Opinión

Al sucesor de Puigdemont lo sigue un señor en patinete

Se llama Eduard Pujol y se habla de él como posible sucesor del President cesado. Tiene en su haber ser periodista, ex director de RAC 1 y, últimamente, estar sometido

  • Eduard Pujol

Se llama Eduard Pujol y se habla de él como posible sucesor del President cesado. Tiene en su haber ser periodista, ex director de RAC 1 y, últimamente, estar sometido a la persecución de un señor que va en patinete. Saquen ustedes las palomitas, que el circo no parece tener visos de terminar.

Un pata negra del separatismo

Cuando se examina la actual situación política en Cataluña, los escenarios son bastante limitados. Junts per Catalunya está trabajando para que se convoquen unas próximas elecciones, mientras que Esquerra se opone tenazmente a esa posibilidad. Los primeros lo hacen aduciendo que, o bien Carles Puigdemont es el candidato a la presidencia mediante una fórmula secreta que solo ellos dicen conocer, o se vuelven a convocar comicios. Lo hacen con la esperanza de que el fugado pueda mejorar sus resultados, Ciudadanos baje en intención de voto y Esquerra se hunda. Todo siempre pensando en el país.

Esquerra, por su parte, se obstina en forzar al límite a sus antiguos socios de gobierno, pretendiendo que acepten de una vez que lo de Puigdemont es imposible y poder así pactar un sucesor de consenso entre ambas formaciones. De ahí surge la maquiavélica tesis de investir al fugadísimo, siempre y cuando se den todas las garantías legales. Saben ellos, y saben los ex convergentes, y lo saben hasta los gatos, que tal cosa es imposible. Estos también lo hacen todo por la patria.

Si bien Elsa Artadi era, hasta ahora, la persona mejor posicionada, el que la justicia la incluya entre el grupo de las personas que organizaron el 1-O la “desactiva” en la carrera sucesoria de Puigdemont"

Entre tanta mentira y tanto rodeo, los partidos han activado ya sus aparatos de campaña. Pocos son los que, de puertas para adentro, dudan acerca del adelanto electoral. De ahí que los movimientos, especialmente en el terreno secesionista, se precipiten. Eso cobra especial importancia en la formación de Puigdemont. Si bien Elsa Artadi era, hasta ahora, la persona mejor posicionada, el que la justicia la incluya entre el grupo de las personas que organizaron el 1-O la “desactiva” en la carrera sucesoria de Puigdemont al que, aunque no lo reconozcan los suyos, se le da por amortizado, máxime tras conocerse los mensajes que envió al ex Conseller Toni Comín.

Con Artadi apartada, el nombre que aparece en todas las quinielas es el de Eduard Pujol. Posee un perfil ultra convergente avant la lettre. No tiene causas pendientes con la justicia, al menos de momento, y con esas dos cosas tiene más que ganado su lugar en la historia del separatismo. Para que luego se diga que en esta Cataluña de barretina calada y faja oprimida no se conceden oportunidades a gente insólita. Decimos insólita, porque el caballero en cuestión presenta, en ocasiones, aspectos más que sorprendentes. No hace mucho, en un debate celebrado en la desconexión que TVE hace para Cataluña, declaró algo que supera con mucho a la mejor novela de espionaje escrita por John Le Carré. Al ser preguntado por López Alegre, el català tranquil, famoso por poner en auténticos bretes a los separatistas, acerca de la nula seguridad que ofrecía a los catalanes un gobierno convergente aliado con las CUP, Pujol dijo que, si hablaban de seguridad, a él lo siguió por la calle Princesa de Barcelona un señor de mediana edad en patinete. O sea, ya no es el espía que vino del frío, sino el que llegó en patinete. ¿Y a este lo quieren hacer sucesor de Puigdemont? Bueno, tampoco es tan extraño, el hombre tiene madera para lo hilarante.

