Lo va a tener difícil el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, para hacerse con el control de ese superpetrolero de la política española que es PP y no me refiero a la presidencia del partido, que esa la tiene asegurada aunque el ex secretario general Teodoro García Egea logre finalmente que en el XX congreso se le enfrente en primarias un candidato alternativo, tal desvelaba Jesús Ortega este lunes aquí en Vozpópuli.
Me refiero a que, hoy por hoy, únicamente cuenta con dos factores a favor: una fuerte corriente interna que grita abochornada “¡Basta ya de espectáculos!”, y el empeño de Vladimir Putin en ocupar los informativos con sus salvajadas para desgracia de ucranianos y rusos. El resto es una preocupante hoja de ruta para que empieza por suturar la difícil herida emocional del enfrentamiento entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso que aún supura -se vio este martes en la Junta Directiva- y que ha llevado a la ruina a su antecesor.
Cuando lo logre, Feijóo se encontrará inexorablemente con ese otro Mar de los Sargazos que zarandea al PP desde hace cuatro años, el eterno dilema: pactar o no con Vox. Lo vamos a ver antes de un mes en Castilla y León con el encaje de bolillos que va a tener que afrontar Alfonso Fernández Mañueco después del fiasco que supuso el adelanto electoral, y antes de que acabe 2022 en una Andalucía donde a Juan Manuel Moreno Bonilla cada vez se le pone más cuesta arriba cualquier opción de gobierno sin Macarena Olona.
De hecho, lo del supuesto candidato alternativo a la Presidencia del PP que nos ha animado la semana a los periodistas se antoja como esos Mcguffin que pueblan las películas de Alfred Hitchcock, una deriva del guión hacia ninguna parte para mantener la tensión de la trama; porque, dada la situación que atraviesa el principal partido de la oposición, interiorizada por buena parte de sus cuadros la amenaza seria de sorpasso a manos de Vox, el menor de los problemas a los que va a tener que hacer frente Feijóo son las maniobras del teodorismo residual, que diría Cayetana Álvarez de Toledo… porque casadismo parece que nunca existió, visto lo visto este martes.
Desconcierta que la Junta Directiva del PP se planteara inicialmente a puerta cerrada para que no se oyera al crepuscular Casado, solo a Putin y las sirenas de bombardeo sobre Ucrania; hubiese sido un mal comienzo a la defensiva de Feijóo en una organización asediada por Vox
¿Cuántos recuerdan hoy que Pablo Casado perdió las primarias en el cónclave sucesorio de Mariano Rajoy en 2018, las ganó Soraya Sáenz de Santamaría y solo porque María Dolores de Cospedal volcó sus compromisarios en segunda vuelta a favor de Casado para que la ex vicepresidenta no ganara ha sido el líder del PP durante tres años y medio? Pues eso… solo los muy cafeteros de la política y del periodismo. Sáenz de Santamaría y Cospedal se retiraron en silencio del escenario y dejaron hacer a aquellos jóvenes que vinieron a hacer revolución que se les ha llevado por delante y puede llevarse al partido, cuidado, a poco que Feijóo y quienes le acompañen en la singladura equivoquen el rumbo.
No. El problema no es el candidato alternativo. Sin primarias, o con ellas -ganará por goleada a cualquier tapado que interponga un García Egea si quiere seguir enredando-, Feijóo tendrá la legitimidad de origen de eso que va a ser lo más parecido a un congreso de aclamación, controlado absolutamente por su hombre de confianza, hoy recuperado del ostracismo europeo al que le había condenado el teodorismo, Esteban González Pons. El gallego será llevado en andas a coger el timón en la planta séptima de la sede de Génova por una organización que, a esta hora, y pese a que nadie todavía lo dice en alto, cree íntimamente que se equivocó hace cuatro años anteponiendo juventud/renovación a experiencia/aptitud.
Las señales que llegaban el lunes desde la sede nacional apuntaban a que no se le dejaría al líder saliente despedirse este martes de la que ha sido su Junta Directiva Nacional. Craso error hubiera sido esa señal de miedo. Finalmente no ha sido asi y eso es un primer acierto de Feijóo que, como buen gallego, sabe que los muertos mal enterrados no dan sino problemas
No pasará mucho tiempo antes de que Casado (41 años) le reproche a Feijóo lo mismo que Carme Chacón a Rubalcaba: “Si es que los abuelos no pueden suceder a los nietos”
Los barones pensaban decirle no: “No hablas a puerta cerrada porque eres agua pasada y no queremos más trauma; no queremos que se te oiga ni a tí ni a nosotros si nos obligas a responderte”. Políticamente lo entiendo, solo querían en los informativos las imágenes de los bombardeos sobre Ucrania, pero hubiese sido un mal comienzo de Feijóo, a la defensiva en una organización asediada por Vox. Lo quieran o no, los periodistas íbamos a acabar enterándonos de lo que ha sucedido puertas adentro, de esa Díaz Ayuso ajustando cuentas y agitando las aguas estancadas contra un Casado que minutos antes había dicho “sin rencor” (sic) ante toda España: ”No me lo merezco”. Era inútil tanto secretismo.
Decía uno de los adversarios socialistas más temidos -y admirado- por los populares, el ya desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba, que ”en España enterramos muy bien”. No parece en el caso del todavía presidente del PP. El siguiente partido llamado a gobernar España ha dado en esta Junta Directiva sensación de que le habría gustado enterrar a Casado en una tumba sin nombre, como antiguamente se hacía con los apóstatas de la fé católica.
Asi que, o mucho me equivoco, o no pasará mucho tiempo antes de que el ex líder del PP (41 años) diga de Feijóo (60) con toda la ”lealtad” que le deje el resentimiento, aquello que la también desaparecida Carme Chacón iba diciendo de Rubalcaba cuando este le ganó el congreso del PSOE en 2012, poco después de perder el veterano líder socialista las elecciones generales ante Rajoy: ”Si es que los abuelos no pueden suceder a los nietos”… Y eso no lo tapa ni Putin.