Átense los machos. España se dirige con paso firme y sin dilación hacia el precipicio de una crisis que, si no se toman decisiones políticas y económicas que ahora mismo se antojan imposibles con este Gobierno de coalición, puede hipotecar el país para las próximas generaciones.
Una vez más, como sucedió con la pandemia, la crisis coge a España con el pie cambiado y sin las reformas estructurales que necesita desde hace años y que ni los Gobiernos del PP y mucho menos los del PSOE se han atrevido a afrontar. Los síntomas se agravaron con la nefasta gestión de José Luis Rodríguez Zapatero –cuando nos decía que estábamos en la “Champions League” de la economía mientras caminábamos hacia la intervención- y no se pusieron remedio con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy, el momento que el país necesitaba pulso firme de cirujano y acabamos con una moción de censura ahogada en los gin tonics del Arahy.
De aquellos polvos, estos lodos de un Gobierno de coalición con Podemos y los comunistas, apoyado por nacionalistas, independentistas y hasta bildutarras que, además, tiene bastante de gafe y ha tenido que gestionar una pandemia mundial, una crisis económica mundial, una erupción volcánica y una guerra en Europa…
España, la más dañada
A perro flaco todo son pulgas, y para España, los constipados son pulmonías. Por eso, la inflación de marzo se ha disparado al 9,8% mientras que en Italia es del 6,7%; Francia, 4,5%; Alemania 7,3% y Portugal, nuestro vecino al que siempre miramos por encima del hombro, 5,3%, casi la mitad. Y eso que la guerra de Ucrania nos afecta energéticamente mucho menos que, por ejemplo, a los alemanes.
Lo que viene será aún peor. La prima de riesgo se mantiene por debajo de cien por la única razón de que el BCE está comprando deuda española, algo que en algún momento dejará de suceder. El déficit público supera el 5%, el paro endémico ya forma parte de nuestro paisaje eterno y la deuda pública ya está en el 121%.
Hiperinflación, crisis de deuda, estancamiento económico… todo a la vez y sin una reforma estructural. Además, un gasto público disparado –nuestro Gobierno ignora el informe de Eficiencia del gasto público elaborado por el Instituto de Estudios Económicos que explica que mejorar la eficiencia del gasto público ahorraría en España hasta 60.000 millones de euros- que no hace más que aumentar con un Gobierno de 22 ministerios y con el mayor número de asesores de la historia…
Por si todo esto fuera poco, el Euribor se está desbocando y dentro de poco dejará de estar en negativo, lo que supondrá que muchas familias verán aumentar la cuota de su hipoteca variable entre 100 y 300 euros al mes
La guerra no tiene visos de acabar, un cambio de paradigma en la dependencia energética tardará tiempo –renovables- o no se piensa abordar por este Ejecutivo- nucleares- al contrario que otros países de Europa.
Por si todo esto fuera poco, el Euribor se está desbocando en las últimas semanas y dentro de poco dejará de estar en negativo, lo que supondrá que muchas familias –ahogadas tras salir de la pandemia y acogotadas por la inflación- verán aumentar la cuota de su hipoteca variable entre 100 y 300 euros al mes.
Este descenso a los infiernos requeriría no de pactos de adhesiones gratuitas como las que exige Pedro Sánchez cada vez que presenta un plan anticrisis en el Congreso, sino de una oferta de un gran pacto nacional para España al PP que, lógicamente, debería incluir –si es sincero- un Gobierno de concertación entre ambos partidos y la salida del actual ejecutivo de Unidas Podemos.
Por supuesto, esto no va a ocurrir. Entre otras cosas, porque Sánchez es consciente de que las calles no arden en España porque tiene a esos socios sentándose a su mesa en los Consejos de Ministros. Si dejaran de estar en el Gobierno, los sindicatos volverían a la protesta y lo de rodea el Congreso sería un juego de adolescentes. Por eso, seguirán las patadas adelante, el SMI, los cheques de 400 euros a los nuevos votantes que cumplen 18 años y las pensiones –otro gran colectivo electoral- indexadas a una inflación de dos dígitos… De locos.
Cuando todo estalle, habrá que intentar recomponer lo que quede. Y le tocará –que nadie lo dude, los tres máximos históricos del IPC se alcanzaron en 1992 (6,9%); 2008 (5,3%) y 2022 (9,8%), con el PSOE como denominador común- al PP de Alberto Núñez Feijóo. Hoy recoge en Sevilla un partido que acababa de cerrar una de sus peores crisis internas. Pronto deberá recoger los restos del naufragio al que se dirige España. Pues eso, átense los machos.
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Menudo panorama.