El CNI y Cataluña

Los separatistas parecen obsesionados con los servicios de inteligencia. Desde Jordi Pujol a Puigdemont, pasando por Artur Mas, cuando se ha querido desacreditar a alguien, bien sea político, periodista o vendedor de aguacates, se ha dicho lo mismo: trabaja para el CNI. Ignoro a cuanto ascienden los fondos reservados destinados al servicio que dirige el general Sanz, pero ha de disponer de mucha tela para pagar a tantos “honorables corresponsales”, término del oficio que designa a informantes que no forman parte de la plantilla de la Casa, como se le supone. Desde el político independentista Albert López Tena a mi estimado amigo y colega Xavier Rius, pasando incluso por este humilde servidor, todos hemos trabajado o trabajamos para el Centro. Tangencialmente, aprovecho la oportunidad para reclamarle al Habilitado los haberes que se puedan computar a mis ya largos años, por lo visto, de dedicación en los servicios de inteligencia españoles. Yo calculo que, a fecha de hoy, debería cobrar pensión de teniente general. Pero sigamos.

Esa obsesión, que podríamos calificar como simple libelo, se convierte en auténtica cuando entramos en el terreno de la manía persecutoria que demuestran los líderes del asunto estelado. Lo que se habrá gastado la Generalitat en efectuar barridos en los despachos de miembros del Govern no está en los escritos. Con resultados nulos, claro. Lo mismo podemos decir de la compra de inhibidores de frecuencia para que no se escuchen sus conversaciones. Todo eso resulta baladí, porque cuando, digo yo, un oficial de inteligencia desea saber qué dice o hace esta alegre tropa le basta con ver el programa de Ana Rosa Quintana o escuchar las barbaridades que gritan a voz en cuello cuando quedan para comer o cenar en un restaurante público. A los tontos no hace falta ponerlos en parrilla, a saber, con seguimiento.

Dicho todo esto, y sabiendo que la antena del CNI en Cataluña ha visto incrementado el número de personas que trabajan en ella, como es normal, es bastante evidente que no hay ningún agente que se desplace en patinete, y menos siguiendo por una céntrica calle barcelonesa, al citado señor Pujol. Y mucho menos que se haga el despistado cuando nuestro sagaz hombre se apercibe. Mire usted, don Eduard, ya comprendo que desde el córner separatista llevan ustedes décadas burlándose del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil, del CNI y del ejército español, así como de jueces y políticos, pero eso no quiere decir que sus humoradas se correspondan con la realidad. Por mucho recorte que Soraya le haya metido al servicio, dudo mucho que el general Sanz envíe a sus hombres a seguirle a usted en patinete, en velocípedo o en velociraptor, ya que estamos. Usted miente en esto con el mismo aplomo con el que miente al decir que tiene una fórmula mágica para investir a Puigdemont sin que existan consecuencias penales. Miente al asegurar que la independencia es posible, miente al ratificar que la astracanada del 1-O fue un mandato popular, miente cuando habla de mil heridos, miente ahora desde su condición de diputado como mentía cuando dirigía la emisora del Conde de Godó.

Se le nota, señor Pujol, la trampa y el cartón, incluso entre su propia gente, a la que han engañado más que a nadie, prometiéndoles lo que sabían era imposible"

Claro que, como postulante a heredero del edificio en ruinas que es el procesismo, mentir puede darle un cierto lustre entre sus conmilitones, pero no crea que va a ir mucho más lejos en sus aspiraciones electorales. Se le nota la trampa y el cartón, incluso entre su propia gente, a la que han engañado más que a nadie, prometiéndoles lo que sabían era imposible.

Es muy posible que sea usted el cabeza de cartel en la próxima investidura, o en las próximas elecciones o en los próximos Juegos Florales Independentistas, yo qué sé, pero nunca figurará en el listado de los políticos más ocurrentes ni en el de los periodistas más ingeniosos. Porque decir con cara de solemnidad que se siente usted amenazado por un señor de mediana edad que le seguía en patinete es, y perdone, tan ridículo, tan bobo, tan de criatura de seis años que no se lo traga ni Dios.

No me extraña que sea usted el que más suena como sucesor de todo este despropósito. Diciendo esas chorradas se lo ha ganado usted a pulso, caballero. Y para que vea que le otorgo el beneficio de la duda, desde aquí ruego al director del CNI que, por si acaso, aumente la partida de vehículos de seguimiento, vulgo coches K. Mi general, estírese Vuecencia, por Dios, no sea que por ir en patinete a cuerpo gentil se nos resfríe la plantilla.

En fin, que ya lo saben, el señor que podría acabar siendo presiente de los catalanes sueña con espías en patinete. Esto es el proceso, señores.

Miquel Giménez

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