Opinión

Las tabernas, último bastión

"Las tabernas son el último bastión de la libertad del proletariado". De modo que, así como suena, con la misma fuerza que se gritaba la consigna zapatista de “la tierra para quien la trabaja”, ahora se proclama en la carta del

  • Beso entre Irene Montero y Pablo Iglesias en un acto de Podemos que ha incendiado las redes. -

"Las tabernas son el último bastión de la libertad del proletariado". De modo que, así como suena, con la misma fuerza que se gritaba la consigna zapatista de “la tierra para quien la trabaja”, ahora se proclama en la carta del local abierto por Pablo Iglesias en Lavapiés (calle Ave María) a nombre de Garibaldi, ese principio de raíz tabernaria donde se vincula la expendeduría del alcohol, que es el negocio propio de las tabernas, con la libertad del proletariado, que es el objetivo de la revolución marxista leninista. Es un caso interesante de coevolución de alcohol y proletariado, ya que durante muchos años el movimiento socialista consideró a las tabernas como un aliado del opresor ya que ayudaban a mantener al obrero embrutecido, frente al ateneo libertario que lo liberaba. Entretanto, hemos aprendido de las limitaciones de los abstemios porque en estado de absoluta sobriedad está verificado empíricamente que es altamente improbable que nadie salte de la trinchera y avance expuesto al fuego enemigo. De ahí que se hiciera una distribución generosa del coñac saltaparapetos antes de dar la orden de salir al ataque. Falta, por eso, todavía el debido reconocimiento a la casa Domecq, que tanto hizo por el bando nacional suministrando esas botellas de Fundador que embravecían a los combatientes propios.

La cuestión es que ese alguien que anda intentando el bloqueo informativo tiene, en muchas ocasiones, unas capacidades de amenazar y de agredir que producen la paralización de los abstemios en estado de plena consciencia

De las tabernas como último bastión saben también mucho los periodistas. Primero porque las noticias no van a las redacciones, están en las tabernas y, además, porque muchas de las informaciones más peligrosas nunca las hubieran averiguado ni difundido sin el estímulo alcohólico preciso. Según una de sus definiciones más acertadas, “noticia es aquello que alguien está intentando que no se publique”, mientras que la noticiabilidad de un hecho es directamente proporcional a su improbabilidad, a los intereses afectados en el lugar del acontecimiento y en aquel donde se encuentra el centro editor o emisor desde el que se difunde. La cuestión es que ese alguien que anda intentando el bloqueo informativo tiene, en muchas ocasiones, unas capacidades de amenazar y de agredir que producen la paralización de los abstemios en estado de plena consciencia. Algún grado de inconsciencia, por el contrario, favorece que no nos dejemos amedrentar. Yendo al foco más incandescente de estos días -el Pleno del Congreso de los Diputados-, ¿imaginan los lectores cómo descendería la temperatura del encono si sus señorías fueran sometidas a un control de alcoholemia?

Las tabernas aparecen también en el discurso fundacional de Falange pronunciado el 29 de octubre de 1933 en el teatro de la Comedia por José Antonio Primo de Rivera. Allí hablaba del ambiente de las elecciones convocadas para el 19 de noviembre y decía que era “una atmósfera turbia, ya cansada, como de taberna al final de una noche crapulosa”. Enseguida añadía que “no está ahí nuestro sitio”, tampoco lo tendrán quienes todavía puedan ser sus seguidores porque la taberna cuya apertura inminente al público anuncia Pablo Manuel Iglesias es solo para rojos sin que aclare qué arco detector de la rojez deberán pasar los parroquianos para confirmar su aptitud. El texto de combate referido al inicio de estas líneas aparece junto a una ilustración del filósofo marxista Karl Kautsky en la parte inferior y a otra del revolucionario italiano Giuseppe Garibaldi en la superior.

Sumar sin cesar de restar

El líder de Podemos, prometía asaltar los cielos, para nada parece conformarse con los cambios de residencia que le llevaron a desertar de Vallecas, donde había prometido permanecer para dar ejemplo de fidelidad a la gente, optó por mudarse al chalet con piscina en Galapagar en sintonía con la casta. No era fácil, pero Iglesias supo salir del Gobierno de coalición que él mismo había forjado de manera instantánea haciendo presidente a Pedro Sánchez; designó como heredera a Yolanda Díez, esa piedra en el zapato del presidente, empeñada en Sumar sin cesar de restar, cada vez que pasa por las urnas; volvió a sus programas televisivos, a sus clases en la Universidad Complutense y, según vemos ahora, accede al descubrimiento de las tabernas como el último bastión de la libertad del proletariado. Atentos.  

Apoya TU periodismo independiente y crítico

Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación Vozpópuli