En el PSOE creen -yo también- que lo peor para Iván Redondo de su encuentro televisado con Jordi Évole es que termina dejando mal a Pedro Sánchez aunque crea lo contrario y aunque recomponer la relación rota fuera lo que se proponía con esta “primera” y, esperemos, última entrevista; porque ningún asesor de comunicación sobrevive fácilmente a la enemiga de su ex jefe si éste es el presidente del Gobierno.
Empecemos con el dress code -“atuendo” en inglés, su idioma- elegido para la reaparición por el segundo hombre más poderoso en La Moncloa hasta el cambio de gabinete el 10 de julio. Llevábamos tres meses sin verle en los telediarios con ese halo de misteriosa hiperactividad sonriente, traje y corbata impolutos, implante recortado cuidadosamente a navaja para tapar los estragos que nos depara la edad; siempre a la sombra del presidente para dejarnos claro a los periodistas y a los “stakeholders” (el IBEX de toda la vida) no solo que estaba en la pomada sino que quien la aplicaba a conveniencia era él.
Nada queda de aquel Iván Redondo en el personaje que se nos coló este domingo por la noche en los salones de estar. Lucía aspecto de un Bigote Arrocet cualquiera a la salida de La isla de las tentaciones: blazer azul sobre camiseta veraniega blanca de manga corta con estampados que dejaban ver en la muñeca izquierda un peluco modernuqui; flequillo frondoso y pseudo melenita canosa al viento a juego con el moreno veraniego en ese Situation room de cartón piedra montado por Évole para una entrevista que había promocionado hasta Pablo Iglesias.
Según avanzaban los minutos, parecía que todo del afán el otrora todopoderoso asesor presidencial era convencernos con la gestualidad impulsiva de sus manos que sí, que había enviado el famoso whatsApp a María Teresa Campos antes de romper la relación y huir a Chile, permítanme la broma; que él y el presidente siguen “en contacto”, hablan. ¿Cuántas veces?, insistía Évole sin éxito. “Estamos en contacto”. Pura exhibición en alguien que pretende seguir perteneciendo al “poder” -de eso iba la entrevista, dijo- y que si algo detesta ese poder es el exhibicionismo y la falta de discreción.
Si ya no era serio el atuendo, entendido como arma en ese establishment donde Redondo se mueve como pez en el agua, nada de lo que dijera después podía serlo; por más que sacase del bolsillo piezas de ajedrez para impresionar a un Évole convertido por una noche en el Risto Mejide que debía aprobar su “relato”
Y si ya no era serio el atuendo, entendido como un arma de poder y jerarquía más en ese establishment donde Redondo parece moverse como pez en el agua, ¿cómo esperaba que nos creyéramos nada de lo que dijera a continuación?; por más que sacase del bolsillo de la blazer peones, damas, alfiles o caballos para impresionar a un Évole convertido por una noche en el Risto Meijide de Got Talent, a ver si le aprobaba el número del “relato” que, parece, se ha convertido en su gran obsesión vital.
¿Pero, qué relato?, se preguntará usted, lector, haya o no visto la entrevista... Pues la fantasía en el que anda enredado desde la misma mañana del 10 de julio, cuando filtró aprisa y corriendo a los medios un tarjetón de despedida de su equipo en el que ya empezaba a sustentar la tesis de que era él quien se iba porque quería “parar”; vamos, que Pedro Sánchez no le había dado la patada fuera del Gobierno como a Carmen Calvo o a José Luis Ábalos, los cuales no lo ocultan, dicho sea de paso.
Así que después de ver una entrevista en la que habla de los éxitos en primera persona y de los fracasos en tercera, y durante la cual dice que desde niño quería “dirigir” España, la única conclusión que cabe es que rechaza ese misterioso Ministerio ofrecido por un Pedro Sánchez que hasta habría enviado días antes a dos amigos comunes a cenar con él para convencerle, con tal de salir de la prisión en que se habría convertido para él La Moncloa… Bueno, y para ser analista en La Vanguardia los lunes que, hasta el momento, es el único trabajo que le ha salido. El resto son proyectos todavía verdes.
“¿Ésta es la misma persona que dirigió España desde La Moncloa durante los últimos tres años?¿Qué le vio el presidente del Gobierno para entregarle semejante poder?”; “¿Cuando se dio cuenta Pedro Sánchez de su error?”, son las inquietantes preguntas que desde el domingo se hacen muchos socialistas
Hombre, no sé yo, Iván (perdón por el tuteo tantas veces empleado en privado), pero en La Moncloa, y en el PSOE que tú dejaste hace tres meses impera a esta hora una sensación a medio camino entre el “bochorno” y el “cachondeo”; y, por qué no decirlo, un punto de cabreo porque, en el fondo, a quien dejas mal con este “show” -así tilda alguno de tus ex compañeros la entrevista- es a tu ex jefe. Flaco favor.
No son pocos los socialistas de la Ejecutiva Federal, también de los territorios, que desde este domingo por la noche transmiten a los periodistas las siguientes preguntas: “¿Éste personaje es el que dirigió España desde La Moncloa durante los últimos tres años? ¿Qué le vio el presidente del Gobierno para entregarle semejante poder?”, y una última, si cabe más inquietante: “¿Cuándo se dio cuenta Pedro Sánchez de su error?”.