No hay quien crea que Pedro Sánchez ha tirado la toalla en su empeño de liderar el PSOE. Es más; ahora le anima el deseo de ajustar cuentas. El choque entre las oligarquías socialistas solo ha empezado. Sin embargo, si Sánchez no vota con el grupo parlamentario y decide romper la disciplina marcada por el Comité Federal y la Gestora se encontraría estatutariamente en una situación complicada. La penalización iría más allá que la que sufrieron los diputados del PSC en febrero y octubre de 2013 cuando decidieron no seguir el dictado de la dirección parlamentaria en sendas votaciones sobre el “derecho a decidir” y la apertura de negociaciones entre el “gobierno de Madrid” y el gobierno de Cataluña. En aquellos días la travesura se saldó con una multa de 600 euros. Ahora el caso es distinto.
La abstención es la decisión de un órgano de dirección del partido y, además de su expulsión del grupo del Congreso y su ingreso en el grupo mixto, tendría un gran problema: la suspensión de militancia
La abstención es la decisión de un órgano de dirección del partido y, además de su expulsión del grupo del Congreso y su ingreso en el grupo mixto, tendría un gran problema: la suspensión de militancia. El artículo 54.1 de los Estatutos Federales del PSOE marca que la “expulsión provisional” a iniciativa de la Comisión Ejecutiva Federal, o de las Ejecutivas Regionales, Provinciales e Insulares, si actúa en contra de los acuerdos expresamente adoptados por la dirección del Partido. La pérdida de condición de afiliado le privaría de la posibilidad de tomar parte en las elecciones primarias y, por supuesto, en el próximo Congreso. Es decir; si Sánchez quiere seguir contando dentro de las filas socialistas no tiene más remedio que, tras votar “no” en la primera vuelta, tal y como ha anunciado, abstenerse en la segunda.
Si es cierto que esta decisión de Sánchez, después de una campaña basada en un suicida “no es no”, podría minar ese vínculo que ha adoptado con la militancia y rompería su coherencia, también lo es que se trata de su único camino seguro para volver. No harían precisamente un favor los otros sanchistas si mantienen su “no” el próximo sábado, dejando a su antiguo jefe en evidencia y alineado con los abstencionistas. Lo más probable es que esa ruptura en la disciplina se produzca solamente en los diputados del PSC, tal y como manifestó su Consell Nacional, y que el resto vote en bloque.
La política del grupo parlamentario, lejos de ser complaciente con Mariano Rajoy, será dura. Ya dijo Javier Fernández que no iban a dar estabilidad
Sánchez podría alegar que ha seguido la disciplina del partido, lo que la militancia, cada vez más exigua y podemizada, entenderá perfectamente, imbuida en ese patriotismo de partido que tanto daño hace. A partir de ahí sí podría liderar una disidencia al discurso oficial, al susanismo de los González y Rubalcaba, y reanudar la batalla. Pero no solo cuenta con las bases del partido, sino que está auxiliado por algunas federaciones que le permiten presentarse con ciertas garantías. A esto puede sumar una retórica que, aparte de coherente con su agresividad anterior, casaría perfectamente con el odio calculado que Podemos está poniendo en el imaginario izquierdista.
Además, la política del grupo parlamentario, lejos de ser complaciente con Mariano Rajoy, será dura. Ya dijo Javier Fernández que no iban a dar estabilidad, y que promoverían el derribo de la política del PP. Estas actuaciones no harán más que ratificar la postura de Sánchez de los últimos tiempos, y darán solidez a su posible plan de protagonizar un proyecto radical para tomar el poder en su partido. Por otro lado, en la práctica esas proposiciones y mociones unirán a los socialistas con los independentistas y los podemitas, haciendo bueno el acuerdo para un “gobierno del cambio” al que apuntaba Sánchez, y que motivó el “golpe” del Comité Federal.
El debate en el socialismo español, a la postre, era sobre dos tácticas a la hora de presentarse ante su militancia y votantes: la coherencia o la gobernalidad. Lo primero, el “no es no”, les había llevado al desastre electoral y a echarse en brazos de Podemos y los secesionistas. Lo segundo les generaba la imagen de ser colaboradores del PP, que es el mayor crimen para esta izquierda emocional que nos rodea. Era, en definitiva, decidir si se moría por un lado u otro, y cuándo. Porque si insistían en el “no es no” la tercera campaña electoral de Sánchez en aquellas federaciones que habían apostado por la abstención hubiera sido muy difícil, y la debacle les podría dejar al nivel del PASOK. Del mismo modo, permitir el gobierno de Rajoy le daba argumentos a Podemos para presentarse como la “verdadera alternativa”, y no le devolvía el voto de la izquierda moderada, a la cual no se había sabido ilusionar.
En este escenario pluripartidista, de Parlamento muy dividido y gran competencia electoral, queda en triste evidencia el hecho de que los partidos políticos no han sabido atraer a la élite del país
El problema que tiene el PSOE es que carece de liderazgo. No hay nadie que pueda sustituir a Pedro Sánchez con las garantías y apoyos suficientes como para remontar los resultados. Zapatero laminó a la vieja guardia y llenó la organización con mediocres. Pedro Sánchez quiso cambiar a los barones para hacerse con algunos territorios, lo que, unido al sustento de la militancia, le permitirían crear un proyecto personal. Fracasó. Ahora, en este escenario pluripartidista, de Parlamento muy dividido y gran competencia electoral, queda en triste evidencia el hecho de que los partidos políticos no han sabido atraer a la élite del país.