Opinión

Por qué Puigdemont no se fía de Sánchez y puede forzar nuevas elecciones

Si un partido nacionalista no gobierna en su territorio, está abocado a la desaparición: no toca poder, no coloca a su gente y no tiene dinero ni acceso a los Presupuestos. Junts, no lo olvidemos, tiene su origen en

  • Pedro Sánchez junto a Carles Puigdemont -

Si un partido nacionalista no gobierna en su territorio, está abocado a la desaparición: no toca poder, no coloca a su gente y no tiene dinero ni acceso a los Presupuestos. Junts, no lo olvidemos, tiene su origen en el 3% de Pujol, y hoy es la quinta fuerza política en Cataluña según las últimas generales. Por eso, Puigdemont lanzó un órdago a Sánchez: o todo –amnistía desde 2014 y un relator que garantice el referéndum- o elecciones. Él no las tiene miedo. Al contrario, puede ser uno de los beneficiados”.

Génova, a través de una fuente autorizada, está convencida de que si hay una posibilidad de que se repitan las elecciones –“Armengol, incluso, fijó la investidura de Feijóo para que si se repiten no coincidan con la Navidad, lo que demuestra que en el PSOE no lo descartan”- el ‘botón rojo’ lo tiene Puigdemont y no Sánchez.

En el PP nacional están convencidos de que Puigdemont sabe “que su enemigo no es Feijóo, su enemigo es el PSC porque ellos siempre piensan en clave catalana” cuyas elecciones, con toda probabilidad, serán el año próximo. Y a Puigdemont no le interesa concurrir a esas urnas donde se juega su verdadera supervivencia –la pasta y el 3%- como la muleta que permitió la reelección de Sánchez a cambio solo de una amnistía para Puigdemont y los suyos. Porque el referéndum, por mucho relator que haya, no será más que una entelequia y una promesa.

Los 'duros' de Puigdemont

Esto lo piensa también el sector ‘duro’ de Junts, el llamado ‘bloque exterior’ que pulula en torno a Waterloo, con unas posiciones mucho más maximalistas que “los del interior”, los que se quedaron en Cataluña, que tras la última asamblea del partido independentista, pintan más bien poco. Para “los de Waterloo”, cualquier cosa que se negocie “a la baja” será “la muerte política” en Cataluña de Junts y de Puigdemont.

Por eso, el discurso de máximos del martes antes de la Diada: Puigdemont no quiere ver cómo los radicales abuchean el 11-S como ‘botiflers’ a los representantes de Junts como hicieron con ERC el año pasado tras la negociación de los indultos. Y, precisamente por ello, el sector duro quiere negociar a cara de perro y exigir “todo y ya” a Sánchez, porque no tiene miedo a ir a nuevas elecciones.

En esto, los independentistas de Junts coinciden con la visión del PP nacional. Si Puigdemont va a las elecciones catalanas ‘solo’ con una amnistía “para él y su gente”, puede acabar como ERC tras los indultos (los de Oriol Junqueras y compañía perdieron 7 de los 13 escaños en las pasadas generales, que se fueron al PSC de Illa.

“Sin embargo –piensan en Génova, y en esto coinciden con los duros de Puigdemont- si Junts va a nuevas elecciones tras no investir a Sánchez porque éste no ha cumplido con sus exigencias de máximos, Junts puede beneficiarse en las elecciones catalanas de varios cientos de miles de votos” de los más radicales (la CUP no ha conseguido escaño el 23-J) e incluso seguir arañando en los votantes de ERC desencantados por el “pactismo” de los republicanos con Sánchez.

A esta tesis de que finalmente Puigdemont no entregue los votos de Junts a Sánchez para su investidura se suma la desconfianza hacia el inquilino de la Moncloa por parte del prófugo de Waterloo. Puigdemont, como el resto de españoles, tiene calado a Sánchez, del que dijo en noviembre pasado tras anunciar la reforma del delito de sedición que “es un maestro en el arte del engaño, pero ya le conocemos los trucos y hemos de tomar todas las precauciones". 

Esas ‘precauciones’ han saltado entre los hombres de Puigdemont que deben negociar con Moncloa –siempre después de la investidura supuestamente fallida de Feijóo el 26 y 27 de este mes- después de la insistencia de Sánchez en forzar que el sumiso Tribunal Constitucional admitiera –tras un primer informe negativo y pese al criterio contrario del Tribunal Supremo- la revisión de los votos nulos en Madrid.

No son pocos, desde el PP hasta un PNV que nunca se atreverá a decirlo en público pero que suspira por ello en privado, que apuestan por que Puigdemont no invista a Pedro Sánchez

Con esta revisión –que los medios afines a Sánchez no dudaron en calificar de dantesca cuando la forzó Trump en las presidenciales- Moncloa pretende in extremis arrebatar al PP un escaño en Madrid y, con ello, que los 6 escaños de Puigdemont no tengan que ser 'síes' –como sucede ahora- si no que valga con su abstención para investir a Sánchez. Lo que, evidentemente, debilitaría la posición de Waterloo y abarataría su apoyo para Moncloa.

Y otro último detalle en clave catalana, que es, insisten en Génova, como hay que ver esta negociación a cara de perro que comenzará ‘entre bambalinas’ después de la Diada –donde los radicales se están movilizando como advertencia a Puigdemont- y que se oficializará tras el 27 de septiembre: si Junts inviste a Sánchez, estará convirtiendo a Ada Colau en ministra del futuro Gobierno de coalición entre PSOE y Sumar. Otro lastre significativo que podría inclinar la balanza para que Puigdemont, finalmente, rechace hacer presidente a Sánchez.

De momento, la negociación está en mantillas. Pero no son pocos, desde el PP hasta un PNV que nunca se atreverá a decirlo en público pero que suspira por ello en privado, que apuestan por que Puigdemont no invista a Pedro Sánchez. Y éste, siempre podrá contratar una bandera de España aún mayor que la que colocó en un mitin con Iceta en 2015 en Santa Coloma para presentarse como el defensor de España que no tragó con las exigencias de Puigdemont. Contorsiones mayores hemos visto en Su Sanchidad y toda su corte de palmeros.

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