La semana pasada tuve el placer de participar en la ponencia del Parlamento para definir las bases del acuerdo sobre el futuro sistema educativo vasco. En algo más de quince minutos intenté explicar cuál creo que es uno de los principales males de nuestro sistema educativo, que por desgracia es un mal compartido con muchos de los sistemas educativos del resto de España, y cuál creo que debería ser el principio sobre el que debería diseñarse el futuro sistema. Para ello estructuré la comparecencia en tres partes. Definición y objetivos, análisis y propuesta.
Lo primero que hay que hacer siempre es definir el tema del que estamos hablando. Esto es en parte deformación profesional y puede parecer una pérdida de tiempo, pero en realidad ninguna discusión útil -ningún análisis- puede darse sin partir de unas definiciones compartidas. Así que debemos ir a la raíz preguntarnos cuál es -cuál debe ser- el principal objetivo de un sistema educativo. Dicho de otro modo: para qué van los niños a la escuela.
Creo que no es arriesgado decir que el principal objetivo es la formación del alumno. La adquisición de conocimientos, competencias y destrezas, o lo que es lo mismo, el aprendizaje de cuestiones concretas, la comprensión de causas y fenómenos, la capacidad para observar y entender relaciones entre distintos hechos.
El aprendizaje, como sabemos, es un proceso complejo. Si las cosas se hacen bien, el resultado de ese proceso no es la habilidad para recitar de memoria párrafos de un libro, sino la comprensión del mundo en todas sus dimensiones. En los sistemas educativos se intenta ofrecer una visión de las distintas dimensiones del mundo mediante la división del conocimiento en asignaturas. Estudiamos Matemáticas, Historia, Ciencias Naturales o Filosofía de manera separada no porque no tengan relación entre sí, sino porque para comprender esas relaciones de las que hablábamos antes y obtener un conocimiento integral es necesario tener un primer conocimiento sobre cada uno de esos campos. Dicho de otro modo, y aunque también nos parezca algo obvio: no se puede pensar, reflexionar ni debatir sobre el vacío.
Lo más importante es entender que el proceso educativo es esencialmente un proceso comunicativo. Se trata de un proceso en el que el profesor intenta que el alumno adquiera una serie de conocimientos
Esta primera definición es necesaria pero no suficiente, porque para poder diseñar y evaluar correctamente un sistema educativo es necesario entender no sólo cuáles son sus objetivos, sino también cómo se alcanzan. En este sentido, lo más importante es entender que el proceso educativo es esencialmente un proceso comunicativo. Sin entrar en matices ni en polémicas sobre los nuevos enfoques, se trata de un proceso en el que el profesor intenta que el alumno adquiera una serie de conocimientos. El profesor explica algo en clase, los alumnos escuchan, toman apuntes y preguntan. El alumno lee un libro, hace anotaciones, resuelve un problema y escribe la solución. O hablan entre ellos, investigan sobre un asunto y exponen al resto de la clase lo que han aprendido. Todas esas cosas son procesos comunicativos.
En un proceso comunicativo lo que condiciona el éxito o el fracaso en los objetivos es el dominio de la lengua. También parece algo obvio e inútil mencionarlo, pero no lo es. Sobre esto es interesante recordar algo que el propio Gobierno Vasco señaló en verano de 2020: en aquel momento se resaltó la importancia de establecer planes de refuerzo para compensar la pérdida de exposición al euskera en alumnos castellanoparlantes derivada del confinamiento. Porque, como se dijo entonces y se ha repetido en varias ocasiones, “El euskera es la lengua de aprendizaje y repercute directamente en el logro de todas las competencias”.
Faltan los alumnos castellanoparlantes que no han rendido bien en la escuela y que no han llegado a la universidad, o que han llegado en peores condiciones que si hubieran estudiado en la lengua que dominaban
Un análisis serio sobre la situación del sistema educativo debe partir, por lo tanto, del reconocimiento de la educación como un proceso comunicativo, y de la influencia de la lengua en ese proceso. La pregunta que hay que hacerse ahora es cuál es el grado de dominio de los alumnos vascos de la lengua en la que estudian. Y para contestarla lo mejor es acudir a los datos de un documento que el Gobierno Vasco compartió hace unos meses. La evaluación diagnóstica más reciente, aunque creo que aún no se puede leer completa.
En primer lugar, tenemos datos sobre matriculación en el País Vasco según modelo lingüístico: más del 70% de los alumnos de Primaria y ESO están matriculados en modelo D (toda la enseñanza en euskera), y el porcentaje supera el 90% si hablamos de los alumnos matriculados en centros públicos. Bien, pues con estos datos hay grupos en el Parlamento Vasco y en la sociedad -profesores y asociaciones de padres- que llevan meses diciendo que la solución a los problemas de nuestro sistema educativo pasa por la eliminación de los modelos lingüísticos, por la universalización del modelo D. ¿Más universal que un 90% de alumnos? ¿La eliminación de dos modelos que son residuales desde hace años haría que mejorase el aprendizaje?
