Opinión

Taylor Swift, Pablo Simón y el abandono de la cultura europea

La tecnocracia de Bruselas desvela su discurso real: mirar a los ciudadanos por encima del hombro y rendirse a la cultura de Estados Unidos

  • Taylor Swift -

Ha sido el vídeo más revelador de la temporada: el politólogo Pablo Simón, referente del progresismo mediático español, recomendando a los jóvenes aspirantes a élite "mentir" para defender a la Unión Europea, insistiendo con tono enfático en que deben transmitir a los ciudadanos que Bruselas "les salvará la vida" y les "dará becas", aunque sepan que no es verdad. Simón también celebró el uso de iconos pop de Estados Unidos como Taylor Swift para conectar con el electorado joven, como si en la Unión Europea no existiesen referentes culturales para hacerlo. Por si fuera poco, el profesor se refiere a todos los partidos euroescépticos como "los malos", confirmando el maniqueísmo militante de sus intervenciones públicas en La Sexta.

¿A alguien le puede extrañar que, ante estos tecnócratas, el pueblo aprecie cada vez más la honestidad de Víctor Orban, Georgia Meloni y Sahra Wagenknecth? Si lo pensamos bien, la recomendación de mentir tiene su lógica, ya que si dijeran la verdad nadie votaría a una institución elefantiásica, carcomida por la corrupción y alérgica a la democracia cuando ganan nuevos partidos soberanistas. Todos recordamos el escándalo de corrupción del Qatargate, las manipulaciones en 2005 para esquivar el "no" a la Constitución Europea en Francia y Holanda y la lucha sin cuartel de la Troika contra Grecia tras el referéndum de 2015 donde los helenos hicieron un enorme corte de mangas a Bruselas.

La obediencia que demanda la UE no es solo económica, sino también cultural. Su apología de Taylor Swift muestra a las claras que los partidos progresistas proBruselas no tienen más proyecto que el desarraigo cultural y la sumisión a Estados Unidos. La conferencia donde Simón anima a los jóvenes a “mentir” se celebraba bajo un lema esclarecedor: “VEP: Very European Person”, juego de palabras con el estatus de VIP (Very Important Person), que alude a las personas ricas e influyentes que ocupan espacios sociales a los que la plebe no le está permitido acceder. Se trata de la enésima confirmación del clasismo del proyecto de la UE, concebida como un espacio desigual donde las élites de Bruselas actúan sin apenas control democrático.

Europa sin cultura

Meses antes de que el vídeo de Simón se hiciese viral, escribí una columna donde explicaba que la batalla cultural actual podía tener su reflejo simbólico en Taylor Swift como icono globalista y Morante de La Puebla como icono de arraigo, soberanía y patriotismo. Se me hizo evidente paseando por Madrid el día de este verano en que el torero volvía a Las Ventas y la cantante llenaba uno de sus cuatro bernabéus consecutivos. Swift también es un icono de la debilidad europea porque tuvo que suspender tres conciertos conciertos en Viena por una amenaza de terrorismo islámico que las fuerzas de seguridad no pudieron contener. La Europa popular que ama sus traiciones y pide seguridad en los barrios frente a las élites cosmopolitas que viven en burbujas de privilegio, da igual si en Bruselas o en Boston.

Vivimos en la Europa que quieren tecnócratas como Pablo Simón, donde mandan las mentiras institucionales y no se habla de corrupción porque lo importante es parar a "los malos"

El problema cultural de la UE lo explicó muy bien estos días Carlos Femollosa en un artículo de la revista valenciana Lletraferit: "Se ha hecho una integración económica y administrativa vertical, sí, pero ¿qué se ha hecho para crear una identidad europea horizontal, por esa unidad moral? Ni un triste programa regular de televisión en común, ni un periódico, ni un debate simultáneo entre candidatos a nivel europeo en unas elecciones desangradas de participación y donde flota el voto protesta, por poner algunos ejemplos llamativos…", explicaba. Nuestros únicos puntos de contacto son Eurovisión, la Eurocopa y el canal franco-alemán Arte, que despierta un entusiasmo decreciente. Vivimos en la Europa que quieren tecnócratas como Pablo Simón, donde mandan las mentiras institucionales, no se habla de corrupción porque lo importante es parar a "los malos" y las élites del norte siguen mirando a españoles, portugueses,  italianos e irlandeses como PIIGS (cerdos). Menos mal que Simón y otros bustos parlantes de la tecnocracia están aquí para mentirnos por nuestro bien.

 

 

 

 

 

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