Permítanme, antes de entrar en materia, una pequeña digresión histórica. Konrad Adenauer, el gigante conservador alemán, no se fiaba del SPD alemán. Creía, no sin razón, que los socialdemócratas se mostraban demasiado indulgentes con el bloque comunista. Lo que, años más tarde, con Willy Brandt se denominó ostpolitk. En cierta ocasión, siendo preguntado por un periodista acerca de ese posible aproximamiento a la esfera comunista, Adenauer respondió “La mejor manera de tener contento a un tigre es dejar que te devore”.
Razón tenía, porque Brandt tuvo que dimitir a causa del escándalo provocado por su secretario personal Günter Guillaume, al descubrirse que era un oficial de los servicios secretos de la República Democrática Alemana que, entre muchas otras cosas, había facilitado los ultrasecretos planos del Concorde a la URSS. Los rusos fabricaron el famoso Tupolev, más conocido en clave de humor como el Konkordof. Y eso que todos los servicios secretos occidentales, desde la CIA al Deuxième Bureau habían avisado al BND alemán del asunto. Brandt no se lo creyó. ¿Cómo iban sus amigos comunistas a hacerle semejante charranada? Pues ya lo ven, haciéndosela.
Ese sentimiento panglosiano de Brandt siempre ha sido la perdición de las democracias. Fiarse de un tigre equivale a creer que por ser vegetariano no va a devorarte. En España lo estamos viendo con los separatistas, con los podemitas e incluso con los socialistas, tan lejos de aquel modelo de Brandt basado en el Welfare State, el crecimiento económico y el apoyo a las empresas.
Lo último es el caso de Otegui y Bildu. Que ahora el máximo responsable de la formación heredera de Herri Batasuna y, por tanto, de ETA, nos diga que “aquello no tuvo que haber pasado jamás” de poco o nada nos sirve a quienes siempre vimos en los etarras a una banda de asesinos sin piedad, de criminales extorsionadores, de chantajistas, de matones, de fascistas, en suma. Todavía sirve de menos a quienes tienen a un familiar enterrado por culpa de las balas disparadas por manos criminales e inspiradas por personajes de mente calenturienta, fanática e intolerante. Es difícil pedirle perdón a los muertos, ya que no pueden responder, y mucho menos a los vivos, porque la mayoría van a contestarte probablemente aquello que no te va a gustar escuchar.
Operación de blanqueo
Pero la operación de blanqueo de lo que supusieron las centenares de víctimas de la ETA ha comenzado hace tiempo y es imparable. Desde el malhadado Zapatero, pasando por Carod Rovira, todo ha sido templar gaitas e invocar esa inmoralidad que algunos denominan “un tiempo nuevo”. El último párrafo de esa infame historia lo escribía el todopoderoso ministro Bolaños reuniéndose con Bildu no hace mucho para pactar los presupuestos. Acercamiento de asesinos a su tierra, excarcelaciones, permisos para celebrar homenajes a etarras que salen de la cárcel jactándose de lo que hicieron, cenitas con Otegui, todo vale en este cambio de tercio en el que los estrategas de la Moncloa pretenden sustituir al PNV por los de Otegui. Y cuidado, tampoco es que sean cosas abismalmente diferentes.
Uno todavía recuerda a Arzalluz en aquellos delirantes mítines hablando de los etarras como muchachos díscolos y alocados, como si se tratara de reñir a una panda de mozalbetes que cometen chiquilladas. La burguesía vasca tendrá algún día que explicarnos muchas cosas, así como la iglesia que tiene, lamento decirlo, demasiada responsabilidad en el fenómeno terrorista de aquellas tierras. Ahora que se ha puesto de moda pedir perdón por parte de Su Santidad el Papa, sería recomendable que lo hiciera por el papel de la iglesia en las vascongadas. No olvidemos que ETA se funda en un seminario y, a partir de aquí, vayan ustedes contando.
Es tanta la miseria que existe alrededor de todo esto y tanta la sangre vertida que jamás podrá ser reparada que lo único que cabe decir es esto: guárdese sus disculpas para quien finja aceptarlas por un miserable cálculo político, Otegi, o para aquellos que viven en la ilusión de que los tigres pueden experimentar cierto sentimiento de culpabilidad tras haber devorado a su presa.
Porque eso son ustedes, tigres fríos y calculadores que solo se sienten contentos cuando han hincado sus mandíbulas y probado la sangre ajena. Con Sánchez de socio podrán sentirse exculpados totalmente, me temo. Pero no por ello dejarán de ser lo que son. Tigres peligrosos. Y el tigre no se arrepiente jamás de haberte comido.