Entre la necesidad y la oportunidad siempre hay un punto de equilibrio que por lo general prende el cerebro de las personas y las invita a moverse. Desde los neandertales hasta ahora, tal y como cuenta Lewis Dartnell en su libro Orígenes (Debate 2019). Nuestros políticos no han leído este libro, que empieza con una invitación que bien pudiera darles algunas claves para entender y entendernos: ¿Por qué el mundo es como es? Pero, vaya, el que quiera saber que lea. Que lean algo, que a tenor de la pobreza con que hablan y escriben no parece que sea el caso de nuestros políticos y tampoco de sus asesores.
Me dicen, sin embargo, que el que está cerca de Pedro Sánchez no para de ver y leer el guion de la serie El Espía, la historia de Eli Cohen, un tipo casi perfecto y preparado para el éxito que en el último momento la pifia. No les cuento el final porque les recomiendo la serie muy encarecidamente. No descarto que alguien como Cohen, que me recuerda tanto al presidente en funciones, vea la serie por afición, aunque más bien creo que ha encontrado ahí las claves para sobrevivir a estas cinco semanas en las que se juega el ser o no ser, estar o no estar, ganar o perder. El dilema de Eli Cohen consistía en elegir entre la lealtad a su patria antes que a su biografía. Eligió lo segundo. Y perdió.
Sánchez, que tiene de España la misma idea conceptual de Zapatero, la de ser un ente discutido y discutible, engatusa ahora al personal llenando de banderas de España sedes y escenarios, y por si fuera poco España aparece de forma explícita en el eslogan de campaña para el 10-N: Ahora Gobierno, Ahora España. La idea no es nueva porque ya hemos visto a Sánchez dar un mitin delante de una bandera de España que no cabía en la sede de la calle Ferraz.
En el mus es imposible llevar al mismo tiempo dúplex, reyes, sotas y treinta y una; imposible para todos menos para Sánchez
No es fácil entender al presidente, o quizá sí, porque al mismo tiempo que se envuelve en la bandera y afea a las otras izquierdas que se avergüencen por utilizar la denominación de España en sus actos y cartelería, pacta con toda naturalidad con sus enemigos. Pacta y les da gobiernos sin ningún rubor. En el mus es imposible llevar al mismo tiempo dúplex, reyes, sotas y treinta y una; imposible para todos menos para Sánchez, ya lo estamos viendo. Mientras sus adversarios luchan por sobrevivir, Pedro Sánchez puede estar tranquilo. Ciudadanos quiere recuperar el misticismo político de ser el partido que luchó y derrotó a los separatistas con una moción de censura a Torra. Es tarde. Es oportunista. Es inútil.
Unidas Podemos teme al 10-N y anuncia su deseo de formar parte de un gobierno “amplio de coalición progresista”. Es burdo. Es reiterativo. Es imposible.
Pablo Casado parece ser en este momento el único líder que cuenta diez antes de fabricar un titular, y por eso las encuestan le salen bien. En estos momentos su petición de que antes que el 155 el Gobierno aplique la Ley de Seguridad Nacional para tomar el control de las fuerzas de seguridad y el de la llamada 'agencia de inteligencia catalana', está llena de sensatez. Que el llamado 'CNI catalán', y siempre según el auto del juez, estuviera implicado en la preparación del asalto al Parlamento por parte de los CDR, debería disipar todas las dudas.
Pudiera ocurrir que el presidente en funciones, que para sí mismo se ha reclamado en la Fiesta de la Rosa, en Barcelona, firme, sereno y prudente, se enfrente al dilema que la necesidad marca, y tal y como están las cosas ponga el 155 encima de la mesa. Pudiera ocurrir que fuera la oportunidad la que le obligara a semejante planteamiento. Y pudiera, finalmente suceder, que descubriera que entre la necesidad y la oportunidad encontrase la clave del éxito electoral que las encuestas empiezan a negarle. Votar contra el separatismo da votos en toda España. La falta de escrúpulos libera a los políticos, sabiendo como saben que siempre disparan con la pólvora del rey. Sánchez no tiene más principio que la actualidad, que no la realidad, y como tal actúa, pero sí tiene un sentido de la oportunidad del que carecen sus adversarios.
Hoy es 1 de octubre, fecha difícil de olvidar. La sentencia de los políticos separatistas la conoceremos en unos días, y nadie es capaz de saber lo que puede pasar, aunque sí de prevenirlo. La petición que hizo ayer Casado está dentro de la lógica. La del 155 puede esperar. ¿Hasta cuándo? Hasta que se junten en el mismo día la necesidad con la oportunidad. Más que a lo que haga Torra y los suyos, mandarán las encuestas. Ahí está la clave. Ahí lo que hará Pedro Sánchez. Cueste lo que cueste con tal de evitar una derrota.