Opinión

El regreso alegre de la Hispanidad

Tras décadas de anglofilia, resucita el sentimiento de pertenencia nacional, no como orgullo sino como construcción de un espacio geopolítico vinculado al español y los valores cristianos

Nunca en la historia una nación ha concedido tanto espacio institucional a sus enemigos internos. Por las alfombras de nuestra vida pública pululan exterroristas “de paz”, separatistas hiperventilados en subidones en Twitter, globalistas que aborrecen la soberanía nacional, activistas del aborto en tiempo de invierno demográfico y hasta diputados de Coalición Canaria, célebres por la certeza de que siempre van a venderse al mejor postor, como en los lupanares. Al final, a estos últimos se les coge cariño, ya que en una sociedad tan líquida como la nuestra cualquier certeza nos resulta simpática. Luego, por supuesto, también está Pedro Sánchez, campeón de los narcisos frígidos en patriotismo, que venderían el país a cambio cualquier 'upgrade' de su estatus personal.

Como escribió Ricardo Calleja hace dos de años, somos el único país del mundo que no celebra un día del orgullo nacional, sino uno de la fraternidad con los países que descubrió hace cinco siglos, países a los que integró en la patria y con quiénes comparte los valores eternos del cristianismo (lo interesante de la Hispanidad se que sobrevive sin codificación legal, como espacio simbólico y sentimental a la espera de construcción política). Ahora y siempre, somos la parte más alegre del mundo, la que el más se visita y disfruta por nuestra música, nuestro cultura popular y nuestra capacidad para poner las relaciones sociales por encima de los beneficios comerciales (ahí sí que nos han ganado siempre los protestantes anglosajones). Quien no se divierte en Hispanoamérica es que no sabe divertirse.

Hispanidad joven y alegre

Durante muchos años, los complejos nos han atenazado, hasta de asumir como natural que nos sometan y colonicen. Por suerte, las nuevas generaciones son mucho más combativas que los cuarentones y cincuentones, como demuestra la imagen de Rodrigo y Morata gritando "Gibraltar español" durante las celebraciones de la Eurocopa. Los jóvenes carecen de las neurosis de los mayores, incapaces en gran parte de sentir un amor natural hacia su patria. La selección nos enseña el camino y también artistas jóvenes como Rosalía, C. Tangana y Omar Montes, que viven la Hispanidad con naturalidad máxima, inspirándose sin problema en referentes de México, Colombia y República Dominicana. Su triunfo ya es notable y aún no se les ve freno. Desde el otro lado del charco, nos visitan superventas globales como Duki, Karol G, Anuel AA, Sebastián Yatra y Rauw Alejandro, que exhiben la rojigualda al final de sus conciertos con mucha mayor naturalidad que nuestros artistas de izquierda.

A pesar de los pesares, se abre frente a España uno de los mejores momentos de su historia

Es una pena que pasemos tanto tiempo centrados en los enemigos de España, ya que no nos deja energía para celebrar a los amigos de la Hispanidad. Por ejemplo, el activista y productor mexicano Eduardo Verástagui, que responde con firmeza a Clara Sheinbaum y recuerda que el perdón que exige es absurdo porque casi cada persona con apellido europeo es descendiente de los conquistadores. También a Andrés Calamaro, que siempre sintió nuestro país como propio, incluso antes de obtener la nacionalidad española, y que seguramente sea el músico de nuestro tiempo que más ha hecho por coser y acercar las escenas musicales de ambas orillas del Atlántico. Otro referente reciente de la Hispanidad es el cineasta José Luis López-Linares, que siendo español está firmando documentales que recuperan nuestra historia común, contando con voces autorizadas de todos los puntos de Hispanoamérica. Por todo esto y más, les invito a mirar la situación con optimismo. A pesar de los pesares, se abre frente a nosotros uno de los mejores momentos de la historia de España. Solo queda aprovecharlo.

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