Opinión

Sánchez otorga al País Vasco el Estado Libre Asociado

Sánchez permite al PNV dejar casi culminado su plan de separación sin traumas, sin presos por sedición, sin embargos de sus bienes y sin despeinarse

  • Iñigo Urkullu y Pedro Sánchez, en La Moncloa

No existe otro Estado en todo el planeta que esté dedicado con tanto empeño como el español a su propio desmantelamiento. Normalmente, los Gobiernos, en la medida que se saben y se quieren guardianes de las naciones sobre las que ejercen su poder ejecutivo y en las democracias parlamentarias también en gran medida el legislativo, procuran mantener e incrementar su capacidad de dirigir los asuntos públicos y de hacer visible y efectiva su presencia dentro de sus fronteras. Sorprendentemente, nuestro sistema político e institucional fruto de la Transición y encarnado en la Constitución de 1978, ha tenido el efecto contrario. Desde el momento mismo del tránsito del autoritarismo a la democracia y a lo largo de cuatro décadas de forma ininterrumpida, con etapas de pausa y ralentización y otras de aceleración, pero siempre sin marcha atrás, los sucesivos inquilinos de La Moncloa han rivalizado en la cesión de competencias a las Comunidades Autónomas con especial atención a Cataluña y al País Vasco, precisamente los dos territorios con los que hubieran debido ser más cautos a la hora de proporcionarles instrumentos de autogobierno, como la experiencia ha demostrado amargamente.

Ni siquiera la rebelión abierta de la Generalitat catalana separatista y su intento de acabar con la unidad nacional y el orden legal vigente ha sido suficiente para que los dos grandes partidos reaccionen y pongan pie en pared. Por el contrario, el actual Gobierno socialista-comunista se ha lanzado a intensificar este proceso de demolición y su ya aprobada ola de traspasos a la Comunidad Vasca entra de pleno en el ámbito de la irresponsabilidad, por no utilizar la palabra sin duda más fuerte, pero más adecuada, de traición. La transferencia de la gestión de la Seguridad Social es la que más ha llamado la atención y más tinta ha hecho correr, pero las prisiones, los puertos de interés general, los aeropuertos, el litoral marino, la seguridad privada, la matriculación de vehículos, el transporte por carretera, la meteorología, los hidrocarburos, las convalidaciones de títulos académicos extranjeros, los seguros, el mercado de valores, el régimen electoral municipal, la cinematografía, el ISBN de los libros y los ferrocarriles de cercanías configuran un conjunto que corona, al añadirse al ya amplísimo espacio de administración autónoma vasca, la práctica desaparición del Estado en esa parte de España.

Separación sin presos La estrategia del nacionalismo vasco, una vez allanado el camino y ablandado el enemigo mediante el tiro en la nuca, la bomba, el secuestro y la siembra del pánico durante décadas, es mucho más inteligente y productiva que la catalana. En vez de proclamas independentistas absurdas y de agitación internacional grotesca, los jerarcas del PNV han aprovechado y aprovechan la ausencia de patriotismo, de principios y de visión histórica de sus sumisos interlocutores del Gobierno central para ir avanzando con paso inexorable hacia el Estado Libre Asociado. La llegada a la Presidencia del Consejo de Ministros de un aventurero sin escrúpulos que tiene la mentira como divisa les permite hoy dejar casi culminado su plan de separación sin traumas, sin presos por sedición, sin embargos de sus bienes y sin despeinarse. El diseño del Euzkadi Buru Batzar salta a la vista: control absoluto sobre todos los aspectos políticos, institucionales, financieros, fiscales, culturales y simbólicos de la gestión pública en el País Vasco sin intervención alguna del Estado y aprovechamiento de las ventajas de la integración nominal en España, tales como la pertenencia a la Unión Europea, a la zona euro y a la OTAN, así como la cobertura, en caso de necesidad de un avalista de último recurso, de la Hacienda estatal.

Por supuesto, la oposición está cubriendo de denuestos a Pedro Sánchez por sus claudicaciones vergonzosas ante los nacionalistas, pero ¿acaso está comportándose de manera distinta a sus predecesores que siguieron la misma tónica incluso cuando tuvieron mayoría absoluta durante un tiempo suficiente para haber detenido y rectificado este entreguismo suicida?

Está anunciada para la semana próxima durante el I Congreso Nacional de la Sociedad Civil como atracción estrella una conversación-debate entre Felipe González y José María Aznar. Será interesante escuchar su análisis sobre la situación que atravesamos, aunque todo lo que digan será irrelevante si no va precedido de un sincero, sentido y dolorido acto de contrición.

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