acerca del calor infernal en España, continuamos con el pico de Rubiales y el escándalo organizado alrededor el mismo, colateralmente tenemos la muerte del líder del grupo Wagner, Prigozhin, y en ascuas espero cual va a ser la próxima cortina de humo con tal de que no hablemos de lo que pasa en realidad.

Porque hablando del calor, el descuartizado, del pico o cualquier otra cosa no se habla de Sánchez y de lo que está urdiendo para seguir siendo el mandamás de un estado que parece haber sufrido una lipotimia y se encuentra desmayado a pleno sol sin nadie que no ayude. ¿Sabemos cosas acerca de esa amnistía a la delincuencia separatista catalana y de si hay contactos Moncloa-Waterloo? ¿De qué está hablando Bildu y PSOE? ¿Qué les han prometido? ¿Por qué desde Interior se ocultan datos reales del aumento de violaciones a las mujeres? ¿Pueden pretender ocultar que el 2’4 de la población – ustedes ya me entienden - es la responsable de más del 40% de las mismas? ¿No es cierto el dato? Si no lo es, ¿por qué no se dan informaciones claras?

¿Pueden pretender ocultar que el 2’4 de la población – ustedes ya me entienden - es la responsable de más del 40% de las mismas? ¿No es cierto el dato? Si no lo es, ¿por qué no se dan informaciones claras?

Podríamos seguir con muchas otras cosas que irían desde lo que saben en Rabat que ignoramos en España y que afecta a Ceuta, Melilla y Canarias, hasta el exorbitado precio al que ha llegado el aceite de oliva. O, ya que estamos en materia crematística, que a las subidas de salarios se las está comiendo la inflación. El aumento del coste de la vida se ha disparado y las medidas chulísimas de maquillaje como los fijos discontinuos no pueden esconder que en España hay cada vez más familias que pasan estrecheces, penurias e incluso miseria.

Todo eso lo sabemos porque se vive a diario en mercados, tiendas, calles y plazas. Sabemos que nos engañan, que troceados, picoteados y sofocados son la excusa para que no se hable de que España está sin gobierno, Feijóo está dando palos de ciego y Sánchez está atrincherado tras una barricada de basura cada vez más tupida y maloliente.

Lo peor es que asistimos a esta tomadura de pelo con total tranquilidad y sin mayor incidente que algún que otro exabrupto en la barra del bar tomándonos una cerveza

Eso, mientras los sindicatos siguen a lo suyo, es decir, a darse la vida padre y sin ánimos de salir a la calle salvo ahí donde esté la derecha, la maldita derechona que les quita de la boca los langostinos por lo que tanto tiempo lucharon. Lo peor es que asistimos a esta tomadura de pelo con total tranquilidad y sin mayor incidente que algún que otro exabrupto en la barra del bar tomándonos una cerveza. Que sí, que jurar en arameo frente a un botellín y decir que esto lo arreglabas en veinticuatro horas es muy español y queda muy bien delante de los amigos pero me pregunto, ¿y qué más? ¿Con desahogarnos de manera tan imbécil, tan pueril, tan ineficaz ya tenemos suficiente? ¿No creen que ha llegado la hora de organizar pacífica y democráticamente el cabreo y llevarlo a las calles, ante las sedes de los responsables, y que la ola de indignación les de un baño de realidad?

Es inconcebible que nada de esto suceda, que pasen los días y se sucedan las tropelías sin que nadie diga nada ni se exijan popularmente responsabilidades. Mal asunto cuando un pueblo hace dejación a la hora de pedir cuentas al político. Mal asunto porque éste creerá que a la gente le da igual ocho que ochenta y que goza de impunidad total para obrar a su antojo y los pocos escrúpulos que pueda tener se le acabarán yendo. También puede ser que nos hayamos convertido en unos cobardes…

Mal asunto, insisto.

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