Andaba parte del Antiguo Testamento socialista despotricando preocupado porque Felipe González -en adelante Glez- fuera a Valencia a “traicionarles” convirtiéndose al sanchismo, a la vejez viruelas, pero tras escuchar su intervención durante el 40 Congreso Federal los sumos sacerdotes de las esencias respiran tranquilos. Nada más lejos de la realidad. “Es Pedro el que se ha hecho del PSOE”, musitan.
El mensaje de Glez fue claro y en tono bíblico, a juego con la solemnidad del momento que atraviesa esa religión de sustitución que es el socialismo hispano: “soy leal al proyecto que fundé hace 43 años, que ahora diriges tú, Pedro”… “mañana, vete a saber”, le faltó añadir. Ya lo intentó contra él en 2016 y se organizó un cisma del copón bendito en el Comité Federal, así que ahora, cautivo y desarmado de afecto entre los hijos de los/las que fueron sus bases, el ex presidente decidió acudir a la llamada de la unidad para no emborronar (más) su legado interno. Qué remedio, debió pensar antes de aceptar el trago.
Pero, como la historia cuando se repite lo hace en forma de farsa después de la tragedia, tal cual dejó escrito Karl Marx en El XVIII Brumario de Luis Bonaparte, a mi me parece que su presencia en el 40 Congreso lo convirtió en una especie de La Vida de Brian Sánchez; remake de esa otra película distópica hilarante y maravillosa de los Monty Phyton, La Vida de Brian, que narra vida y milagros de un Jesucristo impostor al que seguía una masa enardecida sin saber muy bien por qué.
El silencio tras la defensa del capitalismo hecha por Felipe González en el 40 Congreso ‘sonó’ más que la respuesta a aquella pregunta en ‘La Vida de Brian’: “¿Qué han hecho los romanos por nosotros?”… “alcantarillado, los acueductos, ¡el vino!”
Glez debió pensar que le subían al escenario rojo pasión a modo de atrezzo, para que abjurara de lo ocurrido hace cinco años e hiciese acto público de fé sanchista; por eso su discurso fue un continuo no sé si subo o bajo, cuando lo que descubrimos al día siguiente es que su sucesor Pedro Sánchez -en adelante Schz-, pretende ¡justamente lo contrario!: abrazarse fuerte a ese Antiguo Testamento socialista, sí el de Glez, hacerse “socialdemócrata de siempre” para atraerse siquiera unas migajas del voto que un día perteneció a aquel ángel caído que resultó Albert Rivera y derrotar así a los funestos sondeos que dicen que ese voto se lo lleva Pablo Casado.
El guion de la película congresual brinda giros gloriosos visto con perspectiva; como ese ex presidente ya octogenario resistiéndose a meter la cabeza en la pila bautismal del sanchismo más rojo y anticapitalista, y exhortando cual hereje a los delegados -y a los presentes Unai Sordo y Pepe Álvarez, secretarios generales de CCOO y UGT-, a huir del “neopobrismo” porque hay que pensar “no sólo en cómo repartir riqueza sino en cómo crearla”, verdadero talón de Aquiles de la izquierda desde hace décadas.
Claro que el silencio desaprobatorio del plenario socialista que en otro tiempo fue suyo y el sábado le brindó aplausos de trámite y con cuentagotas sonó más que las palabras en ese momento inolvidable para cualquier cinéfilo: cuando los devotos de Brian agrupados en el Frente Popular de Judea se preguntan reunidos en asamblea contra el invasor Romano de Galilea “A ver, ¿Qué han hecho los romanos por nosotros?”… y, contrariados, empiezan a responderse unos a otros: “el alcantarillado”, “los acueductos”, “el regadío”, “¡el vino!…”.
De eso va esta película, que no se engañe el ‘Frente Popular de Judea socialista’ reunido en Valencia, de ver qué pesca Schz en el electorado más a la derecha y “transversal” -que diría Page-, y de contener la respiración para que Casado no les chafe el guión
No me digan que el resultado del cónclave no es contradictorio; a saber: un plenario protesta a su manera contra Glez enmudeciendo ante su discurso después de entregarse en aplausos al José Luis Rodríguez Zapatero más sanchista, feminista y todos los istas que quepan en estas líneas… para, veinticuatro horas más tarde, oír cómo Schz les vuelve al socialismo más socialdemócrata; o sea, al denostado felipismo que hasta el domingo guardaban en un arcón bajo siete llaves los sumos sacerdotes del Antiguo Testamento.
Porque de eso va esta película, que no se engañe el nuevo Frente Popular de Judea Socialista reunido en Valencia el pasado fin de semana: de ver qué pesca el rojo Schz entre el electorado más a la derecha y “transversal” que diría Emiliano García-Page, una vez controlado el flanco zurdo español en primera mano o por persona interpuesta, Yolanda Díaz… de eso y de contener la respiración para que Casado no les chafe el guion. Atentos.