Rajoy se va de vacaciones con la mirada puesta en las inquietantes turbulencias de Cataluña y con las alforjas repletas de nuevos empleos. Los datos de la EPA ejercen de balsámico antídoto a su declaración ante la Audiencia de este miércoles. En su balance del curso que acaba, que hará este viernes en Moncloa, el presidente del Gobierno hablará mucho de economía y reformas sociales e invocará a la necesidad de acuerdos para afrontar la segunda parte de la legislatura. Un escenario imposible dada la actitud zigzagueante de un PSOE aún sin asentar.
Rajoy ha salido indemne del curso que ahora acaba. Su partido, no tanto. La marca PP está dañada. Este ha sido su año más duro, su periodo legislativo más correoso. Ha tenido que presentarse ante los jueces, ha hecho frente a una moción de censura, maneja con dificultad el intento de golpe de Estado promovido por un gobierno autonómico..."Seguimos vivos, aunque parece imposible", comenta un miembro de la cúpula del PP al echar la vista atrás. "Con una mayoría tan escueta, hemos tenido que hacer virguerías en el Congreso para no morir en el intento", añade.
La declaración del presidente del Gobierno ante la Audiencia, en el inhóspito galpón de San Fernando de Henares, echó el cierre de la temporada. Un hecho sin precedentes. Un presidente frente a los jueces por un caso de corrupción. Uno de los momentos más tensos de la presidencia de Rajoy. Resultó mejor de lo esperado. "Iba a por un aprobado y se sacó un notable", dicen en fuentes no oficiales de Moncloa. El 'ciudadano testigo' se desenvolvió con soltura y salió contento.
El espeso rosario de los escándalos
La corrupción ha sido una de las pautas del curso. Una constante que ha marcado la agenda política, ha dirigido los pasos del Parlamento y ha enfangado el debate nacional. Rajoy ante los jueces ha sido la guinda de un rosario denso y espeso de episodios. La 'operación Lezo', con la caída del expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y todo su equipo. La forzada renuncia del presidente de Murcia, pendiente aún de la decisión de los tribunales. El permanente goteo de los pasos procesales de incómodos casos del pasado, como 'Púnica', 'Taula', 'Gürtel'...
La corrupción ha marcado la agenda política, ha dirigido los pasos del Parlamento y ha enfangado el debate nacional. Rajoy ante los jueces ha sido la guinda de un rosario denso y espeso de episodios
Los antiguos volcanes del escándalo han dejado un rastro de cráteres humeantes y aún en erupción. Y un traslado directo a la realidad política. En cuanto aparece la palabra 'corrupción' en el horizonte, todos los partidos se unen contra el PP. Así, se pergeñó en el Congreso una comisión de investigación para escrutar las cuentas de Génova. El extesorero del PP, Luis Bárcenas consiguió unos minutos de enorme gloria. Así, se reprobó a dos ministros, el de Justicia y el de Hacienda, también en episodios sin precedentes. Así, un fiscal jefe Anticorrupción fue defenestrado a los pocos meses de llegar al cargo y un fiscal general del Estado fue reprobado en la misma tacada. Como estrambote, los líderes del PSOE y Podemos se conjuran para forzar una comparecencia exprés del presidente del Gobierno en un pleno del Congreso. No les terminó de agradar, al parecer, cómo se desenvolvió ante los jueces.
Rajoy ha sufrido algunos episodios de ataque de nostalgia de su mayoría absoluta. 'Pero se le pasó pronto', dice uno de sus frecuentes interlocutores. "Había que gobernar al tran-tran, casi al ralentí, sacar adelante lo que se pudiera y, sobre todo, agotar la legislatura", añade. Sin la protección de una mayoría suficiente, Rajoy ha sufrido varias sonoras embestidas y ha padecido severas bofetadas. La moción de censura fue una de ellas. A su promotor, Pablo Iglesias, le salió el tiro por la culata. Su cotización evoluciona a la baja.
La minoría se ha traducido también en la paralización casi absoluta de la labor de Gobierno. No se aprueban leyes, salvo las políticamente 'vendibles' como violencia de género, ahora muy celebrada. Poco más. El poder legislativo se va de vacaciones en blanco. El arduo proceso interno vivido en el PSOE no ha colaborado en la 'gobernanza' nacional.
El poder legislativo se va de vacaciones en blanco. El arduo proceso interno vivido en el PSOE no ha colaborado en la 'gobernanza' nacional
En el bloque de las buenas noticias Rajoy se lleva a su retiro de Galicia unos presupuestos bien aprobados y un visto bueno a un techo de gasto que augura un trámite sin sobresaltos a las cuentas públicas del año próximo. De ahí, a 2019, el camino está expedito. Rajoy ha logrado una relación estable con Ciudadanos, con algunas turbulencias propias entre dos fuerzas que compiten por el mismo segmento electoral. Ha conseguido la complicidad activa del PNV, vía Cupo e infraestructuras, en un acuerdo con visos de permanencia.
La recuperación económica, las optimistas perspectivas de crecimiento y, desde luego, los datos de la EPA, con una histórica caída del desempleo, son los argumentos a los que se aferra el presidente del Ejecutivo para justificar un optimismo relativo. Si las cosas siguen así, a este ritmo, "no habrá que inquietarse demasiado ante una cita electoral", declaraba a este periódico un exministro de Rajoy.
"Cataluña marcará el próximo curso", comenta la fuente mencionada de Moncloa. El verano se adivina intenso. La sublevación está en marcha y el referéndum sigue como meta del Ejecutivo regional. Rajoy no desvela sus cartas. Será, sin duda, el gran pulso de la próxima temporada. De momento, el presidente del Gobierno se retira unos días a descansar. El verano pasado no pudo hacerlo. Estaba intentando su investidura. El próximo curso, buscará su supervivencia.