Opinión

Qué más dará

Desde que llegó Sánchez el Gobierno de España está hecho a la medida de su presidente, el doctor que lo fue con una tesis fake. Después de eso, lo que venga da bastante igual

  • Pedro Sánchez habla al oído de Patxi López en una sesión constitutiva del Congreso

Leo en La tentación del fracaso, el amargo y luminoso diario de Julio Ramón Ribeyro, que escribir es invocar a los espíritus. El escritor peruano asegura que esto lo dijo Kafka, pero a los efectos poco importa, pues cuando uno se pone a la tarea no hace falta invocar a nadie. Los fantasmas aparecen solos, se quedan con nosotros unas cuantas horas para luego, felizmente, ser olvidados. No he tenido que implorar a nadie, pero se me ha aparecido Patxi López en el título de esta columna que ahora está usted leyendo. Uno no es culpable de los caprichos de la imaginación, esa loca de nuestra casa, y así es como el vasco se cuela en mi quehacer diario. La verdad sea dicha: López es sólo el apóstrofe que daña mi memoria, justo en el momento en el que escuchaba el último acto propagandístico de su jefe, el doctor Sánchez dando cuenta de dos nuevos ministros.

El presidente ha perfeccionado la técnica de la propaganda con una sutileza que ya nadie gasta. Para empezar, convierte en propaganda el simple acto de dar la hora o los buenos días. No tiene tampoco vergüenza al ridículo, seguramente porque de eso no gasta, y la ignorancia de su existencia en casi todo lo que hace lo vuelve audaz, fresco, adventicio. El ridículo siempre lo hacen otros. Así lo encontré ayer, cuando escuchaba en directo y desde una radio la forma en que ha resuelto la crisis -¿crisis?, ¿qué crisis?- de gobierno que sin ningún rubor denomina de coalición progresista, que ya ve uno el progreso de sus leyes que llaman de ingeniería social.

López, el portavoz que Sánchez tiene en el Congreso expiando todavía su pasado y el mal sabor de boca que dejó en el presidente la pregunta de "Pedro, ¿pero tú sabes que es una nación?", le soltó a un periodista y a modo de gargajo matinal un "y a ti que más te da", cuando el informador le pidió los nombres de los diputados que habían comido con el tito Berni. Entonces me pareció un insulto. Hoy me lo sigue pareciendo, pero sin llegar a mayores, porque, queriéndolo o no, han conseguido que, aun siendo grave todo lo que sucede, nos den igual muchas de las cosas que hacen. Por ejemplo, quitar a dos ministras y poner a dos ministros. Salen dos mujeres, entran dos hombres. Uno de ellos, el ministro de Industria Héctor Gómez, fue portavoz antes que López, pero lo quitaron por blando y educado. Bien Patxi, lo tuyo va bien, seguro.

Irene Montero entró como Yolanda Díaz, de la misma manera, y saldrá cuando ella quiera. O sea, el último día del Gobierno de coalición progresista

Tenía uno la esperanza de que Sánchez utilizara la cruceta con lo que va quedando de Podemos y se quitara, en un gesto que le daría la seguridad que le va faltando, a la ministra de Igualdad. Pero era una esperanza vana. Ni si quiera en forma de invocación. Irene Montero entró como Yolanda Díaz, de la misma manera, y saldrá cuando ella quiera. O sea, el último día del Gobierno de coalición progresista, que llaman a un gabinete en el que sus ministros, en especial las ministras, se hablan lo justo.

Pero sí, tiene razón López: ¡Qué más nos da! Se va la ministra de Industria y no sé de cuantas cosas más que ponía su tarjeta de visita. Mandó poco, y deja un rastro inapreciable en su paso ministerial. Ahora le han hecho unos carteles muy chulos, que diría Yolanda Díaz, en la que un creativo se ha roto las mientes al poner junto a su foto esta leyenda: Reyes de Madrid. Pero la verdad es que sale como tercera en la pugna por la alcaldía de la capital, y si las encuestas están bien tiradas, quedará por detrás de Más Madrid una vez más. Eso en la capital. Y en la Comunidad con Juan Lobato, más de lo mismo, porque Isabel Díaz Ayuso, según los son sondeos, está en la mayoría absoluta. La exministra Maroto debe tener otras cualidades que no asoma con facilidad, pero carece del nervio político para encarar una campaña contra Martínez Almeida y Rita Maestre. Prácticamente el mismo que mostró hace un par de años Ángel Gabilondo.  Nunca seré capaz de entender las razones por las que personalidades así optan a puestos en los que desde el primer minuto demuestras su incapacidad. Y eso por no hablar de Pepu Hernández. ¿Lo recuerdan? Ganó el campeonato mundial de baloncesto en 2006.

Que Lastra fuera hoy ministra no pasaría de una ocurrencia sin pulso suficiente para la provocación. Incluso la incitación presupone su adecuada dosis de inteligencia

Hubo un tiempo en el que a los periodistas no nos daba igual quienes fueran los ministros salientes y los entrantes. Creo que el último cambio con algún mensaje fue el de José Luis Ábalos. Los que conocimos ayer dan igual. Ese tiempo del que hablo lo recuerdo bien porque los periodistas hacíamos nuestras cábalas y quinielas, y porque siempre había unos cuantos nombres con enjundia capaces de entrar en el Gobierno. Desde que llegó Sánchez el Gobierno de España está hecho a la medida de su presidente, el doctor que lo fue con una tesis fake. Después de eso da bastante igual lo que venga. Y lo mismo da lo que salga.

El domingo por la tarde, un amigo siempre muy bien informado en lo que pasa en la calle Ferraz me insistía en que Adriana Lastra estaba bien situada para ser ministra. ¿De Marina?, le dije. No, no, de Industria, y no te cachondees, me decía. No ha sido, pero qué más da, que diría López. Que Lastra fuera hoy ministra no pasaría de una ocurrencia sin pulso suficiente para la provocación. Incluso la incitación presupone su adecuada dosis de inteligencia.  

Sin preguntas, sin preguntas

Pedro Sánchez convocó a los periodistas. Estaba anunciada una comparecencia sin preguntas. Sin preguntas, sin preguntas, sin preguntas. Periodistas, ¡qué más os da! El presidente alabó los perfiles de Maroto, la de la navajita ensangrentada, y el de Darias, la que ministra que llegó al Gobierno para poner en marcha un modelo modernización reflexiva, y lo hizo con esa voz lánguida que susurra por momentos, pausada y solemne, y con ese mismo tono informaba de los nuevos ministros. Qué más nos daba a nosotros los periodistas, que no estábamos allí para así poder justificar que no hubiera preguntas.  Sí, amigo lector, hay días en que escribir es invocar a los espíritus. Los míos son materia, carne y jugos que la riegan. López, ¡pero qué razón tienes! Qué más nos da. Qué más nos da que ya nos da lo mismo. Aunque igual me estoy equivocando. En dos meses exactamente saldremos de dudas. Y como dice Miguel Ángel Aguilar por estos pagos, veremos.            

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