Carles Puigdemont ha comparecido en Berlín ante los periodistas. Como un puro ejercicio es interesante plantear algunas preguntas que no se le hicieron, aunque, probablemente, tampoco las habría contestado.
Un lugar sugerente provoca preguntas sugerentes
El sitio escogido por el expresident para reaparecer públicamente después de que el juez Pablo Llarena retirase la euroorden ha sido el Bundespressekonferenz. Es un lugar donde los periodistas asociados a esa entidad suelen invitar a políticos para formularles sus preguntas. Uno de sus responsables es Karl-Heinz Hahslach, periodista especializado en defensa y autor, entre otros libros, de “El guantelete atómico del Kremlin”, perteneciente a la serie “Bernard und Graffe Aktuell”, del grupo de Trabajo de Trabajo para la Investigación de la Defensa.
Las preguntas han sido las esperables y Puigdemont no ha tenido mayor problema en responderlas y colocar su discurso de siempre, victimista y mendaz. Solo hemos visto tambalear su flequillo cuando un colega alemán le ha preguntado de qué pensaba vivir en Bélgica. El pastelero gerundense ha respondido con vaguedades acerca de la solidaridad de algunas personas que le ayudan económicamente a el y a “los derechos colectivos de los catalanes”.
Habría sido magnífico repreguntar algo como “¿De dónde provienen esos inmensos fondos? ¿Piensa declarar esas ayudas económicas a Hacienda? Los donantes ¿harán constar esas cantidades? ¿Cómo? ¿Se trata de dinero en A o en B? Por cierto, ¿ha hecho su declaración anual a la Hacienda española o a aquella Hacienda catalana de la que se jactaba usted tanto?”. Esas preguntas deberían ser contestadas.
Otra cuestión interesante es la frase de Puigdemont “No tardaré veinte años en volver a pisar suelo catalán”, teniendo que echar el freno para acabar reconociendo que podría ir mañana mismo a Francia, a lo que el denomina la Catalunya Nord. Habría sido divertido preguntarle si cree que el gobierno francés iba a permitirle dar mítines secesionistas en suelo galo, o como sabe que los franceses que viven en esa zona desean formar parte de los Païssos Catalans y, ya puestos, si ha recabado la opinión que le merece a su letrado Boye la policía del país vecino. Por lo de ETA y tal.
Acostumbrados a TV3 o Catalunya Ràdio, es normal que los próceres del separatismo no aguanten ni medio asalto en una entrevista"
Siguiendo el hilo del argumentario imaginario del separatista, una magnífica ocasión para incidir en el asunto de la internacionalización del proceso ha sido cuando Puigdemont ha dicho que “Hay una mirada europea sobre la crisis catalana”, añadiendo “Donde se mira mejor en Europa es en Bruselas”. Un periodista ingenuo podría haberle dicho “¿Se refiere usted a la misma Bruselas en la que usted no ha encontrado apoyos, ni en la UE ni en ningún otro organismo comunitarios? ¿La misma UE que no ha aceptado como representante del gobierno catalán a la fugada Meritxell Serret? ¿Cree que las máximas autoridades europeas como Junker o Tajani han cambiado su opinión acerca del separatismo catalán en las últimas veinticuatro horas, porque, a día de hoy y que se sepa, están radicalmente en contra?”.
¿Alguna pregunta más?
Acostumbrados a TV3 o Catalunya Ràdio, es normal que los próceres del separatismo no aguanten ni medio asalto en una entrevista. De ahí que uno lamente la falta de punch en los cuestionarios. Y miren que sería fácil. Veamos algunos ejemplos:
¿Sigue insistiendo en que lo suyo es un mandato popular, cuando el pseudo referéndum era ilegal y sin garantías o que el partido más votado en Cataluña sea, precisamente, Ciudadanos? ¿Se ha puesto usted en contacto alguna vez con la esposa del que fuera su vicepresidente Oriol Junqueras, actualmente encarcelado por los mismos delitos que usted? ¿De donde han salido los millones para pagar las astronómicas fianzas de los encausados? ¿También de generosos donantes anónimos?
Otrosí: humildemente entendemos que no estaría mal preguntarle qué opina de las conversaciones Artadi-Batet, de que Torra se viese con Sánchez, de que Oriol Pujol haya pactado con Fiscalía, reconociendo que cometió delito de corrupción o que el primogénito de la saga, Junior, haya tenido que volver a ingresar en presidio debido a su contumacia en el presunto delito de blanqueo de capitales.
Ahora, lo sustancial, que diría el maestro, sería una batería de preguntas acerca de la unidad independentista, ya que de Casa de la República y Consejo de la ídem habla tanto el prófugo. Sería estupendo saber qué opina de Esquerra o de Roger Torrent. Ahí se abriría un melón jugosísimo y veríamos hasta qué punto las bambalinas del separatismo están amenazando ruina. No digamos ya si se le preguntara o preguntase acerca de Marta Pascal, que anda por ahí, según nos dicen, cabreadísima, contándole a quien se tercie cositas del fugadísimo que darían de si para no una, sino para varias ruedas de prensa. Puro culebrón.
Me gustaría preguntarle algo a Puigdemont: "¿De qué se habló en aquella cena discretísima en Bruselas hace unos meses en la que participaron usted, Mas, un importante periodista y un par de empresarios catalanes?"
De sus peligrosos amigos rusos o los de los partidos de extrema derecha alemán, finlandés o belga también se podría haber urdido una red de cuestiones, pero tampoco es el caso de provocarle un síncope al expresident. Como tampoco sería de recibo entrar en cuestiones más personales porque, aunque esta gente no tenga el menor escrúpulo en utilizar lo que sea menester, todavía hay clases y no debemos rebajarnos a entrar en determinados jardines.
Pero lo que a uno le gustaría que se le preguntase a Puigdemont o, ya puestos, a Torra o cualesquier otra dirigente del proceso es algo tan simple como esto: ¿Cuándo van ustedes a reconocer que la metieron hasta el fondo, que su error de cálculo fue colosal, que el ridículo fue mayúsculo y que con su política kamikaze han hecho retroceder el autogobierno en Cataluña décadas? Que sepa este cronista, solo un periodista se ha atrevido a formular esta cuestión capital y ha sido mi colega y amigo Xavier Rius. Dejándolo aparte, porque es una rara avis en el panorama profesional catalán, hecho más a domésticos gallipavos que a halcones, nadie se atreve a decir en voz alta lo que sería la primera pregunta en cualquier país normal.
Aunque, personalmente, me gustaría preguntarle algo a Puigdemont que estoy seguro que no contestaría: “¿De qué se habló en aquella cena discretísima, según nos cuentan, que tuvo en lugar en Bruselas hace unos meses en la que participaron usted, Artur Mas, un importante periodista y un par de empresarios catalanes?”. Ah, y ¿quién pagó la factura?
Como no tengo la certeza exacta de lo que sucedió, me interesaría saberlo. Imagino que a ustedes también.