Hay una cosa peor que estar mal pagado. Bueno, dos. Una es no tener trabajo, y la otra es ver que por ser joven cobras mucho menos.
Se habla mucho del techo de cristal de la mujer. Feminismo por aquí, machismo por allá. Y se dice poco del techo de cristal de los jóvenes. Quizá porque a casi nadie le apetece decir públicamente que los sueldos que las empresas pagan a los millennials son una auténtica mierda.
Lo veo cada día a mi alrededor, pero para los escépticos, aquí están los datos: la Encuesta anual de estructura salarial publicada en recientemente por el INE detalló que los menores de 25 años son los peores pagados de España, cobrando una media de 11.046 euros anuales, menos de la mitad que el salario medio nacional. Los que tienen 25-29 años ganan 15.876 euros, y los de 30-34 un total de 19.339. Dime tú dónde vas con eso hoy en día.
Por ser joven te pagan peor, es así
Pero lo peor de todo esto no es que el dinero no dé para vivir dignamente, que también. Lo más dramático del asunto es que se te quitan las ganas de intentarlo y no sabes por qué te determina tanto el año en el que naciste si haces tu trabajo mucho mejor que una persona de 45 que, casualmente, cobra el doble que tú.
No niego que los años de experiencia laboral no sean un plus, pero es cierto que hay trabajos que los jóvenes hacemos mucho mejor que una persona de más edad. Hablo de premiar el talento, no de esfuerzo ni de trayectoria. El mundo está cambiando, y lo que tu compañero de 50 años domina(ba) ya no existe. Y por eso no entiendo que a esa persona se le pague más del doble por realizar una tarea menos rentable que la tuya.
No entiendo por qué te determina tanto el año en el que naciste si haces tu trabajo mucho mejor que una persona de 45 que, casualmente, cobra el doble que tú
Es un tema que me enerva, la verdad, y que llevo viendo desde que salí al mercado laboral, hace seis años. También lo he experimentado. He aquí una conversación real de hace pocos años con un responsable de Recursos Humanos de una importante empresa española donde me pagaban una basura, aun siendo la que mejores resultados daba:
–Hola, buenas. Gracias por recibirme. Te traigo un informe con todos los datos de los últimos dos años. Como ves, desde que llevo esta parte del negocio las ganancias han sido impresionantes. Los resultados han mejorado más de un 200%.
[Me mira con escepticismo. Coge el dossier.]
–Ah, ¿y cómo has hecho todo esto? ¿Quién te ha ayudado? ¿De dónde has sacado los datos?
–Nadie. He hecho las estadísticas yo sola basándome en los datos recibidos. Y en cuanto al trabajo, lo he organizado de forma diferente, adaptando los horarios, para maximizar los resultados. He aumentado la producción. Por eso creo que sería conveniente que se mejorasen mis condiciones. Soy joven pero sé lo que hace falta en este departamento y, como ves, consigo mejores resultados que siete departamentos de la empresa juntos, yo sola. Lo tienes en la página 5.
–Lo pensaremos.
Es frustrante cuando tu edad determina el tope de sueldo que puedes cobrar, y no tus aptitudes
Al salir del despacho le di una copia del dossier a mi entonces jefe. Como podrás imaginar, no movieron un dedo por mí. A los pocos meses volví a intentarlo en vano. Me di cuenta de que aunque les hiciera ricos y descubriese la fórmula de la Coca-Cola no me iban a tomar en serio, por mi edad. Comencé a esforzarme menos. Empecé a buscar trabajo fuera, pero la cosa para los juniors estaba casi peor. Es frustrante cuando tu edad determina el tope de sueldo que puedes cobrar, y no tus aptitudes. Al final me acabé yendo.
Mis amigos, de la misma quinta, estaban (y están) en las mismas. Ninguno podíamos irnos de casa, no llegábamos a fin de mes, y los que lo hacíamos nos pluriempleábamos.
Algunos siguen viviendo con sus padres. De hecho, el 59% de la población española de entre 25 y 29 años se ve obligada a ello, según el Índice de desarrollo juvenil comparado 2017, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud.
Me hace gracia cuando generaciones mayores se llevan las manos a la cabeza porque no queramos tener hijos. Hulio, si apenas llego a fin de mes. Si no puedo tener ni perro. Cómo voy a tener hijos. Y ya no te digo pareja con estos horarios. Mi madre me tuvo con 28 años y ya estaba casada, con casa en propiedad. Ahora con 28 no puedes ni pagarte un alquiler en Madrid.
Cero victimismo: es oferta y demanda
Con todo esto no quiero presentar(nos) a los millennials, los del milenio, como una generación acabada, fracasada, mal pagada. Al revés. Estoy tratando de reivindicar que hay muchos jóvenes con talento, con ganas de trabajar y de dar mucho de ellos a las empresas, pero por su edad no les toman en serio, no les dejan demostrarlo.
En cuanto a los sueldos, sé que todo es un asunto de oferta y demanda, y uno es consciente de esto nada más acabar la carrera al ver que se ofertan prácticas gratis. Al contrario que muchos de mis compañeros de universidad, yo nunca he aceptado trabajar sin cobrar, ni siquiera de becaria. Y me parecía un tremendo error que ellos sí que lo aceptasen. En RTVE me seleccionaron:
–Ah, estupendo, ¿y cuál es la retribución?
–Ninguna, son prácticas gratis.
Obviamente, no lo cogí. Siempre he pensado que si las empresas lo ofrecen es porque hay gente dispuesta a trabajar gratis, o lo que es lo mismo, perdiendo dinero, porque el tiempo vale pasta.
Y lo mismo ocurre con los contratos laborales. Si no hubiera tantos jóvenes con talento pasando por el aro, las cosas serían diferentes. Si los menores de 35 nos negásemos a cobrar sueldos de mierda, directamente no se pagarían. Es el mercado, oferta y demanda. El problema es la necesidad. Y de esta necesidad se aprovechan muchas empresas. Esto seguirá pasando hasta que nos cansemos del todo. Porque dinero hay, el problema es que no se reparte adecuadamente.