En segundo lugar, para poner en contexto el siguiente dato voy a referirme a algo que dijo Juan Ignacio Pérez Iglesias, a quien siempre es interesante escuchar, cuando compareció en la misma ponencia. Se refirió a la importancia de los contenidos en la escuela. Entre otras cosas a la escuela se va, defendió con sensatez, a aprender Matemáticas. A aprender bien Matemáticas, podríamos añadir, a aprender en las mejores condiciones posibles. La otra idea que dejaba Pérez Iglesias en el turno de preguntas es que cuando los alumnos proceden de entornos euskaldunes van a utilizar el euskera mejor. Esto parece evidente. Lo que no sé si se ve tan claramente es que un mejor uso del euskera, un dominio mayor del euskera, implica un mayor rendimiento en el aprendizaje. Y al revés: un dominio insuficiente del euskera implica un peor rendimiento. Sobre esto último decía Pérez Iglesias que no hay una dificultad de carácter absoluto. Y es verdad. Hay alumnos de entornos castellanoparlantes que rinden bien en la escuela y que después rinden bien en la universidad, a pesar de no contar con un dominio digamos heredado de la lengua. Pero falta algo aquí, y es normal porque quien da clase en la universidad no llega a verlo: faltan los alumnos castellanoparlantes que no han rendido bien en la escuela y que no han llegado a la universidad, o que han llegado en peores condiciones de las que habrían disfrutado si hubieran estudiado en la lengua que dominaban.
Hay muchos factores que influyen en el fracaso escolar, pero evidentemente la lengua es uno de los más importantes, puesto que repercute directamente en el logro de todas las competencias. Y esto es algo que cualquier persona puede al menos sospechar si se fija en los datos disponibles en el Diagnóstico del Sistema Educativo, el documento del propio Gobierno Vasco que mencionaba antes. Ya que estábamos con las Matemáticas, fijémonos en qué dicen esos datos respecto a la competencia matemática de nuestros alumnos.
Alumnos con ventaja
Lo que dicen es que en 2019, sin los efectos de la pandemia, la diferencia en competencia matemática entre alumnos de 2º ESO con euskera como lengua materna y alumnos con castellano como lengua materna era considerable: 20 puntos en favor de los primeros. No estoy seguro, pero creo que esto equivale más o menos a un curso académico.
¿Es suficiente lo anterior para demostrar que el sistema educativo vasco perjudica a aquellos alumnos que tienen como lengua familiar el castellano, y que esto último, la lengua, es el principal factor a la hora de explicar el peor rendimiento escolar? Probablemente no es suficiente para demostrarlo, pero sí ofrece señales preocupantes. Hay un tercer y último dato que creo necesario comentar en este sentido.
Más del 90% de los alumnos vascos que cursan ESO en el sistema público de enseñanza están matriculados en el modelo D, todo en euskera
En este caso acudimos a un informe del ISEI-IVEI, el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa: Diagnóstico del Sistema Educativo Vasco, publicado en 2021. En él vemos que el 40,2% de los alumnos vascos pertenecen, en cuanto al dominio de las dos lenguas, a una categoría llamada Alumnado Monolingüe Castellanófono. ¿Qué significa esto? Que el 40,2% del alumnado vasco de 2º de ESO supera el nivel inicial de competencia en castellano pero no tiene un dominio suficiente de competencia en euskera.
Ahora, después de este dato, podríamos recordar las palabras del Gobierno Vasco que comentamos al comienzo: “El euskera es la lengua de aprendizaje y repercute directamente en el logro de todas las competencias”. Podríamos recordar también el primero de los datos que dimos: más del 90% de los alumnos vascos que cursan ESO en el sistema público de enseñanza están matriculados en el modelo D, todo en euskera. Y podríamos, por último, volver a fijarnos en el dato sobre competencia matemática en los alumnos vascos de 2º de ESO según la lengua familiar: 20 puntos de diferencia entre aquellos con euskera como lengua familiar y aquellos que tienen otra lengua, que evidentemente en la gran mayoría de los casos es el castellano.
Después de todo esto, que en realidad son “sólo” tres datos compartidos por el Gobierno autonómico, había poco que decir. La propuesta para el acuerdo sobre el futuro sistema educativo vasco era tan evidente como necesaria: adecuar la política educativa a la realidad sociolingüística de los alumnos vascos, para que el objetivo de la educación -la formación óptima de los alumnos, la adquisición de contenidos y destrezas- pudiera cumplirse en las mejores condiciones posibles. Y si la propuesta es evidente y necesaria es porque es muy probable que el sistema educativo vasco esté penalizando significativamente a los alumnos castellanoparlantes, que representan una parte muy importante de todo el alumnado.
Bien, pues después de decir algo tan evidente, tan necesario y tan lógico, vino la respuesta de la representante del PNV en la comisión, que me pareció lo más relevante de todo el día: “¿Y esto es todo lo que tienes que aportar a la ponencia?”
Me parece lo más relevante porque ilustra a la perfección la actitud del Gobierno Vasco en general y del PNV en particular ante unos hechos tan preocupantes como éstos que proporciona y que conoce el propio Gobierno Vasco. Hay una diferencia de 20 puntos en la competencia matemática entre alumnos vascoparlantes y castellanoparlantes; hay un 40% de alumnos vascos que no superan el nivel inicial de competencia en euskera; y hay un 90% de alumnos del sistema de centros públicos matriculados en el modelo D. Cuando se plantea que el Gobierno Vasco ofrezca a esos alumnos unas condiciones que les permitan rendir mejor, la respuesta es tan seca como clara: “¿Y esto es lo único que tienes que aportar?”. Y efectivamente, eso es lo único que tenía que aportar. Sé que el menú de los comedores escolares y que el software libre son esenciales para el rendimiento óptimo de los alumnos, para su aprendizaje. Pero creo que permitirles estudiar en una lengua que comprendan es, al menos, tan importante como lo anterior, propuestas que sí le parecieron interesantes y oportunas.