Nicolás Redondo Terreros, en la enésima muestra del demócrata decente que es, se dirigió a los socialistas para que no callasen y diesen un 'no' rotundo al pacto con Otegi. “Ya que no pueden salvar la dignidad colectiva del partido, salven la suya”, afirmó. No pude evitar una sensación de déjà vu y de desolación al recordar el silencio que suele seguir a tan recurrentes súplicas. Vivimos instalados en una rueda eterna en busca del socialista decente que actúe ante los desmanes antidemocráticos de su partido, como en un estado de autoengaño o de ignorancia de la realidad de las cosas.
En las elecciones del 2001 el candidato a la Lehendakaritza por el PSE fue Nicolás Redondo, hijo y nieto de socialistas. Junto a Jaime Mayor Oreja, líder del PP vasco, formó un frente contra el nacionalismo del PNV. Dos papeletas y un proyecto común constitucionalista les dio un resultado histórico a solo un escaño del PNV. De haberlo conseguido, hubiesen cambiado el rumbo sectario de España. Seis meses después, Redondo presentaba su dimisión a Rodríguez Zapatero, del que ya se conocía su verdadero proyecto: no enfrentarse al PNV, sino aliarse con él contra el PP.
El proyecto de Zapatero consistía en construir un bloque de izquierdas con los nacionalistas en el que asumía los postulados de estos últimos para arrinconar a la derecha nacional. El momento clave fue el Pacto del Tinell del 2003. Zapatero sabía que su proyecto para excluir a media España de la legitimidad democrática y perpetuar a la izquierda en el poder requería de más adeptos. Necesitaba recuperar y aflorar a la legalidad otra fuerza de izquierdas para consolidar aliados y tripartitos como en Cataluña. Así, el perverso “proceso de paz” rescató a ETA de su derrota y agonía.
Ocurrió lo contrario
La Guardia Civil demostró el moderno cuerpo de élite en el que se había transformado y acabó con el brazo armado de ETA de forma ejemplar, pero la victoria política de los demócratas aún necesitaba de un proceso pedagógico. Verdad, dignidad y justicia. La izquierda abertzale debía recorrer ese camino de convivencia o condenarse al ostracismo democrático. Sucedió lo contrario. Los demócratas siguieron en el exilio o en silencio, y Bildu empezó a ocupar alcaldías en País Vasco y Navarra convirtiéndose en la segunda fuerza del Parlamento vasco en tan solo un año.
El moderado proceso de “diálogo” consistió en presentar como demócratas a los terroristas, a quienes debíamos agradecer que ya no nos matasen, y votarles era el premio que merecían
El “diálogo” supuso un salvavidas lanzado por el PSOE a una ETA en pleno hundimiento. Dejó de matar cuando ya no podía hacerlo, volvió a los sueldos públicos y siguió haciendo sus ongi etorri. ETA entraba con Bildu a las instituciones sin necesidad de aceptar la Constitución porque el PSOE estaba asumiendo su proyecto. El moderado proceso de “diálogo” consistió en presentar como demócratas a los terroristas, a quienes debíamos agradecer que ya no nos matasen, y votarles era el premio que merecían. Así lo hizo el PSN con su abstención en 2015, que dio la Presidencia de Navarra a la abertzale Uxue Barkos junto a Bildu.
Legitimar el brazo del mal
El zapaterismo entonces acusó con virulencia de “intolerantes que anhelaban la violencia” a quienes cuestionasen la claudicación democrática que suponía legitimar a Bildu. Idénticos términos utilizados por Ábalos y Margarita Robles, ahora el sanchismo. Nueve años después, 379 crímenes sin resolver, ni una condena al terrorismo de ETA y ni un solo paso recorrido del otro final que necesitaba la democracia. Sin embargo, los demócratas para el PSOE de turno siguen siendo los bilduetarras y no el PP o los discrepantes.
Aquella deriva provocó que muchos socialistas alzasen la voz contra el relato de mentira e impunidad que se pretendía imponer, y que se impuso, en la sociedad española. Rosa Díez se marchó del PSOE y fundó UPyD junto a Fernando Savater y Maite Pagazaurtundúa. Otra maniobra de Zapatero durante el diálogo con ETA fue rechazar el Plan soberanista de Ibarretxe, del PNV, pero impulsar al mismo tiempo el Estatut en Cataluña. Esto provocó otra salida de demócratas socialistas que crearon otro partido en Cataluña, Ciutadans.
Su llegada terminó de expulsar todo rastro de demócrata con carnet, como el exministro José Luis Corcuera. Tras la reciente purga sanchista, el PSOE es un páramo de valores y ética
Zapatero dejó el PSOE diezmado de socialistas en activo decentes y demócratas. Era el escenario perfecto para que un tipo como Pedro Sánchez, carente de ideas, empatía y enfermo de egolatría se hiciese con el poder. Su llegada terminó de expulsar todo rastro de demócrata con carnet, como el exministro José Luis Corcuera. Tras la reciente purga sanchista, el PSOE es un páramo de valores y ética. Allí sólo quedan socialistas con más miedo a perder la nómina del que tuvieron sus antecesores a perder la vida por defender la democracia.
Con Iglesias en Bolivia
Un partido vaciado y un presidente vacío, pero lleno de soberbia y fantasías de emperador, es el perfecto huésped para un parásito como Pablo Iglesias, que le ha ofrecido un plan de poder ilimitado. El comunismo del siglo XXI no es otra cosa. Los susurros de Iglesias dirigen los sueños del presidente a la posibilidad de presidir una República sustituyendo al Rey. Así Iglesias le libraría de esas menudencias administrativas de la Presidencia del Gobierno y la pesadez de ir a las Cortes Generales, cuando la oposición acepte abrirlas, claro.
El actual vicepresidente del Gobierno de España , el que iba de gira por herriko tabernas alabando a ETA y a Sabino Arana, tiene una estrecha relación con el expresidente. La última prueba del equipo de poder que forman ha sido la compañía de Zapatero en la gira por Bolivia de Iglesias en su “Agenda de paz contra el golpismo de ultraderecha”.
No queda nada que desenmascarar del PSOE. Nada. No existe el PSOE moderado. Se fueron. No hay que empeñarse en salvar al PSOE, hay que unirse para salvar la democracia en España. Hay que acabar con el sectarismo, con preferir fotos con Bildu antes que con el PP o con Santiago Abascal. Acabar con esa izquierda reaccionaria, que algunos sienten como una nacionalidad con actitudes claramente identitarias.
Hay que crear un frente democrático de resistencia sin esperar al PSOE. El proyecto de los demócratas, de la sociedad civil, ha de ser el contrario al de los totalitarios. Recuerden el último mensaje de ETA tras el brutal atentado de Barajas en 2007: "Hay que alejarse de PP, UPN y de las fuerzas de la derecha 'fascista' del Estado”. El eco del mensaje se escucha en el actual Gobierno.